En el Hospital Clínico Universitario no hay ni rayos X
En el Hospital Clínico Universitario no hay ni rayos X

Clínico

Los venezolanos lo repetían con orgullo al ser inaugurado a mitad del siglo pasado: el Hospital Clínico Universitario de Caracas es el mejor de América Latina. Hoy, sin embargo, el primer centro médico del país se ha transformado en paradigma del desmoronamiento de la revolución, como si una bomba inteligente fabricada por alienígenas hubiera hecho explosión en un edificio declarado Patrimonio de la Humanidad. Nada queda de aquel esplendor. «El propio hospital está en terapia intensiva, trabajando con las uñas, con muy pocos recursos, con muy pocos materiales. La situación es crítica porque falta de todo», confiesa Rubén Alcázar, jefe de residentes de Cirugía 2, tras acabar la extracción de una vesícula. La paciente tuvo que pagar todos los elementos de la intervención quirúrgica, hasta el anestésico, porque el hospital público carece de ellos. En total, 80.000 bolívares, casi tres salarios mínimos. Todo lo que necesite para su recuperación también correrá por su cuenta.

Crónica (diario El Mundo) ha recorrido sus instalaciones, a espaldas de vigilantes y de la guardia de corps de su directora revolucionaria, empeñados en aplicar una terapia especial a quienes se atreven a airear las interioridades de lo que fue un magnífico edificio. Desde el primer minuto salta a la vista que el diagnóstico del médico no es exagerado. Todo lo contrario. El deterioro de las instalaciones es alarmante. No funciona buena parte de los quirófanos ni las ambulancias. La sala de emergencias parece la antesala del infierno. Las cámaras frigoríficas de la morgue fallan a menudo e invaden con su mal olor las salas de quimioterapia (cuando la hay, en contadas ocasiones en los últimos meses).

Desayunos y comidas son mínimos. Los enfermos deben aportar medicinas, sábanas, agua y hasta las soluciones salinas. Los baños para enfermos y trabajadores estarían prohibidos hasta en las pesadillas. En Maternidad se intenta desviar a otros centros el mayor número de parturientas, después de que los cuatro primeros meses del año arrojaran una estadística escalofriante: 46 bebés fallecidos, como en todo 2015, según el propio Servicio de Neonatología.

Sigue leyendo esta nota de Daniel Lozano en El Mundo (España).