Geopolítica de la derrota por Luis De Lion - Runrun
Geopolítica de la derrota por Luis De Lion

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La amplia victoria de la MUD el domingo pasado, me sorprendió gratamente. Yo sostenía, como muy cuesta arriba la obtención de una mayoría calificada. Entre otras razones porque mantenía que era difícil combatir la opinión internacional chavista si la propia oposición no se presentaba en la escena internacional para combatirla.

Previo a ello, en febrero 2014, la juventud venezolana había decidido lanzarse a las calles en búsqueda de una libertad que se hacía evidente no podría lograrse por medios convencionales. La extrema violencia con la que el régimen castrochavista repelió la protesta perjudicó seriamente la imagen internacional de Maduro.

Hábilmente desde el lado opositor hubo quienes aprovecharon la ventaja que significa saber que con Maduro se seguiría con la misma política exterior que hubo bajo Chávez. Por lo que hasta se podía anticipar, adelantar y avanzar. Principalmente para impedir que Maduro disfrutara del margen de maniobra mediática y propagandística internacional que Chávez le legó.

Una vez que Maduro se llenó las manos de sangre en febrero 2014, políticos y gobiernos extranjeros decidieron estar más atentos que nunca a las violaciones de las libertades y los derechos humanos en Venezuela. Para el caso, ya en Bruselas y Washington había expedientes contra el régimen chavista por el tema de presos políticos, de medidas cautelares a periodistas y persecución y acoso de personalidades públicas.

En ese sentido, la comunidad internacional tomaba nota; la DEA y el Departamento de Estado estadounidense denunciaron a altos jerarcas del régimen como narcotraficantes y se logró un influyente consenso respecto al carácter dictatorial del régimen venezolano.

De esa manera, se fue reduciendo el margen de maniobra internacional de la dictadura venezolana. Al tiempo que, en lo interno los sondeos y las encuestas fotografiaban la inmensa brecha entre la MUD y el PSUV.

Elementos estos que en su conjunto, explican el hecho que el apoyo internacional que en ésta ocasión obtuvo la oposición, tuvo una influencia directa en la amplia victoria obtenida en la parlamentarias del pasado domingo.

La postura de Almagro, al frente de la OEA, fue determinante. A Lula desprestigiado y a las puertas de la cárcel, le tocó enmudecer. El debilitamiento supremo del gobierno de Dilma Roussef, junto a la salida de Cristina Kirchner y el reivindicativo discurso de Macri, fueron claves.

De esa manera se constituyó un escenario geopolítico nada favorable a la campaña oficialista venezolana. Una evidencia, que hizo que la posición de La Habana ante la derrota de Maduro fuera muy parca. La carta de Fidel Castro, felicitando a Maduro, solo tiene valor en el último párrafo. Allí el tirano cubano, insiste en el eje chino-ruso, como el más confortable para Maduro.

Dicho esto, en el escenario político post derrota electoral, no imagino a Maduro corrigiendo su rumbo. Para personajes como él, eso sería una suerte de suicidio. Le quedan muy pocas opciones. Renunciar y llamar a nuevas elecciones, cambiar de política o convocar a un gobierno de verdadera coalición nacional. Unas nuevas elecciones entran dentro de las opciones de suicidio. ¿Cambiar de política, pero hacia cuál? Un gobierno de coalición, sería una suerte de perversidad política para Maduro.

Solo queda, la incertidumbre. Esa que, el autor Andreas Schedler, considera propia de las autocracias electorales. La incertidumbre permanente. Es la frase que a mi parecer, mejor resume, el concepto de la dictadura progresista venezolana.