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Encuentran en México 253 cadáveres en fosas clandestinas

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Los últimos siete meses, 253 cuerpos han sido exhumados de 120 fosas clandestinas halladas en Colinas de Santa Fe, Veracruz, México, reseñó el más reciente informe del Colectivo Solecito Veracruzano, integrado por familiares de desaparecidos, citado por La Jornada.

Las labores de búsqueda iniciaron en agosto pasado por brigadistas, en su mayoría mujeres, que han trabajado de manera conjunta con la Fiscalía General del Estado y la Gendarmería Nacional.

El procurador Jorge Winckler dijo que los restos en las fosas parecen ser de víctimas de los carteles, muertas hace años.

En una entrevista el martes con la red Televisa, Winckler no dijo quién halló las calaveras ni cuándo.

«Yo no me imagino cuánta gente más podría estar allí enterrada ilegalmente», dijo Winckler.

Lucía de los Ángeles Díaz Genao, integrante de este colectivo, informó que han encontrado gran cantidad de ropa de hombre y mujer, en su mayoría perteneciente a gente sencilla.

Recordó que en agosto pasado, cuando comenzaron las pesquisas, iban preparados con 12 banderines que resultaron insuficientes para marcar la zona plena de cadáveres y considerada por Díaz Genao como la fosa clandestina más grande del país, y posiblemente de América Latina.

La activista informó que autoridades de la Fiscalía sólo cuentan con 17 perfiles de los cuerpos encontrados en las fosas y denunció que hay retraso en el proceso de identificación de las víctimas.

Sociedad Interamericana de Prensa y Amnistía Internacional se pronuncian por asesinato de periodista mexicana

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La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) condenó el asesinato de la periodista mexicana Anabel Flores Salazar, secuestrada el pasado lunes en su casa en Veracruz y hallada muerta al día siguiente en el estado vecino de Puebla.

La SIP, con sede en Miami (EE.UU.), instó a las autoridades a «realizar una investigación, seria, profunda y solidaria para conocer verdaderamente las causas del asesinato, así como aplicar las leyes disponibles para castigar a los culpables».

El presidente de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la SIP, Claudio Paolillo, cuestionó que la Fiscalía de Veracruz haya adelantado «conjeturas sobre la presunta vinculación de la periodista con la delincuencia organizada mientras esta permanecía desaparecida».

Según Paolillo, ello «aumentó aún más el riesgo para su seguridad física y demuestra el poco profesionalismo e insensibilidad de ese órgano del Estado».

De acuerdo con el diario El Sol de Orizaba, Flores Salazar era colaboradora de ese medio desde hacía seis meses y cubría la fuente policiaca, detalló la SIP en un comunicado.

La periodista, de 32 años, también había trabajado con los diarios El Mundo de Orizaba y El buen tono de Veracruz.

Organizaciones locales e internacionales estiman entre 15 y 17 el número de periodistas asesinados en Veracruz desde 2010, señaló la SIP.

La Fiscalía del estado mexicano de Puebla informó en las últimas horas del hallazgo del cuerpo de Flores en una zona a unos 15 kilómetros de Veracruz, donde la víctima trabajaba de reportera en un periódico local.

Flores Salazar fue secuestrada la madrugada del lunes por hombres armados de una zona residencial del municipio de Mariano Escobedo, asentado en la región montañosa central de Veracruz.

Veracruz es uno de los estados más peligrosos de México para ejercer el periodismo, con al menos 15 comunicadores asesinados desde 2010.

Amnistía Internacional demanda investigar asesinato de periodista mexicana

El asesinato de la reportera Anabel Flores muestra «la horrorosa realidad» que afrontan los periodistas en México, aseguró Amnistía Internacional (AI), que demandó al Gobierno mexicano garantizar la protección a los comunicadores.

El cuerpo de la colaboradora de El Sol de Orizaba, de 32 años de edad, fue hallado en el  kilómetro 1+580 de la carretera Cuacnopalan-Oaxaca, con dirección a Tehuacán, Puebla, tras haber sido secuestrada el lunes de su casa en Veracruz.

“El descubrimiento del cadáver de una periodista mexicana especializada en la información de crímenes es un trágico recordatorio de la angustiosa realidad a la que se enfrentan miles de periodistas de todo México, uno de los países más peligrosos del mundo para los profesionales de los medios de comunicación”, señaló AI.

En un comunicado, la directora de Amnistía para las Américas, Erica Guevara-Rosas indicó que «aquellos que no están dispuestos a detenerse ante nada para silenciar a los periodistas deben pagar por sus delitos».

Consideró que México debe ofrecer protección especialmente a los periodistas de sucesos

 

“México debe brindar la protección fundamental que necesitan los periodistas y otros profesionales de los medios de comunicación que trabajan en condiciones increíblemente peligrosas, especialmente aquellos que informan sobre crímenes.”

«No proteger a quienes exponen la triste realidad de los abusos en México equivale a intentar esconder debajo de la alfombra estos abusos», señaló.

AI destacó que según Reporteros sin Fronteras, 89 periodistas han sido víctimas de homicidio y 17 han desaparecido en México desde el año 2000.

 

*Con información de Amnistía Internacional y Sociedad Interamericana de Prensa

Así fueron los últimos días del fotógrafo asesinado en Ciudad de México

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MEXICO (AP) — Fue hasta las 2:13 de la tarde del viernes, cuando el periodista Rubén Espinosa envió un último mensaje a un amigo suyo, todo iba bien.

Se habían puesto de acuerdo para estar en contacto desde que Espinosa decidió autoexiliarse en Ciudad de México. Tuvo que irse de Xalapa, la capital del estado de Veracruz, en el Golfo de México, donde había trabajado durante ocho años, donde han asesinado a 11 periodistas desde 2010 y donde estaba seguro de que su vida corría peligro después de detectar que le seguían.

«¿Qué onda?», le preguntó su amigo, un fotógrafo de la capital.

«Salí con una amiga y con un compa. Me quedé en su casa y apenas ahora voy a la mía», le respondió Espinosa apenas un minuto más tarde. Tenía prisa. Iba a trabajar esa tarde.

Fue la última vez que su amigo supo de él. Esa misma noche apareció torturado y con un tiro de gracia junto a cuatro mujeres más en el mismo apartamento del que estaba a punto de irse.

Lo que muchos de sus colegas piensan ahora es que las represalias por las fotografías que Espinosa había tomado en Veracruz le siguieron hasta darle caza en la capital.

El Procurador del Distrito Federal dijo el martes que aún no es posible descartar ninguna línea de investigación. Que todas continúan abiertas. Incluida la que vincularía el asesinato de Espinosa al ejercicio del periodismo. Pero también explicó que el robo a una de las víctimas era una de las hipótesis. Hay tres sospechosos. Aparecen en la grabación de una cámara de vigilancia que muestra como abandonan el edificio 49 minutos después del último mensaje que Espinosa le envió a su amigo.

Si fueron ellos tuvieron que entrar a la vivienda, reducir a cinco personas que se resistieron, atarlas, torturarlas, abusar sexualmente de alguna de ellas, saquear la casa, buscar lo que estaban robando, meterlo en una maleta y salir caminando tranquilamente del edificio en 49 minutos.

Aunque la investigación llegue a la conclusión de que la masacre no está relacionada con el fotógrafo asesinado, su muerte ha impactado el círculo periodístico de México y a los defensores de los derechos humanos. El mensaje que creen haber recibido es que ya no hay lugar en el que refugiarse en uno de los países más peligrosos del mundo para el ejercicio de la libertad de prensa.

Incluso después de llegar a la capital, Espinosa siguió sintiendo que le seguían, que le vigilaban. Contó a sus amigos que un hombre que conocía se le había acercado en un restaurante para preguntarle si era el fotógrafo que había escapado de Veracruz. Que lo mismo le había sucedido una segunda vez, en una fiesta.

Espinosa creció en la capital. Pero se sentía estrechamente vinculado a Xalapa, una pequeña ciudad de provincias intensa desde el punto de vista noticioso y donde había hecho su vida profesional, y en gran medida su vida personal y su visión política. Se había especializado en la cobertura de movimientos sociales.

Veracruz, en la costa del Golfo de México, es un estado productor de café y petróleo. Es también ruta de paso de migrantes que viajan desde Centroamérica a Estados Unidos. El gobierno local está fuertemente armado y hace años que se le acusa de tener vinculación con los cárteles de la droga que controlan el puerto de la ciudad de Veracruz.

Desde que gobernador Javier Duarte asumió el cargo en 2010, 13 periodistas han sido asesinados. Once dentro del estado y dos después de abandonarlo. Tres más están desaparecidos según el Comité de Protección de Periodistas, una organización internacional con sede en Nueva York.

Aunque nadie ha podido demostrar que el gobernador tenga algo que ver con la violencia contra la prensa, se le critica por el ambiente negativo para el ejercicio de la libertad de expresión en Veracruz. Ha acusado a los periodistas de estar relacionados con el crimen organizado. Ha encarcelado a blogueros y amenazado a un fotógrafo con terminar tras las rejas por denunciar la aparición de autodefensas en el estado.

La administración de Duarte siempre ha sido ágil a la hora de achacar los crímenes contra periodistas a motivos personales. Tres de los casos de más impacto, con reporteros asesinados tras escribir sobre corrupción, las autoridades dijeron que una murió durante un asalto y otro de una venganza personal. En el tercero de los casos se negó a aceptar que la víctima fueraperiodista y se escudó diciendo que pluriempleaba como taxista.

Cuando Espinosa abandonó el estado a principios de junio de este año, Juan Mendoza Delgado, otro periodista, murió atropellado por un vehículo cuando llevaba días desaparecido.

Ese es el contexto en el que Espinosa trabajaba para varias agencias de noticias y la revista Proceso, especializada en periodismo de investigación. No cubría narcotráfico ni nota roja, los temas más peligrosos que pueden tocarse en México. Pero fotografiar la represión del gobierno a los movimientos sociales puede acarrear consecuencias nefastas.

El 5 de junio fotografió como un grupo de encapuchados con bates de béisbol atacaba a un grupo de estudiantes universitarios. Pocos días después vio a un grupo de hombres extraños frente a su casa. Le fotografiaron y le empujaron. Sus amigos le dijeron que se fuera. Y se fue.

Cuando llegó al Distrito Federal estableció contacto con Artículo 19, un grupo que defiende aperiodistas y les pidió apoyo. Su amigo le propuso monitorear sus movimientos a través de un sistema informal de mensajes. Nunca acudió al mecanismo federal de protección de periodistas del gobierno. La mayoría de los reporteros no confían en que sirva de nada.

Comenzó a recibir terapia psicológica para tratar el miedo y la ansiedad.

No tardó ni una semana en decirles a sus amigos que echaba de menos Xalapa y que quería regresar. Echaba de menos a su pareja, a su perro Cosmos, un cocker spaniel que no se separaría del ataúd el día del entierro de su dueño, su trabajo, su compromiso político.

Pero se le recomendó que no regresara. La muerte de Mendoza atropellado y un fin de semana con 11 muertos en Xalapa no ofrecían una perspectiva demasiado halagüeña.

Espinosa vivía con su familia, al norte de la capital. Pero muchas veces se quedaba a dormir en casa de amigos en el centro. Le daba miedo viajar hasta la casa de sus padres de noche con su equipo fotográfico por temor a que se lo robasen.

Una de las personas con la que se veía a menudo era Nadia Vera, que se había mudado a la capital un año antes y trabajaba en un festival cultural. Crítica con el gobierno de Duarte, organizadora de protestas, activista. Había coincidido con Espinosa en marchas contra la muerte de periodistas.

Vivía en un piso compartido con otras tres chicas en la colonia Narvarte, un barrio tranquilo, seguro y de clase media del centro de Ciudad de México. Una de ellas estudiaba maquillaje. Se cree que otra era colombiana pero nadie lo ha confirmado aún.

Sobre las dos de la mañana del viernes, Vera, Espinosa y otro amigo llegaron al apartamento donde estuvieron comiendo y bebiendo hasta el amanecer. En algún momento, el otro amigo, no identificado, se fue. El fotógrafo se quedó a dormir y se despertó a la hora de comer. Poco antes había llegado a la casa una mujer que trabajaba allí limpiando y una de las compañeras de apartamento de Nadia se había ido a trabajar.

El fotógrafo amigo de Espinosa le envió un mensaje a la 1:58 de la tarde para preguntarle si estaba bien.

«Yo estuve hasta las 6 de la mañana», le decía.

La respuesta llegó en un minuto.

«Yo igual a esa hora terminé. Hoy tengo guardia en la AVC (Agencia Veracruzana de Noticias)», respondió Espinosa a las 14.11

Dos minutos dijo: «ya voy de salida a la calle».

Fue su último mensaje. Eran las 2:13 de la tarde del viernes.

 

MEXICO-PERIODISTA ASESINADO

MEXICO-PERIODISTA ASESINADO

Ruben Espinosa

MEXICO-PERIODISTA

Nov 20, 2014 | Actualizado hace 9 años
Venezuela recupera oro en natación en Veracruz

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Venezuela recuperó hoy terreno al conseguir siete de los nueve oros en disputa en la natación y la mexicana Nuria Diosdado se apuntó para ser la reina de los Juegos Centroamericanos y del Caribe al sumar quinto título en nado sincronizado.

El equipo venezolano de natación con Albert Subirats, con tres oros, y Andreína Pinto, con dos títulos individuales y un bronce en el relevo, al frente dejó claro quién es el rey de la natación en la región y llegó a 14 preseas de oro, 5 de plata y 9 de bronce con lo que aseguró su dominio en la justa.

Subirats se impuso en los 50 metros dorso con récord de los Juegos de 25.72 segundos, luego ganó los 100 mariposa con 53.58 segundos y cerró el relevo 4 por 100 libre ganado por los venezolanos a México.

Mientras que Pinto derrotó en los 200 metros estilos a la mexicana Fernanda González con tiempo de 2:18.31 y luego venció en los 800 libres con plusmarca de 8:39.49 minutos.

En el relevo 4 por 100 libre, Pinto dejó en primer lugar su equipo, pero sus compañeras perdieron el liderato y México vino de atrás para ganar la prueba.

Cristian Quintero, en los 200 metros estilo libre, y Carlos Claverie en los 400 estilos dieron las otras medallas para Venezuela, mientras que la mexicana Melissa Rodríguez fue la campeona en 50 metros pecho con 32.52 segundos.

En la piscina de nado sincronizado Veracruz, la mexicana Nuria Diosdado, sumó su cuarto y quinto título de los Juegos y se apuntó como la reina de la justa regional.

Diosdado registró previamente los títulos técnicos del solo, dueto y equipo y el solo libre y equipo y llegó a cinco oros en la competición regional.

La mexicana mañana tendrá la posibilidad de llegar a seis oros con la prueba de dueto libre.

En el inicio de la gimnasia, en la rama femenina México logró el oro por equipos y la venezolana Jessica López ganó en individual, mientras que en la masculina Puerto Rico se levantó como el campeón de la prueba al tiempo que el cubano Manrique Larduet ganó en individual.

En el ciclismo de pista en Xalapa, Colombia recogió el oro de la carrera por puntos con Weimar Roldán y la del kilómetro contrarreloj con Fabián Hernando Puerta y el bronce de María Luisa Calle en persecución individual femenina, prueba que ganó la cubana Marlies Mejías.

En el esgrima, Venezuela ganó el florete masculino equipos y Cuba se impuso en espada femenina equipos y en patín carrera en 500 metros, Colombia con Pedro Causil ganó la masculina y Venezuela con Yarubi Bandres se apuntó la femenina.

Mañana se cumplirá la sexta jornada en Veracruz 2014 con el cierre de la natación, la llegada del judo y las primeras medallas en tiro con arco.

Nov 17, 2014 | Actualizado hace 9 años
Claverie sumó el quinto oro para Venezuela en Veracruz

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El nadador venezolano Carlos Claverie aportó este domingo la quinta medalla de oro para Venezuela tras consagrarse en la prueba de 100 metros pecho de los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe 2014, que se llevan a cabo en Veracruz, México, hasta el 30 de noviembre.

Claverie se colgó la dorada con registro de 1 minuto, 1 segundo y 76 milésimas (1:01.76). Con ese tiempo, el venezolano implantó un nuevo récord de competencia.

El segundo lugar fue para el colombiano Jorge Murillo (1:01.90) y el tercero para el panameño Edgar Crespo (1:02.45).

Esta es la segunda medalla de oro en la jornada para Venezuela, tras el metal amarillo ganado por Andreína Pinto en los 200 metros libres al cronometrar 2 minutos y 42 milésimas (2:00.42).

Las pruebas de natación se disputan en el Centro Acuático Leyes de Reforma.

Hasta ahora, Venezuela se ubica en la tercera casilla de la clasificación general con 27 medallas: 5 de oro, 9 de plata y 13 de bronce.