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#MonitorDeVíctimas | 107 niños han quedado huérfanos producto de la violencia en Coche en los últimos 3 años
 “Mi hijo quería reunirse con su familia. Hoy sus hijos están huérfanos de padre y de madre. Quizá nunca los veremos de nuevo”, dijo Florencia Ollarves, madre del joven de 19 años, cuyo cadáver fue dejado sobre el pavimento en Coche

@carlos_dhoy

En mayo del año pasado Jesús Alberto Indriago Ollarves celebraba una ocasión especial en el hospital Miguel Pérez Carreño, en Caracas: nacía su segundo hijo, una niña. Antes de que la bebé cumpliera un año de edad ella y su hermano pasarían a ser parte de los 107 menores de edad que han quedado huérfanos por cuenta de la violencia en la parroquia Coche, en Caracas.

“Trabajaba, siempre trabajaba. No era un muchacho malo, siempre se rebuscaba”, dijo Florenia Ollarves, madre de Jesús Alberto, desde la Morgue de Bello Monte, adonde fue a retirar el cadáver del joven de 24 años de edad, que fue asesinado el pasado 8 de febrero cuando caminaba por la calle Zea, en la mencionada parroquia.

La idea del hombre era ir a reunirse con sus hijos en Colombia. “Era comerciante en el Mercado Mayor de Coche y había logrado ahorrar unos dólares con los que iba viajar en los próximos meses”, relató la mamá de la víctima. “Lo robaron, acribillaron y dejaron su cadáver tirado en el medio del pavimento”, agregó.

Tragedia tras tragedia

A pesar de los esfuerzos que hizo, Jesús Alberto no pudo volver a ver a sus pequeños. Luego de la alegría por el nacimiento de su hija menor todo se vio eclipsado por la tragedia.

Ariana, la mamá de la pequeña, murió en el mismo hospital donde nació la niña. Según los médicos falleció producto de complicaciones postoperatorias. Familiares de la mujer aseguraron que se trató de un caso de mala praxis.

Para el joven padre las noticias no mejorarían. A los pocos meses los familiares de Ariana tomaron la decisión de regresar a Colombia, su país de origen, y de llevarse a los niños con ellos. Consideraron que en el vecino país tendrían mejores oportunidades. A mediados de agosto del año pasado Jesús Alberto se quedó sin sus hijos. Era por eso que estaba ahorrando para ir a verlos.

Jesús Alberto era un venezolano de escasos recursos. Apenas llegó al sexto grado y desde muy joven se dedicó a trabajar. Fue obrero, dependiente en tiendas y también incursionó en el comercio informal.

 “Mi hijo quería reunirse con su familia. Hoy sus hijos están huérfanos de padre y de madre. Quizá nunca los veremos de nuevo”, se lamentó la abuela de los niños en la medicatura forense.

Violencia desatada

La de Jesús Alberto es una de las 132 historias de asesinatos ocurridos en los últimos tres años en la parroquia Coche. Se trata de una ola de violencia que ha dejado al menos 107 niños y adolescentes huérfanos.

Del total de personas asesinadas en Coche desde el 2017, 93% eran hombres. En cuanto a su formación académica, poco más del 50% tenía educación inferior a la media y 5% no tenía ninguna educación.

Un dato importante es que al analizar el perfil de los victimarios, en 55,3% de los casos los homicidas eran funcionarios policiales o militares. De acuerdo con las cifras recopiladas por Monito de Víctimas, 68% de los homicidios fueron presuntas ejecuciones extrajudiciales y supuestas resistencias a la autoridad.

Cerca de 40% de los crímenes cometidos por civiles correspondieron a robos (17), ajustes de cuenta (13), riñas (7) y balas perdidas (4). Las categorías de abuso o maltrato infantil, enfrentamientos entre bandas, linchamientos y violencia de género sumaron un caso cada una. En 14,3% de los casos los móviles no fueron establecidos.

#MonitorDeVíctimas | De seis tiros lo mató un vecino durante la celebración de Navidad
El homicida había discutido con otro hombre, pero al regresar lo halló solo y le disparó

@SandraGuerrero1 / Fotografía Carlos Ramírez

 

Desde las 11:00 am del pasado 25 de diciembre, un grupo de jóvenes habitantes de la Gran Misión Vivienda ubicada cerca de la estación Colegio de Ingenieros del Metro de Caracas, municipio Libertador, comenzaron a celebrar la Navidad frente a uno de los edificios.

Conversaban mientras consumían bebidas alcohólicas.

A las 6:30 pm de ese día ya el licor estaba haciendo efecto entre algunos de los vecinos y amigos y así fue como dos de ellos iniciaron una discusión en la que intervino Keiver Jesús Guillén para calmar los ánimos.

En vista del tono que tomó el intercambio de palabras la mayoría se retiró.

Guillén, de 26 años de edad, se quedó pues no formó parte de la discusión, pero uno de los que sí estaba enojado retornó al lugar con una pistola marca Glock y la accionó seis veces contra Guillén, quien murió en el sitio. La víctima recibió los impactos en un pie, para impedir que corriera, y el pecho.

El homicida huyó, pero hay vecinos que dicen que a veces lo ven en la zona.

Guillén era el segundo de los tres hijos de Yamileth Guillén. Dejó a tres niños huérfanos.

Tenía cuatro años viviendo con su esposa en un edificio de la Gran Misión Vivienda y trabajaba como encargado de un negocio en La Candelaria.

No registraba antecedentes y nunca estuvo detenido

 

En 5 meses 30 menores de edad quedaron huérfanos de madre a causa de la violencia

DURANTE UN ROBO FUE ASESINADA LISKEILA MOLINA, de 34 años, cuando regresaba de su trabajo. Le dieron un tiro en la cabeza dentro de una camionetica que transitaba por la autopista Francisco Fajardo a la altura de Antímano, el martes 7 de mayo.

La mujer era madre de una adolescente de 16 años. A diario madrugaba para llegar a su trabajo en el Ministerio de Finanzas. Ahí se desempeñaba en el área de mantenimiento, para ser sustento de su hija, quien ahora es huérfana de madre.

Entre enero y mayo de 2019, 30 menores de edad quedaron huérfanos de madre tan solo en Caracas. Según las cifras del Monitor de Víctimas —un proyecto de data periodística— la mayoría de ellos (22) habita en el municipio Libertador, seguidos por Baruta (4) y Sucre (1).

Nada más en cinco meses de 2019 esta cifra casi iguala al total de 2018, cuando 45 menores de 18 años de edad perdieron a su mamá en un hecho de violencia.

Las mujeres son víctimas de la violencia criminal o femicidios, por su género. Recientemente una mujer fue víctima de una ejecución extrajudicial en la capital. En La Vega, Lisbeth Machado, de 44 años, fue asesinada en un presunto enfrentamiento con el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) el 28 de mayo.

Actualmente Venezuela se posiciona como el país más violento de América Latina con una tasa de 81,4 homicidios por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV). La violencia se apoderó del país y la criminalidad, que antes se concentraba en unos municipios, ahora abarca casi todo el territorio nacional.

En este entorno hostil quedan los niños y adolescentes huérfanos de madre, con el dolor de perder a su pilar y seguir adelante, la mayoría acompañados por sus familiares que también deben lidiar con el duelo en un país lleno de hechos violentos.

Oscar Misle, director de Cecodap —organización que defiende los derechos de niños, niñas y adolescentes— explicó que estas pérdidas violentas tienen un impacto emocional importante, que debe ser abordado de manera apropiada ante los riesgos que corre el menor de edad.

Generalmente los duelos en los niños y adolescentes no son comprendidos de manera adecuada. En el caso de los más pequeños no tienen capacidad de verbalizar su dolor y la rabia, que es propia del dolor, no se comprende.

“La mayoría de los hogares de zonas populares son matricéntricos y los niños tienen rabia cuando asesinan a su madre, porque están predispuestos al no contar con su presencia. Si esto no se aborda debidamente puede tomar la violencia en un futuro como forma de venganza, aunque, por supuesto, no se debe generalizar porque todos los casos son distintos”, explicó.

Acompañamiento a las familias no se cumple

En varios de los casos de femicidios registrados en Caracas previamente los hijos han sido testigos del maltrato que recibe la madre, generalmente a manos de su padre o pareja. Incluso han presenciado el asesinato.

Melissa Arcila fue asesinada por su expareja José Gregorio Pérez, quien luego se suicidó. La mañana del 20 de mayo la víctima, de 38 años, regresaba de dejar a sus hijos, de 12 y 7 años, en el transporte para que los llevara al colegio y él la sorprendió en las escaleras del edificio. Con una tijera la apuñaló.

Hace un año se había separado del padre de los niños porque la golpeaba y en dos oportunidades le fracturó la nariz. Tras estas agresiones la hija mayor sentía rechazo por su papá, según declaró un pariente quien por medidas de seguridad pidió no ser identificado.

 

Los niños son más vulnerables cuando se encuentran en entornos violentos sin acompañamiento psicológico. Sus familiares también deben recibir ayuda profesional
Los niños son más vulnerables cuando se encuentran en entornos violentos sin acompañamiento psicológico. Sus familiares también deben recibir ayuda profesional

Ambos niños asisten a consulta psicológica. La familia tomó la decisión de que el psicólogo del colegio les diera la noticia del asesinato de su madre y posterior suicidio de su papá. El trámite legal para obtener la custodia está en proceso, mientras quedaron bajo el cuidado de sus abuelos maternos.

“Luego de que al menor de edad le asesinan a su mamá, la familia debe acudir al consejo de protección para que les den posibilidades desde el punto de vista legal y la abuela tiene todo el derecho de acompañarlo. Si la relación con el padre pone al niño en peligro se puede llevar a tribunales”, detalló Oscar Misle.

Denunció las trabas que se presentan en los consejos de protección de niños, niñas y adolescentes cuando de atender al menor de edad se trata. Explicó que si el consejo dicta una medida e incluye atención psicológica no hay especialistas o las citas no se dan inmediatamente, por lo que deben esperar largos meses desasistidos.

Están colapsados los servicios y hacen que el proceso se retrase mucho más, hay muchas demoras en los programas.

Entornos violentos para la juventud

Gloria Perdomo, coordinadora del OVV, explicó que el comportamiento de la violencia y las actitudes violentas resultan de un aprendizaje social.

“Socialmente los niveles de violencia en los hogares tienen que ver con procesos de aprendizajes de la violencia, resulta de experiencias violentas y está ocurriendo en hogares y calles, y se puede imitar”.

En los colegios a veces se normaliza esta situación y los niños o adolescentes tienen reacciones violentas a ciertos hechos, que adoptan con naturalidad.

Y en las zonas populares los menores de edad conviven con este entorno, en los que escuchan que asesinaron a un vecino, lo ven muerto al salir de casa, oyen de la muerte del dueño de la bodega o le matan a un familiar que puede ser su mamá.

Misle expresó que cuando hay varios acontecimientos violentos en la zona donde viven los menores, que ya han sido tocados por la violencia, tienen miedo de la situación que respiran. El miedo es mayor porque ya le pasó a su mamá y es una realidad de su entorno”.

Por eso resaltó la importancia del acompañamiento que deben recibir los familiares, pues cada uno según su vínculo sufre de forma distinta, especialmente el hijo o hija de la mujer.

Los niños deben recibir acompañamiento psicológico, para que drenen la rabia o frustración que ocasionó la pérdida violenta de su madre
Los niños deben recibir acompañamiento psicológico, para que drenen la rabia o frustración que ocasionó la pérdida violenta de su madre

Con técnicas específicas el menor de edad podrá drenar el sufrimiento y al expresar su dolor se sentirá comprendido y la violencia, de cierta forma, no influirá en su futuro.

La situación predispone al niño, lo hace más vulnerable a que pueda tomar la violencia en el futuro como forma de venganza porque en sus primeros años perdió a su mamá, y es como una herida física que si no se limpia se infecta. Hay un pase de factura posterior y puede que el menor tenga problemas en la relaciones sentimentales, le cueste establecer compromisos, por ejemplo, porque sufrió una pérdida y no fue asistido adecuadamente.

Estado no visibiliza femicidios

Entre enero y mayo de 2019 asesinaron a 33 mujeres en Caracas, de acuerdo con las cifras del Monitor de Víctimas.

Según el informe Mujeres al Límite 2019 en 58,6 % de los casos los victimarios de los femicidios fueron sus parejas actuales y 7,7 % ocurrieron a manos de exparejas.

La investigación realizada por la Coalición de Equivalencias en Acción indica que desde hace tres años el Estado no revela datos acerca de la violencia de género.

En 2018 el Ministerio Público informó verbalmente algunas cifras. En octubre de ese año Tarek William Saab, fiscal designado por la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), indicó que entre agosto de 2017 y octubre de 2018 se registraron 93 femicidios.

Esta modalidad de rendición de información es problemática. Por un lado, la información no es verificable, ya que no se dispone de informes oficiales que detallen estos datos, ni la metodología para su recolección y, por otro, no es periódica, lo cual dificulta establecer un panorama general de los niveles de violencia y femicidio”, reseñó el informe.

Sin embargo, estas cifras no revelaron verdaderamente la problemática. Según el portal Cotejo.Info en 2018 ocurrieron 448 femicidios en Venezuela y en comparación con 2017 aumentó 10,8 %.

Mientras que en Caracas el Monitor de Víctimas manejó que ocurrieron 83 femicidios durante 2018.

“Es importante hablar específicamente de femicidio porque resulta de una forma de discriminación grave contra las mujeres y esta es una forma de violencia con perfil propio que hay que visibilizar, dejando clara sus causas y consecuencias, que son distintas a otras formas de homicidio”, dijo Perdomo.

@yohannamarra

 

#MonitordeVíctimas | La policía cometió la mitad de los homicidios ocurridos en Caracas en 2018
607 personas murieron a manos de los cuerpos de seguridad en Caracas, de los cuales 58% fueron asesinados por la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y sus Fuerzas de Acciones Especiales (FAES). 5 de cada 10 eran jóvenes menores de 25 años y 41% de los casos ocurrieron dentro de sus vivienda, según registros de Monitor de Víctimas

 

@fabicrisci17

DANNYS OROPEZA TENÍA 18 AÑOS Y ERA BACHILLER, vivía con su familia paterna. Su tía Neida Oropeza lo describe como “moreno, delgado y aficionado al basket”. Fue asesinado en el sector San Andrés de El Valle, municipio Libertador, en un operativo de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) de la Policía Nacional Bolivariana.

El joven salía de casa de la familia de su madre cuando los perros comenzaron a ladrar: Había llegado la FAES. “Su abuela vio pasar a los funcionarios y al momento se escuchó la explosión. Dicen que cuando él estaba terminando de subir las escaleras de la vereda, la policía lo detuvo. Luego supimos que estaba muerto”, contó Oropeza. El cuerpo de Dannys tenía 10 disparos. “Nosotros no teníamos por qué temer cuando habían explosiones o tiros; mi sobrino no estaba en nada malo ni había estado preso.”

Según las subcategorías de violencia policial registradas por Monitor de Víctimas -ejecuciones y resistencia a la autoridad- fueron registradas 568 víctimas, mientras que con otros delitos cometidos por los funcionarios suman 607 personas que murieron a manos de los cuerpos de seguridad en Caracas en 2018, lo que representa la mitad del total de los 1.371 homicidios que ocurrieron en el Distrito Capital de Venezuela ese año. Esto significa que hubo un aumento 48% respecto a 2017, cuando las policías mataron a 409 personas. Incluso en el segundo semestre de 2018 el incremento fue de 61% con respecto al segundo semestre de 2017.

El promedio de edad de las víctimas fue de 24 años. Cinco de cada 10 personas muertas eran menores de 25 años, y 35 víctimas eran menores de edad. 12% de estos jóvenes eran estudiante, 16% estaba desempleado y 22% trabajaba en la construcción. El resto se dedicaba al comercio informal, trabajos de mototaxi, barbería y mecánica.

 

Estigmatización social: jóvenes, morenos y de bajos recursos

La tarde del 2 de agosto una comisión del Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalística (CICPC) entró por la parte trasera de la casa de Lewis Reyes, en el sector González Cabrera de El Junquito, en el municipio Libertador. Lo desnudaron y lo golpearon en el pecho. Los funcionarios sacaron a su novia de la casa y los vecinos se empezaron a concentrar afuera, desde la calle vieron cómo los funcionarios lo arrodillaron y golpearon en el interior de la casa. Después oyeron los disparos.

Los vecinos grabaron videos y tomaron fotos del momento, pero los funcionarios los obligaron a borrarlos. “La policía llegó sin una orden y la gente quiso ayudar porque mi nieto era muy querido en la zona, pero no lo permitieron, incluso, a un muchacho hasta lo detuvieron”, contó su abuela, Elsy Laguna. Lewis estaba en régimen de presentación desde hacía cuatro meses, había estado preso por tenencia ilegal de una arma.

Lewis Reyes era uno de los 23 jóvenes, menores de 25 años, que estaban estudiando y fueron asesinados por la policía en Caracas. A sus 22 años estaba terminando el bachillerato. Su madre había emigrado con el hijo más pequeño, y él vivía con su novia y su hermana mayor.

La socióloga Verónica Zubillaga explica que la escalada de violencia en los últimos años se le puede atribuir al lanzamiento en 2009 de “una nueva etapa de operativos militarizados que abrió paso a una práctica de matanza extralegal». Así lo asegura su artículo “Del punitivismo carcelario a la matanza sistemática”, publicado en junio de 2018 en la Revista M de Río de Janeiro.

La académica agrega que estos modelos se han convertido en una forma de control sobre los sectores populares y una estrategia para mantener la hegemonía del poder, ubicando al Estado como un actor fundamental de la violencia en el país.

En el ensayo se documentan los testimonios de violencia policial hacia hombres jóvenes que habitan en barrios caraqueños. Estas muertes revelan una estigmatización social y territorial “centrada en hombres de piel oscura que viven en zonas de bajos ingresos”. Las partes altas de los barrios comenzaron a ser llamados “corredores de la muerte» después que Freddy Bernal, expolicía, exdiputado y excoordinador de la Comisión para la Reforma Policial, utilizara el término.

Las denuncias plasmadas en el artículo de Zubillaga se ven reflejadas, además, en las cifras recabadas por Monitor de Víctimas en 2018 en el Distrito Capital. 66% de las víctimas de homicidio por resistencia a la autoridad y ejecuciones eran de piel morena; en el municipio Libertador 7 de cada 10 homicidios fueron responsabilidad de los cuerpos de seguridad del Estado; 32% de los casos de jóvenes menores de 25 años asesinados por la policía ocurrieron en las parroquias Sucre, El Valle y Petare, del municipio Sucre.

Leonardo Silva, líder comunitario de la organización Caracas Mi Convive en Catia, explicó que en la parroquia Sucre “cuando llega la policía todos los vecinos se esconden. Si ven jóvenes entre 18 y 19 años los desnudan y los matan. Aunque no estén al margen de la ley, igual los identifican como delincuentes”.

La policía: El más sofisticado grupo de crimen organizado en Venezuela

Un tiro en la pared le recuerda a Nelly Rivas la muerte de su nieto Adrián. Apenas le avisaron que lo habían matado,  salió a casa de su hija y en el camino vio pasar la furgoneta que llevaba el cuerpo del joven. La madrugada del 21 de septiembre, el CICPC entró a casa de Adrián rompiendo la puerta en Filas de Mariches y lo asesinó frente a su esposa, su hija de tres años y su madre. A su mamá la agredieron verbalmente y la apresaron.

Adrián de Jesús Sanabria tenía 23 años, era moreno, alto, “bien simpático”, contó su abuela. Trabajaba vendiendo frutas con su papá. Lo señalaron de ser miembro de una banda de robo de vehículos, pero Rivas aseguró que nunca había tenido antecedentes penales.

Según los datos recabados por Monitor de Víctimas, 41% de los homicidios cometidos por la policía ocurrieron dentro de las viviendas. Las muertes a manos de los cuerpos policiales en los hogares aumentaron 100% con respecto a 2017. Pero las ejecuciones dentro de las viviendas van acompañadas de violaciones a la propiedad privada por parte de los funcionarios, pues ingresan a las residencias sin una orden judicial, como establece la ley. En la mayoría de los casos destruyen las viviendas, roban y maltratan a los familiares de las víctimas.  

Son recurrentes las denuncias de robos de enseres domésticos y el anonimato con el uso de capuchas, explica Zubillaga en el informe. Este patrón definiría al sector estatal militarizado como «el más sofisticado y poderoso grupo de crimen organizado venezolano en la actualidad».

Los líderes comunitarios de Catia cuentan que las comunidades viven con miedo. “Casi siempre hacen los operativos en la noche y se llevan todo de las casas. Los funcionarios no tienen identificación, llegan con la cara tapada o las máscaras de la muerte”.  

La abuela de Adrián consideró que si su nieto había cometido un delito debían llevarlo preso, no matarlo. “Uno no sabe, pero mi nieto no estaba en nada malo y aquí no hay pena de muerte. Cuando Adrián estaba recién nacido tuvieron un accidente, su hermano mayor murió pero a él no le pasó nada… Imagínese, para que me lo vengan a matar así”, dijo entre lágrimas.

El joven era la fuente principal de ingresos de su hogar, y ahora que no está, entre todos los miembros de su familia están ayudando a su esposa. Nelly Rivas contó que estaba esperando cobrar la pensión para poder comprarle útiles escolares a su bisnieta.

Adrián fue una de las 175 víctimas asesinadas por la policía en 2018 que eran responsables de sus hogares, lo que resulta en 474 personas desamparados económicamente.

434 huérfanos, la cifra de la que nadie habla

Según las estadísticas de Monitor de Víctimas, Adrián Sanabria era también una de las 212 personas asesinadas en 2018 por los cuerpos de seguridad que tenían hijos menores de edad. En 2018, 434 niños y jóvenes perdieron a uno de sus padres.

La hija de tres años de Johan Escorcia también quedó huérfana. Su papá fue víctima de funcionarios de las FAES de la Policía Nacional Bolivariana. El 4 de julio de 2018 los uniformados lo detuvieron, requisaron y dentro de la casa de la casa lo desnudaron y le dispararon.

En la vivienda, ubicada en El Morro de Paulo Sexto en Petare, se encontraba su esposa, su hijastra de siete años y su niña pequeña, quien no deja de repetir cómo fue la muerte de su padre y quién lo hizo. A la familia la sacaron de la casa y luego lo ejecutaron.

“Él no tenía antecedentes ni armas. Cuando nosotros llegamos a su casa nos dijeron que era un allanamiento pero no tenían orden de detención. Si hubiese cometido un delito, tenían que llevárselo preso pero no matarlo. Los funcionarios estaban con  la cara cubierta y una de ellos nos dijo que ya no podía hacerse nada” contó Yuleidis Escorcia, hermana de Johan.

Escorcia es una las 328 víctimas que fueron asesinadas por la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y el FAES en 2018, organismo responsable de 6 de cada 10 homicidios, siendo el primer victimario entre los cuerpos policiales. 35% es responsabilidad del Cuerpo de Investigaciones Penales y Criminalística (CICPC). El porcentaje restante corresponde a policías municipales y Guardia Nacional Bolivariana.

Zubillaga señala que las declaraciones de los funcionarios, plasmadas en el informe, revelan que, más allá de los policías que cometen los homicidios, está «una red de funcionarios y superiores que ignoran, excusan, apoyan e inclusive recompensan estas muertes».

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La policía es responsable de la mitad de los homicidios entre junio y agosto de 2018

Durante los meses de junio, julio y agosto de 2018 se reportaron 368 casos de homicidio, 22% menos en comparación al mismo período en 2017. El municipio Libertador sigue registrando el mayor número de muertes violentas en el Área Metropolitana de Caracas, durante estos tres meses hubo 269 casos, es decir, que 7 de cada 10 homicidios ocurrió en esta zona.

Del total de muertes, 50% están relacionados con violencia policial. Durante estos tres meses hubo 184 homicidios en manos de la policía, aumentando 15% con respecto a junio, julio y agosto de 2017, en los que Monitor de Víctimas reportó 160 casos. El primer móvil de muerte se debe a ejecuciones. En el trimestre de 2017 hubo 60 casos, mientras que en 2018 se duplicó la cifra para un total de 120 ejecuciones.

En cuanto a las parroquias, Petare es donde se registró mayor número de homicidios en la vía pública concentrando 15% de los casos, 34 muertes violentas. Además, esta parroquia fue la zona más violenta en cuanto a violencia policial, durante estos tres meses 55% de las muertes se le atribuye al Estado.

Otra de las cifras alarmantes son las relacionadas a los jóvenes. Este trimestre se registraron 207 homicidios a personas menores de 30 años, de ellos 28 eran menores de edad. De estos menores, 40% fue asesinado en manos de la policía.