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Cómo disimular lo sifrino, Reuben Morales

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La fuerte crisis económica nos tiene buscando mejores precios en sectores populares que antes eran impensables en nuestro GPS mental. Este fenómeno ha provocado una práctica actoral muy peculiar: el ocultamiento de ese sifrino que todos llevamos por dentro (indispensable para cuando toca agarrar buseta o ir a un mercado popular). ¿Pero cómo se logra?

Paso 1: entre en sintonía con el populacho. Antes de salir a esta fauna, practique la siguiente meditación. Cierre los ojos, respire profundamente y deje aflorar esa parte suya que salta de emoción cuando escucha un vallenato, una bachata o el programa de Full Chola. ¡Vamos! No se niegue. Todos contamos con un área marginal. Años y años ocultándola en nuestro círculo social la dejó como volcán apagado, pero ese niche interno está ahí, esperando el estímulo desencadenante para hacer erupción. ¡Despiértelo! Ahora, cuando se monte en una buseta y arranque esa bachata a todo volumen, menéese para un lado, cierre los ojos de inspiración mordiéndose los labios y empiece a cantarla.

Paso 2: Modifique su habla. Si usted acostumbra a decir “Buenos días”, no adentre estos mundos del ciudadano de a pie hablando así. Apenas cruce el portal de lo popular, diga “¿Qué es lo que es?”. Importante: métale algo de groserías a su léxico. ¡Ah!, y si puede piropearle a alguien en la calle, mejor. ¡Ojo!, tampoco se vaya de palos embarrando su lenguaje. Inmediatamente podría resaltar como el sifrino camuflado de pobre. Ésa es una zona en donde no querrá caer usted. Quien entra a ese gueto, jamás sale de nuevo, dice la leyenda. Si no, pregúntele a María Corina.

Paso 3: Piense rápido. Lamentablemente, el sifrino de cuna padece una mutación genética mediante la cual no puede pensar ni hablar rápido. Acostumbrado a hacer compras en supermercados, siempre cuenta con tiempo para digerir mentalmente el precio de los anaqueles. En los mercados populares, en cambio, el comercio es fugaz. Por eso le recomendamos lo siguiente. Cuando le griten un precio, usted ni lo analice. Solo diga: “¡Muy caro!… ¿en cuánto me lo dejas, papá?”. En ese momento comenzará el toma y dame del regateo. Allí es cuando usted partirá su cerebro en dos. Con una mitad se mantendrá conversando con el vendedor. Con la otra, calculará si ese precio está bien al dólar del día o está caro comparándolo con Amazon o con el Walmart donde compró en sus últimas vacaciones.

Paso 4: Busque la parte marginal de su árbol genealógico. Tenga presente algo. En los espacios populacheros, el resentimiento está a flor de piel. No se extrañe si alguien le dice “blanquito” o “catirito”. En ese caso, apele a sus raíces. Así como todos nos matamos buscando esa tajada de ADN que nos hace merecedores de un pasaporte de la Comunidad Europea, mátese usted también encontrando ese cable genético que lo une al monte. ¿Un ancestro negro? ¿Un antepasado indígena? ¿Un bisabuelo de la otrora Colombia? ¿Una abuela llanera? ¡Chapéelo con orgullo! Diga: “¡Yo no soy catire! ¡Yo soy bachaco! ¡Mi bisabuela era negra! Yo salí así no sé por qué, pero la otra parte de mi familia es negra. Es más tú nos ves juntos y ni parecemos familia”. Lo dejarán quieto.

Resultado general: Un mejor desenvolvimiento en clases D, E y F. Si aplica estas técnicas al pie de la letra, ya se verá gritando “¡En la parada!” con una seguridad envidiable. Logrará hacer toda la compra del mes en un mercado popular con tan solo diez dólares. Ahora, si usted se toma a pecho estos principios y los hace su ley de vida, terminará siendo tan, pero tan marginal, que quizás le ofrezcan un alto cargo en el gobierno, tenga acceso a sumas astronómicas de dinero y termine siendo más sifrino de lo que era cuando arrancó a leer este artículo.

 

@reubenmorales

Alejandro Armas May 13, 2016 | Actualizado hace 3 semanas
Oligarcas gritones ante un espejo

Espejo

 

Este régimen aspira a ser tan, pero tan revolucionario que ha decidido revolucionar hasta el idioma castellano. Imagino que sus cabecillas pensarán que la patria de Bolívar y Chávez no debe arrodillarse ante el mandato de la Real Academia Española, ya que eso sería colonialismo lingüístico, una capitulación del verbo rebelde ante Rajoy y otros malvados que no han entendido que Venezuela ha decidido ser libre en todos los sentidos.

Ergo, se han dado a la antiimperialista tarea de retorcer a su antojo las leyes del idioma. ¡Y miren que en eso de deformar normas son buenos! Para muestra lo que hacen todos los días con la Constitución. Pero dejemos eso a los amigos jurisconsultos y enfoquémonos en nuestro asunto de la revolución del lenguaje.

A estas alturas es evidente que el proceso de transformación endógena hacia un español del siglo XXI tiene que darse en todos los campos. A nivel ortográfico y gramatical está más que patente en varios de los tuits de dirigentes y medios de comunicación del Estado. Un ejemplo: aunque son sustantivos comunes, los términos “pueblo”, “patria” y “comandante” siempre deben comenzar con mayúscula. Otro es la falta de límites en la lucha por execrar el machismo que caracteriza a la lengua adeco-burguesa. Eso es lo que permite hablar de “millones” y “millonas”. Haya o no un equivalente femenino previo, la norma se debe cumplir, y también a nivel textual, sin importar que colectivamente esta inclusión de los dos géneros implique un gasto mucho mayor en tinta y papel. Minimizar la tala de árboles es una excusa inaceptable para la consumación del nuevo modelo en todos los órdenes.

Sin embargo, es en el terreno semántico donde se han lucido los cultores de la nueva voz popular (“¡No, no es vox populi! ¡Dejen las palabritas raras para confundir, pitiyanquis!”). Así, a varias palabras se les puede dar significados totalmente diferentes a los que aparecen en los diccionarios. Muchos ya han pasado por esta metamorfosis, pero por alguna razón el procedimiento ha sido más marcado en un puñado de adjetivos, casualmente los predilectos de la militancia del PSUV para descalificar a sus adversarios.

Las alteraciones conceptuales son tales que epítetos que por naturaleza se rechazan pueden ser unidos en matrimonio y convivir en una misma persona. Vemos de esta forma que un oponente cualquiera de la línea oficial es a la vez “fascista” y “neoliberal”, a pesar de que el fascismo es inherentemente antiliberal.

Hoy quiero detenerme un poco en la acepción dada por el discurso oficial a otra palabra. Me refiero a “oligarca”. Antes de eso cabe una breve acotación sobre el impacto que puede producir toda esta “neolengua” chavista en el contexto de un gobierno que se ha adueñado de los medios del Estado y los usa sistemáticamente y sin ningún recato en la promoción de sus intereses y opiniones. A medida que ese (ab)uso crece y se reducen a una mínima expresión los contenidos que desafían la retórica miraflorina mediante acoso permanente, se facilita la imposición a la colectividad de una realidad interpretada únicamente desde el centro del poder (ojo, se facilita, pero no se garantiza). En ese mundo de las ideas, que no es el de Platón, a quienes disienten del Ejecutivo les construyen perfiles negativos disparatados, y se disimulan ciertas características nada halagadoras de las autoridades rojas rojitas.

Justamente es lo que pasa con el término “oligarca”. El PSUV y sus socios minoritarios del Gran Polo Patriótico lo usan para referirse a un grupo de personas de las clases sociales más pudientes, y que componen la inmensa mayoría de los oponentes del chavismo. Entre las características de estos viles sujetos está el clasismo, el racismo, el desprecio por la cultura y tradiciones venezolanas, la inclinación por the American way y, por supuesto, una conducta reaccionaria y violenta ante los deseos del pueblo encarnados en la autoproclamada revolución bolivariana.

Pero, cuando se logra alzar los oídos más allá de la “neolengua” gritada, es fácil darse cuenta de que, en realidad, los oligarcas no son tales. Un primer indicio lo aporta la etimología. “Oligarquía” viene del griego oligos, que significa “pocos”, y archos, que es “gobierno”. Es el gobierno en manos de pocos individuos.

La cultura helena fue la primera en Europa que filosofó sobre este concepto, en el marco de las reflexiones sobre las diferentes formas en que las sociedades humanas se organizan.  El gran aporte original proviene de Aristóteles, quien precisamente definió al ser humano como un animal político. El sabio de Estágira dividió los tipos de gobierno según la cantidad de personas que ejercen el poder: uno solo, unos pocos o todos. Pero además, para cada una de estas categorías concibió una dicotomía entre los soberanos que ordenaban para satisfacer los intereses de la colectividad, o solamente los propios. En ese sentido, la oligarquía está del lado negativo de la polaridad: es un gobierno ejercido por unos pocos, para el beneficio exclusivo de ellos. Se diferencia así de la aristocracia, en la que un puñado de individuos también concentra todo el poder, pero con el bienestar colectivo siempre como norte.

Otro griego, Polibio, entendió la taxonomía aristotélica como un ciclo en el que se pasa por la monarquía, la tiranía, la aristocracia, la oligarquía, la democracia y la oclocracia, para luego caer de nuevo en la primera ante el desorden que supone la última. Aunque este pensador llegó a Roma como un esclavo en el siglo II a.C., quedó fascinado con el Estado republicano que ahí se había instituido. Pensó que este había zanjado la disputa sobre cuál de las formas de gobierno concebidas por Aristóteles era la mejor, porque combinó las propiedades positivas de todas. Por un lado había una diarquía (a veces monarquía) establecida en el consulado, encargado de la administración pública. También estaba el Senado, una aristocracia a la que se consultaba sobre asuntos de primer orden. Finalmente, el pueblo organizado en comicios o asambleas democráticamente hacía leyes y designaba a ciertos funcionarios clave.

Desde luego, la constitución romana idealizada por Polibio tuvo su apogeo mucho antes del advenimiento de la corrupción de la república y la sucesión de la misma por un principado despótico y a menudo controlado por la guardia pretoriana. El sistema virtuoso se vino abajo por desequilibrios entre los poderes que fueron surgiendo poco a poco.

No obstante, la idea de un régimen mixto quedó congelada durante siglos para volver triunfalmente con la Constitución de Estados Unidos y, luego, la fundación de otras repúblicas modernas. En estas un monarca (Presidente) comparte el poder con aristócratas (parlamentarios) electos democráticamente.

Por desgracia, las tiranías y oligarquías también se han manifestado en muchas ocasiones a lo largo de los siglos XX y XXI. Es eso lo que nos lleva de vuelta a la Venezuela de hoy. Desde el 6 de diciembre queda claro que quienes gobiernan el país son una minoría no respaldada por el resto de la población. Si ella fuera virtuosa, se adaptaría a esta realidad, o daría paso a otro grupo de individuos que sí de respuesta oportuna a las exigencias de la mayoría de los ciudadanos. Pero nada de eso ha ocurrido. La cúpula oficial descarta furiosamente cualquier concesión ante el soberano y proclama que ahora y para siempre seguirá haciendo las cosas de la misma manera que más de medio país rechaza. La ineficiencia y la corrupción ya no pueden escudarse bajo el manto de una nación que apoya el proceder de las autoridades. Eso de que “el pueblo manda” es una consigna desfasada y hueca.

Entonces, ¿quiénes son los verdaderos oligarcas? La mayoría de los venezolanos manifestó su interés hace más de cinco meses, pero los líderes rojos, de Maduro para abajo, se niegan a atender el llamado. Se limitan a disimular, a hacer como si no pasara nada, a abusar del castellano para gritarle “¡Oligarcas!” a los sometidos a esta peculiar oligarquía.

@AAAD25

Trastorno del lenguaje puede desencadenar una enfermedad neurodegenerativa
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Esto puede empezar con una simple palabra que no se puede pronunciar… La lengua y los labios dan traspiés y lo que sale es un galimatías.
Decir mal las palabras podría despertar risa en familiares y amigos, pero luego, el asunto continua y progresivamente se pierde el habla más y más. Algunos pacientes terminan convirtiéndose en mudos debido a la apraxia primaria y progresiva del habla, trastorno que se relaciona con una enfermedad neurológica degenerativa.
Dos investigadores de Mayo Clinic han invertido más de una década en descubrir indicios de la apraxia del habla. Se trata del neurólogo Dr. Keith Josephs y del patólogo del lenguaje Dr. Joseph R. Duffy, quienes presentaron el trabajo titulado “Las palabras me salen mal: cuando el pensamiento y el lenguaje se desconectan del habla”, el pasado domingo 14 de febrero en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia en Washington, D.C.
Los pacientes mismos e incluso muchos profesionales de la salud no reconocen la apraxia del habla y por ello, normalmente el tratamiento se busca cuando la enfermedad ya está en etapas avanzadas, explica el Dr. Josephs. A medida que avanza la apraxia, a menudo se la diagnostica mal como enfermedad de Alzheimer o como esclerosis lateral amiotrófica. Un paciente recibió inyecciones de Botox en las cuerdas vocales, administradas por un médico que creyó que el problema era de espasmos musculares de la laringe. A la apraxia del habla se la ha diagnosticado hasta de enfermedad mental.
“Debido a que primero se presenta como un problema ‘solo’ del habla, a algunas personas se les dice que ‘es algo que está en su cabeza’. Lo hemos visto y es muy triste”, anota el Dr. Josephs.
Cuando la causa es un accidente cerebrovascular, la apraxia del habla normalmente no empeora y hasta puede mejorar con el tiempo. Sin embargo, a la apraxia del habla generalmente no se la reconoce como una afección distinta y capaz de desarrollarse en un trastorno neurológico que genera problemas que empeoran a medida que transcurre el tiempo con el movimiento de los ojos, el uso de las extremidades, la marcha y las caídas.
“Deseo que la moraleja no sea que ésta es una afección benigna, sino que se trata de una enfermedad asoladora, que en cierto sentido es peor que la enfermedad de Alzheimer que no suele afectar ni el equilibrio ni la marcha sino hasta un estado más avanzado”, advierte el Dr. Josephs. “Esta enfermedad puede empezar con algo tan simple como la imposibilidad de pronunciar algunas palabras y seis años después, requerir pañales, no poder hablar ni caminar y babear”, añade el doctor.
La ventaja de diagnosticar pronto y correctamente la enfermedad es la posibilidad de administrar la terapia adecuada a la persona. “Sería bueno que la gente reconociera los cambios en el habla que pueden ser las primeras señales de esta enfermedad neurológica. Por ello, una parte importante del tratamiento es informar acerca de la afección”, añade el Dr. Duffy.
Si bien la terapia del lenguaje no revierte ni detiene el avance de la apraxia, permite desarrollar compensaciones para pronunciar mejor los sonidos. Las personas con apraxia del habla también pueden usar computadores o textos como medio de comunicación alterno.
A menudo no se reconoce ni la valía ni la complejidad del habla. “El habla es lo que nos conecta con el mundo”, asegura el Dr. Duffy.
El habla es un logro complejo del cerebro y del cuerpo, apostillan estos científicos. Primero, es necesario seleccionar las palabras adecuadas para luego organizarlas en un mensaje coherente que activa 100 músculos entre los pulmones y los labios, a fin de producir al menos 14 sonidos distintos por segundo, los cuales la persona que escucha puede entender.
Cuando existe un problema en la programación del habla, o sea en la dirección de los músculos y de las estructuras que deben moverse, eso se conoce como apraxia.
Las personas con apraxia del habla o con seres queridos afectados por ella posiblemente observen lo siguiente:

  • Velocidad lenta para hablar.
  • Errores inconstantes, tales como decir una palabra o un sonido correctamente a veces y no hacerlo en otras.
  • Alteración del ritmo del habla.
  • Titubeos con la boca para emitir sonidos.
  • Mejor habla automática, tal como para saludar, comparado frente a hablar con un propósito.

La apraxia del habla difiere de la afasia, que es un trastorno del lenguaje que interfiere con la capacidad del paciente de entender o usar palabras. Un paciente puede sufrir de ataxia del habla y de afasia.
A pesar de que todavía no se ha determinado la causa de la apraxia primaria y progresiva del habla, se descubrió una acumulación anómala de la proteína tau —que también es un factor contribuyente en la enfermedad de Alzheimer— dentro del cerebro de quienes murieron con apraxia del habla.
Mayo Clinic recibió subsidios de los Institutos Nacionales de Salud, en los cuales el Dr. Josephs es el investigador principal, para enfocarse en la apraxia del habla dentro del contexto de los trastornos neurodegenerativos de la cognición y de la función motora.
Los doctores Josephs y Duffy, así como sus colegas en investigación han publicado artículos sobre sus descubrimientos en Brain, en la Revista Americana de la Enfermedad de Alzheimer y otras Demencias, en Neurología y en la Revista de Neurología.

*Con información de Mayo Clinic

 

Aventuras y desventuras de la palabra por Marcelino Bisbal

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Diría que casi todas las leyendas indígenas, hasta el escrito del Génesis bíblico o del Popol Vuh, narrándonos el origen del hombre y lo que vendría después de su aparición, comienzan describiendo que al ser humano una vez puesto en la Tierra, de inmediato le es dado el logos, es decir la capacidad de pensamiento y las palabras para expresar ese pensamiento. El filósofo venezolano José Manuel Briceño Guerrero en un bello libro –El origen del lenguaje– nos recopila una buena cantidad de leyendas en donde vemos cómo el origen del hombre comienza con el don del lenguaje y de las palabras. “El lenguaje es el medio que hace posible la formulación de preguntas y respuestas”. Y Briceño Guerrero remata diciéndonos que “el lenguaje es el lugar de lo humano, en él vivimos, nos movemos y somos”.

Las palabras y el lenguaje pertenecen a una misma dimensión, porque desde ahí expresamos el mundo y su realidad, expresamos al ser humano y sus vidas… El periodista, el escritor, el poeta, el intelectual, el político y el hombre en general emplean esa dimensión para narrar su historia, la historia y, en definitiva, el acontecer ya sea real o imaginario que también parte de alguna forma de lo real.

Por estos días las palabras han sido reconocidas porque ellas han servido para contarnos la realidad de los hechos, muchas veces trágicos y conmovedores, pero también han servido para expresar la belleza que nos rodea y que se nos escapa por el ritmo frenético de la vida del presente. Pero a veces las palabras sirven también para dominar, acallar, ocultar y denigrar. Son como piedras –diría U. Eco– lanzadas desde el poder.

 

1-. “Oír las voces de la calle”

El periodismo es noticia. Parece una contradicción, porque algunos afirman que el periodismo tiene como objetivo dar noticias, transmitir información. Suponiendo que esa idea sea cierta, pues resulta que ahora es noticia. Y lo es porque la bielorrusa Svetlana Alexiyévich ha sido la ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015. Primera vez, en la historia de los premios que una reportera de profesión gana el Nobel de Literatura. Alexiyévich ha definido lo que escribe como un trabajo narrativo en donde distintas voces se expresan. No es la opinión de la periodista la que se presenta y la que se nos ofrece, son muchas historias las que se leen, las que se escuchan a través del relato que la cronista nos brinda. En repetidas entrevistas Svetlana ha dicho que “necesita oír las voces de la calle”.

Aun cuando sus libros no han llegado hasta nosotros, al menos en nuestro país, sus críticos apuntan que en su trabajo más conocido Voces de Chernóbil (Siglo XXI, 2006) lo que leemos son las historias de hombres y niños, de ancianos y mujeres, que sufrieron el accidente nuclear de Chernóbil. Relatos contados por esas voces, pero historias al fin y al cabo. Es que el periodismo se nutre de testimonios narrados por los mismos seres humanos, pero presentados por el narrador-informador a partir de su experticia profesional y con alguna dosis de subjetividad. Porque cada quien percibe la realidad con sus matices. El español Miguel Ángel Bastenier (profesor de periodismo de El País y de la Fundación Nuevo Periodismo Gabriel García Márquez) escribía recientemente que el periodista no se debe guiar por su antropología personal, lo que significa dejar de lado nuestras preferencias y manías a la hora de narrar los hechos. Textualmente: “Nadie ha dicho que eso sea fácil; muy al contrario, es una batalla permanente contra uno mismo. Eso es la honradez, cualidad que debe verse coronada por el esfuerzo de dar al lector la versión o representación que a nuestro juicio facilite un mayor y mejor conocimiento de la realidad, aunque sea a sabiendas de que solo puede ser aproximado, porque lo único absoluto es que lo absoluto no existe”.

Otro periodista, Ryszard Kapúscinski, nacido en Polesia –hoy Bielorrusia– ha dicho que no existe diferencia entre periodista, escritor y reportero. Los tres oficios se funden en la búsqueda de historias, en el encuentro con las realidades y los mundos de los otros. “El periodismo, en mi opinión –nos dice Kapúscinski–, se cuenta entre las profesiones más gregarias que existen, porque sin los otros no podemos hacer nada. Sin la ayuda, la participación, la opinión y el pensamiento de los otros, no existimos. La condición fundamental de este oficio es el entendimiento con el otro: hacemos, y somos, lo que los otros nos permiten”.

Bien por esta periodista y por su premio a las palabras y al lenguaje que emplea. Palabras y lenguaje que confluyen para contarnos la historia “del impacto humano de las grandes conmociones de la URSS (…) porque soy investigadora de aquel período”.

 

2-. “Pero estamos aquí para decir la verdad”

No es periodismo, sino poesía. Ella también ha sido noticia. Nuestro poeta Rafael Cadenas se hace merecedor del XII Premio de Poesía Federico García Lorca entre 43 aspirantes de Hispanoamérica y España. El veredicto: “Su obra ha sido siempre lúcida, deliberadamente marginal y muy callada (…) Ha construido una obra intelectualmente muy arriesgada y muy incómoda con cualquier manifestación totalitaria con el poder”.

Rafael Cadenas no solo ha escrito poesía, también se ha destacado como ensayista. Dos textos que hemos trabajado: En torno al lenguaje (1984), donde el poeta nos introduce en lo que para él es el lenguaje y el uso de las palabras. Nos habla de la quiebra del lenguaje, de la gramática contra la lengua, de lenguaje y literatura y de otros temas que conciernen al buen uso del lenguaje. Se trata de un libro escrito con sencillez y sin rebuscamientos académicos, porque “no he escrito estas páginas en postura de quien sabe sino de quien siente. Padezco el tema…”. El otro texto, de tiempo más reciente, Sobre la barbarie (2001), trata del significado de la palabra y luego de la realidad que expresa. Un gran ensayo, en compañía de una variedad de autores que refiere, que intenta aproximarnos a la barbarie de estos tiempos. Entre líneas Venezuela está presente cuando leemos la pregunta: “¿La barbarie de las revoluciones estaría justificada por respaldarla una concepción política?”.

 

3-. La desventura de las palabras

Cuando las palabras y el lenguaje ya no significan nada o son arrojadas sinsentido, no sirven para nombrar la realidad. Las palabras de la jefe del Gobierno del Distrito Capital en estos días: “Sale de su casa, viene con su bolsita, compra y se va para su casa… eso es la revolución, lo que nuestro presidente Maduro ha ordenado, así que vamos a disfrutar de estas colas sabrosas para el vivir, viviendo”. O las del presidente de la República: “Ganaremos como sea el 6-D… solo habrá paz si gana la revolución”. Y otro día llegó a decir: “…Si la oposición gana privatizará la educación, expulsará a los médicos cubanos y aplicarán un shock contrarrevolucionario. En Venezuela no hay oposición sino contrarrevolución”.

¿Qué se puede decir ante esas palabras? La respuesta de Svetlana Alexiyévich: “La dictadura hace que la vida sea primitiva”. O la respuesta de  Rafael Cadenas a propósito de su premio: “Las palabras pierden su valor si no se corresponden con la cosa que designan”.

Las palabras del des-orden están vacías de sentido.

 

El Nacional

Padres exigen que cese el lenguaje bélico en las escuelas

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Entre grupos de padres ha circulado desde hace dos semanas aproximadamente una carta llamada Instrucción Ministerial de Emergencia, supuestamente emitida por el Ministerio de Educación, en la que se pide a los estudiantes de las escuelas públicas que escriban un mensaje o hagan un dibujo dirigido a Barack Obama, presidente de Estados Unidos, en el que exijan respeto para Venezuela.

La Red de Madres, Padres y Representantes pidió ayer que Héctor Rodríguez, ministro de Educación, aclare si en efecto se trata de una orden emitida por su despacho. “Las escuelas son lugares de aprendizaje, no son espacios para el proselitismo político”, dijo Lila Vega, vocera de la asociación civil.

Vega advirtió que los homicidios son la primera causa de muerte en Venezuela, de jóvenes entre 15 y 24 años de edad, por lo que señaló que la importancia de aprender a resolver conflictos de manera no violenta “no es un detallito, es un objetivo prioritario”.

Carlos Cedeño, miembro de la organización y docente, afirmó que las escuelas venezolanas se han convertido en el patio trasero de una casa: “Allí guardas las cosas con las que no se sabe qué hacer”. El experto dijo que en vez de que los recintos educativos estén en contra de un presidente, deben estar a favor de los niños. “El objetivo debe ser hacerlos los mejores venezolanos que podamos tener”.

Pidieron que el discurso bélico sea excluido de las escuelas, que se retomen términos pacíficos y que se prefieran por encima de la guerra constante.

“El esfuerzo de los líderes tiene que estar en ver cómo mantenemos a nuestros niños durante todo el sistema escolar, para que no haya deserción que los lleve a involucrarse en actos de violencia en vez de estar buscando acciones en contra de un tercero que no vive en el país”, aconsejó Cedeño.

 

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La prensa devaluada: degradación del decir y del hacer por Isaac Nahón-Serfaty

Prensa

 

Dos titulares de primera página en la prensa venezolana revelan el efecto que ha tenido la degradación del discurso que el chavismo ha promovido en estos últimos quince años. No es que antes fuéramos un dechado de “buen habla”, pero desde las instituciones del poder se cuidaba la expresión discursiva, aunque algunos presidentes, como Rómulo Betancourt y Luis Herrera Campíns, ambos hombres cultos, introdujeron en el discurso político elementos populares que más que degradar el habla mostraban la riqueza de nuestro idioma y de nuestros refranes.

Los dos titulares son los siguientes: en la portada de Últimas Noticias del lunes 1 de diciembre pudimos leer el siguiente enunciado: “Más platica y cestaticket”; en la portada del diario 2001 de la misma fecha salió este titular: “Constituyente es una oferta chimba” (nótese que la expresión “oferta chimba” aparece resaltada en rojo). Ambos titulares son expresión de esa degradación contagiosa del lenguaje que propició y potenció el chavismo.

En el primero caso, el de Últimas Noticias, no hay sorpresa. Ya sabemos que el periódico se ha convertido en un vehículo de propaganda del gobierno y que su director Eleazar Díaz Rangel, antes admirado profesor de periodismo, actúa como un comisario político al servicio del régimen. Los periodistas que siguen allí dan una pelea diaria por continuar ejerciendo su profesión de forma digna, como lo mostraron valientemente algunos que fueron despedidos o tuvieron que retirarse por las presiones de censura. Pero Díaz Rangel ha convertido la primera página del periódico en una seguidilla de enunciados abiertamente mentirosos y a veces cínicos sobre la terrible realidad que viven los venezolanos. ¿Qué significa “más platica” – hablando del aumento de salarios – en una economía inflacionaria, un dólar en el mercado paralelo por las nubes y en un contexto laboral de empleos precarios? ¿Qué degradación del discurso lleva a pretender pintarnos una isla de la fantasía en un país donde a la gente no le alcanza “la platica”, los productos básicos escasean y la dignidad humana es pisoteada cotidianamente?

En el segundo caso, el de 2001, la degradación viene por otro lado. Todo periódico tiene derecho a editorializar en sus titulares. Es una legítima forma de tomar posición. Pero el titular de 2001, con su tono populachero que no popular, se pronuncia sobre una propuesta política de una manera absolutamente superficial e irresponsable. ¿Qué significa “chimba” en este contexto? Por supuesto que la propuesta de la constituyente tiene muchísimos problemas, pero descalificarla como “chimba” no ayuda a mejorar el debate en el país. “Chimbo” quiere decir, dependiendo el contexto, algo que es “falso”, “no original”, una “mala copia”. También podría querer decir “bastado” ó “ilegítimo”. Al calificar como “chimba” a la constituyente, y así resumir la opinión de algunos políticos y constitucionalistas que están contra esta iniciativa, se propone una visión reduccionista y manipulada de la cuestión. Muchos lectores solo leen los titulares y se forman sus impresiones a partir de esos enunciados. Para muchos la interpretación será simplona: constituyente es igual a “chimba”, es decir, los que la proponen también son unos “chimbos”. Y así podríamos continuar con los descalificativos que tanto Chávez, como Maduro o Cabello han enquistado en el habla venezolana, donde los que disentimos somos “escuálidos”, “pelucones” (?) o “disociados”. Con ese titular, el diario 2001 sigue la misma línea de los dirigentes chavistas.

Ya no se trata solamente que una parte de la prensa ahora esté controlada por intereses financieros cercanos al gobierno, lo que ha implicado autocensura, mentiras o censura descarada. Vivimos las consecuencias del efecto contagioso que la degradación del discurso ha tenido sobre la sociedad en su conjunto, y sobre editores y directores de medios. Vale la pena recordar aquí lo que el poeta Rafael Cadenas escribió hace algunos años en su ensayo “En torno al lenguaje” (1982/2002, p.10): “Para mí es evidente que Venezuela está aquejada de un grave descenso lingüístico cuyas consecuencias, aunque no sean fácilmente visibles, se me antojan incalculables. Resulta difícil percibir, sobre todo, las que, sin estar a la vista, son las más importantes, pues tienen que ver con el mundo interior”. El poeta constata una de las consecuencias de esta pobreza del lenguaje: “[…] El hombre masa no tiene lenguaje; utiliza el que le imponen […]” (p. 22).

Entre las primeras páginas de “fantasía” de Últimas Noticias, que además machacan un lenguaje populachero, y los titulares editorializantes de 2001 que deforman y reducen realidades complejas con calificativos ridículos, vivimos inmersos en un proceso de degradación del decir y del hacer que tiene consecuencias en cómo pensamos y actuamos. Es un síntoma, desde el lenguaje, de una degradación profunda.

 

Periodista y profesor en la Universidad de Ottawa (Canadá)