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Premian a ganadores del concurso de ensayo Innovando contra la corrupción: Ética en acción”

Como parte del programa «Jóvenes por una Venezuela Integra», que cuenta con el financiamiento de la Unión Europea, se llevó a cabo el concurso «Innovando contra la corrupción: Ética en acción”. El Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice Libertad) y Transparencia Venezuela premiaron al talento juvenil universitario que participó en este concurso de ensayo libre.

De esta forma, se impulsó la investigación y propuestas para enfrentar la corrupción, así como para fortalecer la democracia y la formación en principios éticos. Además buscó la promoción de propuestas para luchar contra este flagelo a través de un ensayo expositivo-argumentativo.

El jurado estuvo integrado por las profesoras Gladys Villaroel Guerrero, Carolina Guerrero y la licenciada Maruja Dagnino y la premiación se llevo a cabo el pasado 23 de febrero.

El primer lugar del concurso lo obtuvo el ensayo «Verdad al rescate: Renovando la ética en la batalla contra la corrupción» de Guillermo Betancourt, estudiante de economía Universidad Central de Venezuela que llevo el seudónimo: Vox Mind.

En el segundo lugar se posicionó «Infección en la cultura. Un virus que se propaga por toda América», del autor Jorge Luis Bou-saad, estudiante ingeniera Universidad Metropolitana, presentado bajo el seudónimo Mr. X. En tercer lugar se tuvo el ensayo, Anticorrupción de Alejandro Zaragoza, estudiante de economía Universidad de Carabobo que se presentó bajo el seudónimo Alzo Social.

Dentro de las premiaciones se otorgaron menciones honorificas. Una de ellas se otorgó a Abraham Oropeza, estudiante de economía Universidad Lisando Alvarado, estado Lara con su ensayo «El A.R.T.E., como medio anticorrupción» que se presentó bajo el seudónimo «Iguana liberal».

Por otro lado, también se le dio está mención al ensayo «La Tecnología al servicio de la ética: un escudo digital contra la corrupción», de Roymer Rivas, estudiante administración Universidad Experimental Guayana, presentado bajo el seudónimo The Witness.

Tanto Cedice Libertad como Transparencia Venezuela sostuvieron que los ensayos ganadores “revelan que la claridad, la luz que reconoció Picón-Salas existe aún en nuestro país».

Aseguran que esto abre un «camino de esperanza hacia el futuro y nos señala la tarea de cuidar, amparar y proteger esa claridad”.

Ética del don; no ética de la pureza y la mancha, por S:D:B Alejandro Moreno

ESTÁ EN JUEGO EN ESTOS MOMENTOS DE LA POLÍTICA –ya lo hemos dicho– el fondo esencial y existencial de la cultura del pueblo venezolano. Quiero hoy detenerme a reflexionar sobre la estructura de ese fondo: la ética que califica y constituye su raíz. Si trascendiendo lo aparente, lo circunstancial, nos fijamos en lo permanente y lo estructural, entenderemos que la ética sobre la cual se funda la práctica de vida de nuestro pueblo es una ética regida por el don y la entrega, no por la culpa, la limpieza y la pureza. Esta sería la típica ética farisaica mientras la ética del don, que al fin de todo es el amor, coincide plenamente con la ética cristiana más profunda. Estoy hablando de cultura, no necesariamente de religión, pues esta ética del don y del amor está presente en las prácticas culturales tanto de los creyentes como de los no creyentes, de los cristianos como los de otras religiones. Por alguna vía se hizo cultura popular venezolana. Es lo más profundo de nuestra identidad como pueblo, es la forma nuestra de habérnoslas con la vida y la realidad toda. Ciertamente eso no nos libra de cometer errores y delitos, o pecados, de actuar contra ella o fuera de ella, pero ella permite que podamos también regresar y recuperarnos. Desde el punto de vista cristiano este fondo ético es el que no se detiene en el remordimiento de la culpa sino que permite la liberación por el sincero arrepentimiento, hace posible el perdón en profundidad y la alegría plena y sin nubes de la total aceptación en el mundo absoluto del amor. En el campo social y político es lo que permite el encuentro entre quienes difieren en opiniones, en gustos y proposiciones porque hay un fondo común a todos, incluso inconsciente, sobre el que las coincidencias y la aceptación son posibles sin exigir para nada la uniformidad. La ética de la limpieza, la pureza y, por tanto, de fondo, siempre la culpa de la que es imperioso librarse pues es productora permanente de remordimiento, angustia y autohumillación y por lo mismo de la visión fundamentalmente negativa del otro que siempre será de algún modo culpable, es productora de las prácticas de aislamiento, segregación y encierro en un personal sentido de superioridad y orgullo de quien se siente más perfecto. Esto tiene efectos políticos y es causante de desunión. En religión, produce el fariseo, el que se siente superior ante Dios y desprecia al publicano por pecador. En eso consistió el gran rechazo de Jesús. Y en eso consiste el intento de desvenezolanización hoy.

ciporama@gmail.com

El Nacional

Víctor Maldonado C. Jun 18, 2018 | Actualizado hace 2 semanas
Pequeño manual de ética política

 

Siempre me ha parecido hermosa la definición que hace Hannah Arendt de la política: es el arte de convivir entre los que son diversos. La política trata de los diferentes en su estar juntos sin matarse, sin defraudar la confianza en el orden social y sin degradar la demarcación entre lo que es válido de lo que resulta absolutamente inaceptable. Nadie ha dicho nunca que la política sea el ambiente de los tramposos, los mentirosos y los perversos. Pero el poder, ya lo sabemos, es una gran tentación. Nadie que no esté preparado, en fortaleza y carácter, debería consumir dosis muy altas de poder, porque de inmediato pretenden ser como dioses. Esa es precisamente la tentación original.

Obviamente, ya lo planteó Maquiavelo, que el gobernante tiene un conjunto de obligaciones con la vigencia de esta convivencia que lo aleja radicalmente de los deberes que un cristiano tiene con los suyos y con la salvación de su alma. Al gobernante “le es preciso ser tan cuerdo que sepa evitar la vergüenza de aquellas cualidades que le significarían la pérdida del Estado”. ¿Qué puede originar la perdición de un político? La falta de coraje y el exceso de perversidad. No es que le estén vedados esos dos defectos, pero no debe dejar que ellos lo posean hasta el punto de determinar su ruina. El político que está verdaderamente preparado para conducir la suerte de un país no puede ser un cobarde. La cobardía tiene muchas caras. Todas ellas están relacionadas al actuar indebidamente. José Antonio Marina afirma que el cobarde huye, se desvincula, baja la cabeza, se pliega. Nadie quiere que sus políticos, a la hora de la verdad, se quiebren, se sometan, se paralicen o simplemente se humillen.

El exceso de perversidad es todavía una cualidad peor. Es el político que manosea la realidad, juega con la verdad y la mentira, se solaza en la crueldad, no es capaz de honrar su palabra, y confunde los intereses y deseos personales con los de sus ciudadanos. Claro que el gobernante debe tener opciones siempre a mano, y que la razón de estado es uno de sus determinantes. Pero una cosa es pensar en la preservación del país, que a veces exige tomar decisiones difíciles, y otra muy diferente es invocar al país cuando de lo que se trata es de salvar el pellejo. La corrupción, el uso del poder público para el lucro privado, las transacciones indebidas y los conflictos de interés, nunca forman parte de los argumentos para invocar el uso de las medidas extraordinarias. Maquiavelo lo señala claramente: Es solamente “cuando hay que resolver acerca de la salvación de la patria, no cabe detenerse por consideraciones de justicia o de injusticia, de humanidad o de crueldad, de gloria o de ignominia. Ante todo, y, sobre todo, lo indispensable es salvar su existencia y su libertad”. Un estadista sabio delibera cuales son los riesgos, los costos y cuál es la ganancia. Nadie dijo que el cohecho forma parte de la grandeza de los gobernantes.

Algunos políticos juegan a la extrema corrección. Hablan de paz, amor, diálogo, negociación, transiciones y elecciones como si ellas fueran rutas dogmáticas para resolver cualquier situación. Ellos juegan “al deber ser” olvidando las truculencias de la realidad. Ellos hipotecan cualquier posibilidad de salvación de sus ciudadanos porque prefieren comportarse como párvulos recitando una lección de memoria y esperando el aplauso convencional. No es así como se juega el difícil arte de la política. Que convivan los diversos, mantener el orden social, asegurar la libertad, tiene poco de glamoroso y mucho de determinación. También Maquiavelo advertía contra los buscadores del encomio fácil, “porque si consideramos esto con frialdad, hallaremos que, a veces, lo que parece virtud es causa de ruina, y lo que parece vicio sólo acaba por traer el bienestar y la seguridad”.

Pero esta frase, a veces utilizada para apuntalar el cinismo en la política, tiene que verse con mayor detenimiento. La cordura política está asociada al mantenimiento del poder a cualquier costo, pero no de cualquier manera. Ya para los tiempos del filósofo florentino la gestión pública tenía exigencias incuestionables. “Trate el príncipe de huir de las cosas que lo hagan odioso o despreciable, y una vez logrado, habrá cumplido con su deber y no tendrá nada que temer de los otros vicios. Hace odioso, el ser expoliador y el apoderarse de los bienes y de las mujeres de los súbditos, de todo lo cual convendrá abstenerse. Porque la mayoría de los hombres, mientras no se ven privados de sus bienes y de su honor, viven contentos; y el príncipe queda libre para combatir la ambición de los menos, que puede cortar fácilmente y de mil maneras distintas. Hace despreciable el ser considerado voluble, frívolo, pusilánime e irresoluto, defectos de los cuales debe alejarse como una nave de un escollo, e ingeniarse para que en sus actos se reconozca grandeza, valentía, seriedad y fuerza. En los tiempos modernos, la mentira, el colaboracionismo y la improvisación han causado el descrédito de los aficionados a la política, que, además, desde el balcón de su cinismo se burlan de quienes mantienen sus posiciones y defienden sus principios. Nada más odioso que un esfuerzo inútil, una promesa falseada, una ruta que se transforma en una emboscada. Nada más despreciable que el político tramposo, el que juega a las triquiñuelas, el que no tiene carácter ni aplomo, el que se deja manejar por sus adversarios y el que quiere jugar a ventrílocuo cuando no pasa de ser uno de sus muñecos.

El peor vicio de cualquier gobernante es la corrupción. Porque lo pone en el espacio vacío en el que ni es buen cristiano ni es buen político. Ni responde a la virtud del buen hombre ni tiene forma de demostrar que tiene las cualidades para dirigir a otros. Pero hablemos de eso con detenimiento. En Venezuela está operando una intensa y bien articulada operación de encubrimiento de la corrupción institucional manejada por Odebrecht. Tal vez no sea la única, pero si es la más publicitada. Lo cierto es que la prensa libre acaba de publicar informes completos donde Euzenando Prazeres de Acevedo, presidente de la constructora Odebrecht en Venezuela, confiesa haber manejado un inmenso mecanismo de sobornos que cubre altas esferas del gobierno y también a una parte de la oposición. En el resto de América Latina el escándalo ha tumbado presidentes, perseguido gobernantes, apresado ejecutivos de empresas y demandado una exigente aclaratoria de todos los aludidos.

El caso venezolano es esplendoroso en su tragedia. El régimen al final perdió toda compostura. Ni siquiera intentaron construir obras con sobreprecio. Se dedicaron a pagar las que ni siquiera se construyeron. Fue una orgía del saqueo que explica en mucho la caída de las reservas y la aridez de recursos públicos. No fue el imperio, ni el bloqueo, fue la imposición de una cultura del robo descarado y el cinismo de la propaganda. Creyeron que era suficiente con el anuncio y la puesta en escena. Así ocurrió también con la trama de Derwick Associates, y las consecuencias terribles en términos de la infraestructura eléctrica. ¿No les parece a ustedes que hemos sido poseídos por el demonio del desparpajo? El problema es que la corrupción institucional involucra lo público y lo privado, el gobierno y su oposición, como si fuera posible intentar una inmensa mordaza. Perdonen en todo caso que me preocupe mucho más la corrupción entre nosotros que la que malogra al régimen.

Podría ser que el corruptor tenga interés en mostrar un país infestado de corruptos y además tenga ganas de cobrarse la última factura en términos de involucrar en el charco a quienes son inocentes. Pero aquí de nuevo nos conseguimos con imperativos éticos irrenunciables. El político correcto tiene que dar la cara, asumir los costos de una acusación como esa, defenderse y argumentar apropiadamente. Quien así lo haga, podrá contar con la indulgencia de los ciudadanos, y la expectativa del debido proceso con presunción de inocencia. Lo totalmente cuestionable es lo que aquí ha ocurrido con una corriente de la oposición, que en lugar de exigir las debidas aclaratorias, pretenden todo lo contrario: relativizar el hecho, transformarlo en una circunstancia menor, hacerlo pasar por una situación producida por la extrema necesidad o por la extrema injusticia. Hacer buena la pésima política de los dos raseros, insistir en la lógica particularista que exculpa a los propios con la misma intensidad que acusa a los contrarios. El más absoluto familismo amoral que quiere convertir a todos los ciudadanos en cómplices, o por lo menos, exculpadores magnánimos de una sinvergüenzura.

¿Qué es el familismo amoral criollo? Es poner encima de cualquier consideración racional-institucional la necesidad de privilegiar la relación con las personas que forman el círculo primario de pertenencia, subordinando a la convivencia interpersonal cualquier criterio de productividad; Y en segundo lugar, el asumir como regla preferencial de actuación la que impone “la maximización de las ventajas materiales o de prestigio social inmediatas (“inmediatas” está usado en el sentido de “a corto plazo”) para sí mismos y para su círculos inmediatos de pertenencia, suponiendo que todos los demás actores hacen exactamente lo mismo”. Los que viven dentro de este ethos no son capaces de discernir apropiadamente entre espacios, tiempos y contextos, y asumen como dogma utilizable para cualquier propósito las versiones determinadas por los grupos en los que coexiste. Es familista amoral aquel que, en lugar de exigir claridad, quiere imponer complicidad. Y va más allá, es capaz de tergiversar la realidad y tratar de reinterpretar los hechos para hacerlos más permisivos.

Este tétrico argumento plantea nada más y nada menos que los políticos de la oposición han debido corromperse para luchar contra la corrupción. Y que eso es bueno. Incluso épico. Lo que pasa es que en el camino no se aprecia demasiada lucha y si una coreografía de colaboración en donde nada termina de salir de su quicio. Lo que se aprecia es lo obvio. Que el dinero de la corrupción compromete y amarra, define discursos, limita las acciones, y engatilla a los liderazgos. Eso no tiene nada de heroico. Recordemos la frase de Maquiavelo: “A causa de estos regalos, la juventud se corrompía y prefería la licencia propia a la libertad de todos”. La corrupción envilece.

Cuando se hace política desde los principios, el origen del dinero si importa. La cualidad de los aliados es también decisiva, y la estrategia es entonces la diferenciación. Una coalición unitaria que tenga flacidez en su integridad, que no aclare ni una cosa ni la otra es solamente un esfuerzo de institucionalizar el familismo amoral y de darle continuidad a una dirigencia de impresentables. Odebrecht dice que dio millones de dólares a la campaña de la oposición. Eso no se puede esconder bajo la alfombra. Porque además hemos sido testigos de uso de recursos para encumbrar liderazgos y líneas partidistas, que además se hicieron con liberalidad presuntuosa, incluso llegando a financiar y patrocinar encuestas y líneas de opinión que se comportaron como furiosos censores de las otras alternativas. ¿En eso se usó el dinero sucio?

Volvamos a Maquiavelo. Cuando la democracia se degrada a licencia (donde todo vale) rápidamente se trastoca en una tiranía. “Donde no hay esta honradez no cabe esperanza de bien alguno”. Por lo tanto, es inútil esperar que la república pueda restaurarse desde la corrupción. Ya sabemos que ese dinero provoca compromisos para que esa corrupción continúe. Pero hay que ir más allá. El político honesto debe parecerlo. Maquiavelo estudia el caso con fruición y llega a señalar que “aquellas repúblicas donde se conservan incorruptibles las instituciones no toleran que ciudadano alguno sea o viva como noble…hasta el punto de que, si alguno cae en sus manos, lo matan por considerarle principio de corrupción y motivo de toda clase de escándalos”. Lo que pasa es que desde antiguo el ser y el parecer están fusionados en la congruencia. No puedes ser el líder de un país perseguido y hambreado, y pasearte por el mundo usando pasajes de primera clase. El exilio político siempre es estoico. Algunos no pueden con eso.

Algunos indigestos intelectuales pretenden ser los heraldos del “todo vale”. Los que terminan creyéndolo también acaban desfigurados. Maquiavelo presentó un dilema concluyente para el político: Ser amado o temido. Al respecto concluyo que, como el amor depende de la voluntad de los hombres y el temer de la voluntad del príncipe, un príncipe prudente debe apoyarse en lo suyo y no en lo ajeno, pero, como he dicho, tratando siempre de evitar el odio, y sorteando los obstáculos del desprecio. Nadie sigue a un “pirata”. Nadie se engancha con una “rata”. El secreto de la política es la integridad. Lo que siempre está en juego es el respeto de los ciudadanos, porque como lo advertía Virgilio en La Eneida “Si entonces ven un hombre que tiene autoridad por sus méritos y valores, callan y lo escuchan con los oídos atentos”.

@vjmc

¿Aragua no merece que la abandonen? Por Armando Martini Pietri

rodolfomarcotorres

 

Las primarias en Aragua salieron mal, el fraude se impuso y sólo dejan a los maltratados y sufridos electores, dos espantosas y pésimas opciones.

 

Un general castro-madurista que ha sido reciclado en cargos por Chávez y Maduro, en ninguno ha hecho nada bueno y, como buen rojo rojito, salió con abundante pena, ninguna gloria, mucho real y bastante ineficiencia con méritos de docilidad, obediencia y militar de confianza.

 

Y un experto metamorfoseado por un montón de partidos del chavismo y de la oposición, que saltó cuando pensó que Chávez no le daba para más y Primero Justicia, tragándose todo principio de pudor, lo recibió, cobijó con impunidad y protección, e incluso lo complació en posiciones destacadas, lo abanderó para ser Alcalde de Caracas -primarias que trampeó- para después apoyarlo como vicepresidente de la Comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional.

 

Pero la cabra siempre tira pa’l monte, dice la sabiduría popular.

 

El saltador de talanqueras no aguantó sus propias ambiciones y quiso ser gobernador, nivel en el cual todavía no ha tenido oportunidad de hacer daño. Para su desagrado, el que en ese momento era su último partido ya tenía aspirante. Un popular dirigente aragüeño que el oficialismo, por miedo, inhabilitó, y no podía competir en unas elecciones que todo indicaba, arrasaría. Ese líder planteó como alternativa, y fue entusiastamente aceptado, a otro reconocido dirigente, miembro del equipo que ha fortalecido al partido en la región. José Ramón Arias, activista de fuerte trayectoria.

 

Entonces la cabra volvió a saltar otra talanquera, deporte al cual está acostumbrado, y convirtió a su último partido en el penúltimo y, para sorpresa nacional y vergüenza de Acción Democrática en traición a su historia, no sólo aceptó al saltimbanqui, sino que -escamoteando- lo hizo candidato.

 

Traidor ayer, traidor hoy, traidor siempre. Injusto con los aragüeños forzarlos a votar, tras una dura historia de represión y descuido oficialista, entre un camarada de Maduro y un amigo de sí mismo.

 

Acción Democrática ha cometido tres errores en sucesión.

 

Aceptar en sus filas y dar respaldo a semejante perversidad política. Apartarse de su más importante aliado en acciones opositoras para mantener el apoyo al anti prócer de la política venezolana. Y, respaldar al líder de acciones tan deleznables y luctuosas como la Lista Maisanta, culpable de incontables infortunios familiares, violatoria de los más elementales Derechos Humanos que tanto daño hizo y hace, devastó hogares, mutiló vidas dejándolas en precarias condiciones, arruinó a trabajadores y profesionales. ¿Cómo se puede desconocer semejante afrenta?

 

¿Es posible obviar el hecho que la Corte Penal Internacional de la Haya investiga a su pretendiente como co-autor de la terrorífica Lista Maisanta, que la misma Corte calificó de “sistema moderno de Apartheid político en Venezuela”

 

Jamás se debe borrar de la memoria aquella propuesta incivil y criminal del facineroso aspirante, de atacar la marcha de la oposición en abril de 2002 con los círculos bolivarianos armados, -¿o es que también eso lo olvidó la oposición?- Como ahora, -según denuncias-, lo repitió para amedrentar centros de votación. “Tren de Aragua”.

 

Y quienes aún no ensordecen con sus arengas envenenadas con saña y odio, llenas de rencor y resentimiento, violencia e intimidación, sin escrúpulos contra quienes hoy lo amparan y convalidan. ¿Hay valores mucho más importantes que un pacto de ocasión?

 

Obligado es referirnos al episodio en el cual él y sus compinches José Albornoz (PPT) y Pedro Carreño (MVR) solicitaron al Ministerio Público la detención de los directivos de Súmate, a quienes señalaron de estar involucrados en la supuesta comisión de usurpación de funciones, instigación a delinquir y agavillamiento”, además denunciar a María Corina Machado, de incurrir en traición a la patria. ¿lo olvidaron o sufren de amnesia selectiva?

 

Primero Justicia se equivoca, protesta, pero no rechaza, la selección tramposa de quien fuera por breve tiempo su militante, venido de un gran salto desde el chavismo corrupto, intemperante, agresivo. Un error fue aceptarlo como integrante con tan poco confiable historia, que, además, quiso pasar por encima de una destacada trayectoria de lucha contra el castro-chavismo en ese estado, un camino de trabajo político diario e insistente de Richard Mardo y su equipo que generó tal nivel de popularidad que el régimen lo anulo.

 

Se debe actuar por ética y principios acompañando a los aragüeños en su lucha, y presentar esa necesaria tercera opción. Es inmoral, vergonzoso e injusto que a un estado como Aragua la oposición sólo le deje tan negativa disyuntiva. Elegir, entre pésimos, el menos. No sólo la oposición y sus partidos tienen una deuda política y moral impagable con la resistencia nacional, sino que con esta situación corren el riesgo de una abrumadora abstención.

 

Bien está la unidad, pero una respuesta digna le daría una cara más confiable en Aragua y el país, confianza que los partidos de la MUD necesitan como nunca. Aparte, claro, de la ventaja de conquistar un estado en el cual han hecho un esfuerzo tan persistente que, ahora, por aceptar una indignidad, corren riesgo de perder. No se dejen chantajear con aquello de que si no apoyan al salta talanqueras, algunos le quitarán el respaldo en el Zulia y Miranda. ¡No se atreven!  

 

Quien hizo trampa, no merece reconocimiento y menos apoyo de quienes lo denunciaron. Sería una contradicción e incoherencia imperdonables. Es necesario, obligado, presentar una alternativa al pueblo aragüeño, y no caer en la burda coerción; los candidatos oficialistas juntos no representan el 30% de los electores. Ciudadanos decentes, con principios éticos morales y buenas costumbres son la gran mayoría y harán gobernador a quien de verdad con dignidad y sabiduría los represente, sin pasados oscuros ni deudas pendientes que pagar a la sociedad.

 

Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos venezolanos serán víctimas de sus maquinaciones. Hay que rescatar la credibilidad evitando que los aragüeños tengan que escoger entre un salta partidos y un corresponsable del mandato cubano. Es indebido y profundamente injusto que en Aragua tengan que escoger entre inmoralidades.

 

Es hora de atrevimientos en beneficio de la virtud ciudadana, recuperar los manuales éticos moralistas y rescatar la compostura, es lo que precisamente hace falta en Venezuela, lo que escasea y no tiene precio. Sometan a consideración, denle la oportunidad al pueblo, postulen a José Ramón Arias y, tendrán una gran sorpresa; los aragüeños, votarán a favor de la decencia y salvarán su dignidad y decoro. ¡En las comunidades siempre el traidor es vencido y el leal vence!

 

De no hacerlo, en Aragua ganará el castro-madurismo. Ambos coquetean con el PSUV.

 

@ArmandoMartini 

Politiquería progresista pura paja, por Armando Martini Pietri

política

 

Después de sufrir esta pesadilla y termine el mal sueño, hay tareas que cumplir, reconstruir el país, rescatarlo del bandolerismo que nos rodea y corroe. En Venezuela hay que execrar las auténticas mafias no sólo del latrocinio, sino de la superficialidad e hipocresía de algunos politiqueros, beneficiarios y afiliados, que sólo consideran el pensamiento único, reprimen la disidencia y reprueban la política aun practicándola.

Es inconcebible tolerar una sociedad en la que la cultura y educación no tengan un lugar relevante, hay que reconquistar la ética, principios y buenas costumbres. Imposible, de hecho delictivo, continuar siendo una sociedad de cómplices. El delincuente de cuello blanco, los que asaltan a placer e impunidad el erario público, es decir, el dinero de todos, se fotografían en templetes y bacanales que difunden sin sanción moral. Se burlan, desprecian al ciudadano humilde y decente que con esfuerzo de su trabajo se gana la vida. Eso es complicidad y canallada, no tiene otro término. Como muchos que se lucran de la explotación deshonesta e indebida de los cargos públicos, lo que se conoce como sinvergüencería delincuencial. Y cuidarse de quienes, olfateando el final, se convierten en saltarines. ¡El coraje está en el proceder! 

Aplicaron a troche y moche un socialismo falso y cleptómano a la venezolana, -que algunos irresponsablemente en búsqueda de votos, pretenden refundar con diferente modalidad y característica-, en el cual todo luce igual, sin distingos ni diferencias. El estudiante holgazán tiene el mismo valor que el profesor, por lo que, calificarlo en base al rendimiento académico es traumatizarlo. Pura paja, mojigaterías, no es el mundo real, simpleza para ordinarios y fracasados, ilusiones fraudulentas para incautos. Y en Venezuela lo tragamos con aquello de la exclusión y “nivelarnos todos”, pero hacia abajo, sin méritos, esfuerzo ni preparación, sólo con la demostración de lealtad y sumisión al régimen. Iguales en la mediocridad de la obediencia sin preguntas, quien se destaca es culpable y está bajo estado de sospecha. Una de las causas del éxodo de los mejores.

Infelices trastornados aniquilan el establecimiento de la excelencia y civismo, están desgarrando la Venezuela digna, despellejándola, ni saben ni quieren ni soportan vivir dentro de los límites de la moral democrática y dignidad ciudadana. Escrúpulos y comportamiento son contaminados y pervertidos sin contemplación. Hipócritas que permiten, participan y se hacen la vista gorda ante el robo descarado, la estafa atrevida, el derroche insolente de cantidades repugnantes, beneficiando y premiando el triunfo del depredador sobre el esfuerzo del emprendedor; recompensándolo con ovaciones y reconocimiento social. ¡Maldita colaboración. Es hora de la rebelión moral!

Progresistas populistas propagandistas de que el estado debe proporcionar al más vulnerable, necesitado y desposeído sin obligación de contraparte. ¡Mentira! El régimen exige grosera e impúdico respaldo denigrante y subordinado. Ejemplo más dramático, bochornoso, soez, las listas del apartheid Maisanta y Tascón.

¡Ya no podemos aceptar ni bajar más!

Simulados progresistas devastadores y destructores del progreso verdadero, que están en política, medios de comunicación y economía, que le tomaron gusto al poder y harán lo inconfesable para mantenerlo, ubicándolo en nivel y conveniencia de su propia supervivencia. Los ciudadanos están en la obligación de oponerse, resistir y combatir. Ellos y sus complacientes cómplices similares al cáncer, no serán fáciles de extirpar. Recordemos cada día que el poder está en el Gobierno, el tesoro y las armas, pero no sólo allí, la oposición también es poder.

Pretenden hacernos creer que la víctima cuenta igual y a veces menos que el delincuente. El torturado, sacrificado y mártir de un secuestro o un crimen no tiene tantos derechos humanos como el criminal que lo ejecuta. El violador, violó por incitación del violado. Que la autoridad sucumbió, está muerta, las buenas maneras, conducta y modales han finalizado, no existen. Ya nada es sacrosanto, ésa es una de las tantas razones de la inseguridad desatada e incivilmente abusiva.  

Forzoso patrocinio de la empresa pública como modelo de gerencia popular con dirección colectiva de trabajadores, la gran mayoría quebradas y dependientes del subsidio oficial. Reverencian la escuela pública, pero no para sus hijos, ellos se instruyen en colegios privados, les sobra dinero para sufragar matrículas que luego señalan de abusivas. Pasean en carros lujosos, blindados y escoltados e insisten en la querencia del transporte popular que nunca usan, excepto los ignorantes que mantienen engañados y esclavizados. Mienten a diario con descaro, sin remordimiento, hacen demagogia ruin a favor de las zonas populares, pero no se atreven a habitar y coexistir en ellos, no obstante, compran moradas que descomponen el sentido del equilibrio y ultrajan la miseria.  

Royeron con sus colmillos de bestias feroces el poder, la eficiencia y el orgullo profesional de las fuerzas del orden, profundizando cada vez mayores precipicios entre la ciudadanía y los defensores de la ley, haciéndonos creer que vándalos desalmados son buenos y la policía mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente inocente.  Extinguieron la moral y honorabilidad de la Fuerza Armada, socavaron sus bases, manipularon, tergiversaron sus funciones, constriñeron su principio y juramento, la convirtieron en brazo pretoriano de un grupo que la controla a goce y regodeo. 

Esa es la patria que proclaman tenemos. Politiquería populista de ocasión que derrotar. Dañina y cancerígena, enfermedad contaminante, invasora, que afecta lo más profundo de nuestra venezolanidad. Es de vida o muerte retornar a los valores de siempre, al respeto ciudadano, reglas elementales y básicas del Manual de Carreño, educación integral y de calidad, la cultura en sus diferentes formas como expresión sublime, la democracia del conocimiento y la voluntad de emprender. Saber al dedillo nuestras obligaciones tanto como los derechos que hay que ganarse y practicar, haciéndolos esenciales y éticamente intransigentes y, por sobre todo, respetarlos como parte sustancial de nuestra condición ciudadana.

¡Es la hora de la rebelión de la conciencia!

 

@ArmandoMartini

Jul 26, 2016 | Actualizado hace 8 años
Polvo cósmico por Alejandro Moreno

polvocosmico

 

Dije en una entrevista que estábamos en peligro de desaparecer como sociedad. Ya está en marcha el proceso.

Estamos hoy sabiendo lo que es vivir una situación límite, uno de esos tiempos en los que desaparece la institucionalidad, en los que todo hombre apuesta por la vida, la pura vida, antes que por las costumbres, la cultura, la tradición, la ética que ha regulado sus acciones, la civilización de siglos expresada en códigos y regulaciones de la convivencia. Ya no se trata del convivir sino del puro vivir. Se suspenden no sólo las normas sino la norma misma en cuanto tal. El sentido profundo de norma se convierte en “polvo cósmico”.

Cuando llegan policías a una comunidad y dicen, palabras más palabras menos: “nosotros saqueamos primero, llenamos nuestros carros y luego les cantamos la zona para que ustedes saqueen”, lo que estamos viendo es que quienes están encargados de cuidar la norma, no sólo favorecen el desorden sino que se ponen de parte de la anomia porque tampoco ellos se benefician con la ley. Pasan hambre, se les están muriendo los familiares por falta de medicinas. El orden no les sirve de nada a las fuerzas del orden. ¿Para qué defenderlo?

La situación límite, cuando la sobrevivencia está en jaque, hace estallar toda frontera entre lo que hasta entonces han sido el bien y el mal. El mal se vuelve cotidiano, se lo ejecuta sin pensar, se hace banal, se apodera de la norma y se funde con ella. Se vuelve bien. ¿Cuántos de los que saquean camiones de víveres, supermercados, pequeñas bodegas de mercal, piensan o sienten que están haciendo mal? No conseguir comida justifica el saqueo. Algo así dijo una vez Chávez. De justificación en justificación todo se acaba pudiendo hacer. La vida social desaparece y se instala triunfante el homo homini lupus.

Nos llevan a desaparecer como sociedad, pero todavía no hemos desaparecido. En una comunidad la mayoría de la gente no se hace solidaria con los saqueos, por ejemplo. En una cola, hecho cierto, a una pobre mujer un hombre le pregunta por qué ha comprado un solo pollo cuando podía comprar dos. Ante su respuesta de que no tiene dinero, el hombre le da lo que le falta. No se ha perdido la cultura, la gran tradición venezolana. La norma de convivencia resiste, pero peligra.

Ante situaciones así, cuando ya lo civilizado empieza a peligrar, hay que recurrir a lo más elemental, a la base de toda civilización humana, a los diez mandamientos bíblicos y no sólo por su significado religioso, sino porque además son la base última de la convivencia entre los hombres.

ciporama@gmail.com

El Nacional 

Venezuela, ética, política y sociedad por Orlando Viera-Blanco

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«No es la voluntad enferma de un hombre en el poder, no es la razón reducida a una revolución, lo que siembra progreso y desarrollo humanitario»
Venezuela no ha sido una isla en la ruptura de la ética de la política.  Fue a partir de la modernidad, desde 1513, cuando Maquiavelo y su Príncipe  arrancan la ética como categoría política. El mundo moderno día a día se fue alejando de los presupuestos morales en el quehacer político. La política se transformó en un valor en sí mismo.  Así sus errores y horrores involucran a la humanidad en un torbellino indetenible y Venezuela no ha sido la excepción.  Con la llegada del Chavismo, esa fractura entre el mundo formal y el mundo real de la que habla Octavio Paz, entre la exigencia ética por tanto republicana y civilizada, y el poder por el poder (realpolitik), es decir, la barbarie construida dentro de murallas medievales vacías de civilidad, sentido familiar y bien común, llegó un punto esquizoide (dixit Carlos Fuentes), donde ya hablar de democracia, es una utopía.

La Política, en la obra de Aristóteles y en La República de Platón, es la justicia. Es el valor ético principal sobre el cual debe montarse el quehacer político. Según Ulpiano es: dar a cada uno lo suyo, no hacer daño a los demás y vivir honestamente. La crisis de la política en Venezuela, al menos en su sentido clásico, ha sido el colapso de los valores, de la moral y de la razón. Es la crisis global del racionalismo y del humanitarismo originario, concebido en el respeto al valor familiar. En Venezuela el Estado/Gobierno tomó por asalto a la familia, a su derecho a vivir con dignidad y seguridad, por tanto feliz. Y la gente optó por sobrevivir. No meterse en lo que no es su «problema», porque no quiere problemas … Y le endosaron a esa política divorciada de ética y preñada de pragmatismos, toda la responsabilidad, todos los riesgos y todas las decisiones.  Política de rendimiento personal… ¿Cómo nos involucramos? Como lo advertía Platón. Dando el suficiente ejemplo ciudadano a nuestros hijos, para que en vez de dejar la ciudad, ellos se queden y luchen por ella. Pero si somos los primeros en aceptar vivir en la mas sumisa e indignante barbarie, pues nada, «el exterminio hace metástasis…» La creencia de que en política se es poseedor de la verdad absoluta, ha sido la causa de los Gulags, Kosovos y Auschwitz. Esta es la mayor de las amenazas, cuando no la mayor de las tragedias históricas. Que la polis y la sociedad civil se aparten en nuestros días de esa función contralora esencial que demanda la sociedad industrial, para impedir que la tecnología, la economía o el mercado, por una parte, o la religión, el fanatismo, las revoluciones y el propio Estado, por la otra, nos desplacen del sentido racional, es la puerta de entrada a la decadencia, y al decir del Papa Benedicto XVI, » al exterminio de la humanidad por causa de un primitivismo violento y amoral que en el caso venezolano y de ISIS, ya hacen metástasis».   Por ello, como dice Lequier, “cuando uno cree detentar la verdad, debe saber que lo cree, no creer que lo sabe”. El político que se cree dueño de la verdad, no es virtuoso. Sólo quien obra éticamente, sabe que la verdad no es absoluta y obra con humildad para aceptar las diferencias, siendo la ley, las instituciones y la justicia, los valores que legitiman el equilibrio y la convivencia. No es la voluntad enferma de un hombre en el poder, no es la razón reducida a una revolución, lo que siembra progreso y desarrollo humanitario. Así -decíamos- llegan los Gulags, Kosovos y Auschwitz… los círculos bolivarianos, las milicias, las comunas, los colectivos y las tumbas. Toynbee, en su obra Un Estudio de Historia; Spengler en La Decadencia de Occidente y más recientemente Huntington en The Clash of Civilizations and the Remarking of World Order, alertan sobre el pragmatismo político y las declaraciones principistas de constituciones reglamentarias, «donde se dice lo que no se hace para hacer lo que no se dice», siendo el bien familiar sustituido por la ideología, el quítate tú para ponerme yo y la hoz del verdugo vengador: el hombre nuevo; los Chávez, los Trump, etc.
La revolución de Bolívar que incluía originalmente tanto la independencia frente a España como la transformación interna de la sociedad, fue realizada sólo en la primera parte, siendo  la formación de la gran Nación Latinoamericana, la utopía bolivariana fracasada en el Congreso de Panamá en 1826. Las oligarquías criollas más que realizar los sueños de Bolívar, buscaron llenar el vacío de poder que dejaba España, manteniendo las estructuras coloniales (castas), con el liberalismo político de la ilustración y el constitucionalismo europeo. Una suerte de “ética” política tácita, en la que el discurso no sirve para expresar, sino para encubrir. Así ha sido nuestra historia. Se fue la dictadura y vino una democracia que poco a poco absorbió los privilegios de los gendarmes y el monopolio de las viandas del poder, para morir  [la democracia], desplazada por el «nuevo orden»: maisanta a Caballo, el gendarme innecesario. Nada ético. Nada moral. Pero no fue sólo él… Cuantas omisiones, lucros y conveniencias, han asimilado complicidad. Una cruda ruptura entre ética y sociedad. Reflexionemos. Reaccionemos.

@ovierablanco

ovierablanco@vierablanco.com

¿Resignación o resistencia? por María Elena Arcia Paschen

CaminosAElegir

 

Muchos se cuestionan en estos momentos su actitud personal y la del entorno frente a la cada día más desgastante realidad pretendiendo resolver el dilema que encabeza la presente nota.

Lo que estamos viviendo a diario, quienes permanecemos en el país de nuestros apegos, es sin lugar a dudas una hazaña constante de supervivencia, si no digna de merecer los más grandes elogios (porque siempre existen situaciones peores) al menos digna de ser considerada como un acto de fé y confianza en nuestro país y su gente. Esto aplica tanto a uno como a otros.

Quiero aclarar para quienes tendemos a confundir al país con la situación actual que éste no es el “desgobierno” de turno. El PAIS es nuestro hogar, el paisaje, la gente, en fin cosas muy importantes que trascienden gobiernos del estilo que sean, buenos, regulares y hasta los peores.

Intentando entonces despejar el dilema anterior, debemos entender el significado que se le atribuye a cada una de estas posturas de forma de saber, con precisión, donde estamos colocados. Podríamos definir la resignación como la aceptación, con paciencia y conformidad, de una adversidad o de cualquier estado de situación perjudicial y la resistencia como la oposición al status quo.

En esto último quisiera que nos detuviéramos para hacer una revisión personal y entender que solución hemos querido tomar, optando por la resignación o por la resistencia.

Si resistirse es oponerse a lo actual y lo actual es la intolerancia, la falta de ética, la irresponsabilidad, la incompetencia, entonces nuestro mayor aporte estará en actuar demostrando lo contrario y ésto lo debemos hacer en nuestro día a día, siendo ciudadanos responsables, cumpliendo con nuestros deberes, exigiendo el cumplimiento de nuestros derechos y desmontando, con nuestros actos personales, las prácticas de antivalores que tanto daño han hecho.

Quizás es más fácil de lo que creemos ya que sólo dependerá de nosotros mismos, no necesitamos del otro y es independiente del otro. Al ser tolerantes, éticamente responsables, competentes, respetuosos estamos oponiéndonos al modo de actuar de quienes son los responsables de la penosa situación que vive el país; esto supone actuaciones proactivas, concretas en nuestros distintos roles familiares, laborales, sociales  y políticos.

Por otro lado, quienes han asumido la resignación como solución al dilema, aceptan con conformidad la situación actual y piensan que nada pueden hacer para transformar la realidad, lo que en mi opinión aún cuando es obviamente una de las 2 proposiciones, sólo produce paralización y tristeza y es la que nos genera desesperanza.

Muchos se lamentan de que no hacemos “nada” para que la situación cambie y siempre trato de indagar si esos mismos que se lamentan están cumpliendo con sus deberes con la sociedad y el país, siendo ejemplos de responsabilidad, tolerancia, ética y respeto con lo que obviamente se convierten en actores resistentes y no meros sobrevivientes.

Los invito entonces a que entre las dos alternativas del dilema escojamos aquella que nos permita generar esperanza en nosotros mismos y en los otros y nos permita hacer aportes posivitivos y concretos en la tarea de transformación del país.

@malarcia