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Donald Trump

Alejandro Armas Jul 03, 2020 | Actualizado hace 1 mes
El imitador de Nixon

@AAAD25 

Amigos, ¡hablemos de elecciones! No, no de lo que el “nuevo” Consejo Nacional Electoral convocó para el 6 de diciembre, llámenlo como lo quieran llamar. Me refiero a comicios auténticos, propios de una república democrática donde el gobierno no escoge a sus adversarios ni el sufragio es vigilado mediante un carnet. Conversemos, pues, sobre las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Como van las cosas, los venezolanos acaso se interesen más por ese proceso que por lo que sea que salga de la simulación de democracia pactada por el régimen chavista y su oposición prêt-à-porter.

No solo porque a fin de cuentas los norteamericanos volverán a su cita cuatrienal para seleccionar al líder de la nación más poderosa del orbe y responsable de decisiones de impacto global, sino porque también elegirán quién encabezará el más influyente e importante aliado de la causa democrática criolla.

Así que, ¿cómo marcha todo en el “imperio” de cara a las elecciones presidenciales? Bueno, pareciera que la epidemia de coronavirus, así como las protestas contra la brutalidad policial y el racismo a raíz del asesinato del ciudadano George Floyd, han hecho que los comicios pasen a un segundo o tercer plano. Pero inevitablemente todo se conecta. Ello es lo que explica por qué la posición de Donald Trump en los sondeos de intención de voto atraviesa su peor momento desde que arrancó la contienda. La mayoría pone al mandatario más o menos diez puntos porcentuales por debajo de su contrincante demócrata, el exvicepresidente Joe Biden, a nivel nacional, y en aprietos en varios de los estados que muy probablemente decidirán la elección.

A Trump le iba mucho mejor hace unos meses. Pero como dije, el coronavirus y las manifestaciones afectaron la evaluación de su desempeño por los votantes.

La forma en que Estados Unidos ha manejado la epidemia ha sido incuestionablemente deficiente, lo cual es atribuido por muchos al hecho de que la Casa Blanca subestimó el flagelo, en primer lugar, y a alentara lo que expertos en sanidad pública consideran que fue un retiro apresurado de las medidas de cuarentena. Como resultado, mientras que en Europa las cifras de contagio han ido cayendo poco a poco, en EE. UU. se mantienen en niveles récord. Van más de 2,5 millones de casos confirmados y alrededor de 120.000 muertos. Ambas cifras son las más elevadas del mundo. Más estadounidenses han muerto por el virus que en las guerras de Corea, Vietnam, el Golfo, Afganistán e Irak, combinadas.

Las encuestas indican que la gran mayoría de los estadounidenses desaprueba cómo Trump ha lidiado con el coronavirus. Y lo mismo sucede con las protestas. Es en ellas que me quiero detener, para apreciar dos hipótesis sobre su impacto electoral. De acuerdo con una, arrojada cuando la efervescencia callejera estuvo en su apogeo hace algunas semanas, en realidad las manifestaciones le convendrían a Trump. Para entender esta hipótesis, valga el siguiente preámbulo. El populismo de Trump explota las inquietudes de un gran sector demográfico. A saber, los blancos conservadores. Entre dichas inquietudes resalta la sensación de haber caído en el olvido por una elite política obsesionada con atender las necesidades de otros colectivos. Otra es aquello a lo que Bauman se refiere como la aversión a los “babosos extraños”. Es decir, a las minorías étnica o culturalmente diferentes.

Los blancos conservadores que integran el grueso de la base de Trump, y que habitan sobre todo los suburbios y zonas rurales, pudieron haber quedado conmocionados viendo en sus televisores y celulares los videos de disturbios y saqueos en los que degeneraron varias de las protestas, todo ello en grandes ciudades que, en cambio, están repletas de minorías étnicas. Así que, de acuerdo con la hipótesis aludida, el temor a que un caos asociado con los reclamos de las minorías se apodere del país entero movilizaría decididamente a suficientes blancos conservadores para que Trump repita su éxito de 2016. El propio Trump acarició esta idea y no en balde enfocó su mensaje en los componentes violentos de las protestas, comprometiéndose a hacer lo que fuera con tal restaurar la normalidad. Incluso a tomar medidas desproporcionadamente represivas. Todo esto sintetizado una consigna común en la política estadounidense (sobre todo en la derecha): “ley y orden”.

Tanto los seguidores del presidente como algunos de sus detractores se adhirieron a esta hipótesis, los unos con entusiasmo, los otros con alarma. Para respaldar su argumento, trazaron un paralelismo con la victoria electoral de Richard Nixon en 1968. Ah, la legendaria década de los 60, tal vez la más importante de todo el siglo XX en términos culturales. Comenzó irónicamente con la derrota de Nixon ante John F. Kennedy. Su primera mitad estuvo marcada en Estados Unidos por la cúspide del movimiento por los derechos civiles y la legislación que puso fin al racismo legalmente sancionado. Este fue el período de mayor activismo pacífico de la mano de figuras como Martin Luther King (un ambiente retratado recientemente en Selma, la película de Ava DuVernay).

En cambio, algo que marcó la segunda mitad de la década fue una sucesión de tumultos raciales desatados por razones similares a las del asesinato de Floyd más de medio siglo después. La lista es larga: Los Ángeles en 1965, Detroit en 1967 y un gran número de ciudades en 1968 simultáneamente, como resultado de las balas que ultimaron a King.

Bien conocida es la apelación de Nixon en la campaña de este último año, igualmente con el mensaje de ley y orden, a la “mayoría silenciosa”: un bloque de ciudadanos conservadores ajenos a las protestas contra el racismo y la Guerra de Vietnam, y que, a diferencia de quienes participaban en ellas, no llamaban la atención, precisamente por su pasividad. Pero estaban ahí, latentes y alarmados por la situación de su país.

Varios estudios han concluido que cuando las protestas fueron principalmente pacíficas durante la primera mitad de los 60, ello estuvo correlacionado con un aumento en el apoyo al Partido Demócrata, que hizo suya la bandera de los derechos civiles. Quizá la correlación ayudó a Lyndon Johnson a ser electo en 1964. Por el contrario, la violencia de los disturbios que abundaron en la segunda mitad de la década inclinó la balanza hacia los republicanos. Ergo, Nixon resucitó como un fénix luego de que su carrera política pareciera acabada.

Así pues, Trump estaría buscando emular a Nixon, lo cual nos lleva a la segunda hipótesis, que niega que la imitación está condenada al fracaso.

La primera persona que me puso a pensar al respecto fue Jamelle Bouie, un periodista con el que suelo disentir por sus coqueteos con el populismo de izquierda. Pero su artículo de opinión en The New York Times sobre este asunto particular me resultó muy impactante. Bouie sostiene que Trump no puede hacer de Nixon por dos razones. La primera es tan obvia que no sé cómo tantos, yo incluido, la pasamos por alto. A diferencia de Nixon, Trump es el presidente en ejercicio. Si el país arde, le será mucho más difícil convencer a sus seguidores que todo es culpa de otros. Incluso si ellos lo creyeran así, le pueden achacar no cumplir con su promesa de ley y orden. Sería entonces Joe Biden quien pudiera señalar a Trump por incompetencia y, con su larga trayectoria política, presentarse como una alternativa atractiva al jefe de Estado outsider.

La segunda razón es que el perfil demográfico de Estados Unidos ha cambiado mucho en 50 años. En 1970, 87,5 % de la población norteamericana era blanca. En 2010 (año del último censo), esa proporción fue 72,4 %. Además, la población blanca con opiniones negativas sobre las minorías se ha reducido considerablemente.

La segunda hipótesis es la que en este momento luce más fuerte. Sin embargo, hay que recordar que las encuestas pueden equivocarse. Mucho. Se equivocaron con el propio Trump en 2016. Aparte, faltan cuatro meses para las elecciones y la suerte del presidente pudiera cambiar. Quizá la economía, noqueada por el coronavirus, se levanta más rápido de lo imaginado, por ejemplo. En fin, veremos. Yo al menos estaré más pendiente de ver cómo están los ánimos en Ohio y Wisconsin que de un acto de campaña de candidatos de Avanzada Progresista o del MAS. Y no por desinterés en mi país, sino por ser consciente de que lo que ocurra el 6 de diciembre no alterará de ninguna manera la cruel hegemonía chavista.

 

Las opiniones emitidas por los articulistas son de su entera responsabilidad y no comprometen la línea editorial de RunRun.es

Irán emite orden de arresto contra Trump por asesinato del general Soleimani
Irán pidió ayuda a la Interpol para capturar a Trump y a los responsables del ataque

 

El gobierno iraní emitió este lunes una orden de captura en contra del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, por ordenar el asesinato del general Qasem Soleimani, el cual fue perpetrado en enero de 2020.

El fiscal de Teherán, Ali Alqasimehr, declaró que Trump, junto con otras 35 personas enfrentan “cargos de asesinato y terrorismo“, informó la agencia ISNA.

«Se ha emitido una orden de arresto y se ha requerido a la policía internacional que ponga una alerta roja», precisó Alqasimehr.

No obstante, es poco probable que Interpol acepte la solicitud de Irán ya que su normativa le prohíbe emprender cualquier intervención o actividad de naturaleza política.

Soleimani, el comandante de la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria, murió junto al número dos de la iraquí Multitud Popular y jefe de Kata’ib Hizbulá, Abu Mahdi al Mohandes, en un bombardeo selectivo de EEUU el 3 de enero en Bagdad.

En represalia, Irán atacó una semana después con misiles una base militar con presencia de soldados estadounidenses en Irak, lo que estuvo a punto de derivar en un conflicto directo entre Teherán y Washington.

A mediados del pasado febrero, el jefe del Poder Judicial de Irán, Ebrahim Raisí, ya adelantó que estaban trabajando con Irak para llevar a instancias judiciales internacionales el asesinato de Soleimani.

 

*Con información de EFE

Runrunes de Bocaranda: ALTO - ¿TRUMP ERRÁTICO?

¿TRUMP ERRÁTICO?

Por decir lo menos, es la figura que el exasesor de seguridad de los EE. UU., John Bolton, nos presenta del actual presidente estadounidense.

Si bien es cierto que cuando lo designaron para el cargo fue el propio expresidente demócrata Jimmy Carter, quien lo definió así: «Tal vez uno de los peores errores que ha cometido el presidente Trump desde que ocupó el cargo es su empleo de John Bolton, quien ha estado defendiendo una guerra con Corea del Norte durante mucho tiempo e incluso un ataque contra Irán, y quien ha sido una de las principales figuras en orquestar la decisión de invadir Irak «, dijo Carter. Y llamó su nombramiento como «un desastre para nuestro país».

Palabra cierta, por decir lo menos, cuando ahora Bolton se venga de Trump con la publicación de su libro El salón en donde sucedió.

Allí pinta a un mandatario iracundo e ignorante, sin preparación suficiente para el cargo. Malcriado, sordo para los consejos útiles y quien desdeña con frecuencia cumplir la Constitución estadounidense. Una de sus frases en el libro es demoledora, pues indica los motivos tras muchas de las decisiones de quien ocupa la Casa Blanca: «Estoy en apuros para identificar cualquier decisión importante de Trump durante mis funciones que no haya sido impulsada por cálculos de reelección».

Varios analistas coinciden, al leer el texto, que Trump usa la política exterior para su beneficio político. De esto hay dos ejemplos claros en las líneas de Bolton: la petición al presidente de Ucrania de investigar al precandidato demócrata Joe Biden, que luego se convirtió en un escándalo por el cual estuvo a punto de ser destituido por el Congreso; y la petición al presidente de China, Xi Jinping, de que lo ayudara a ganar las elecciones de este próximo noviembre aumentando las importaciones agrícolas desde los estados productores clave de los Estados Unidos.

Las líneas del texto de Bolton no clarifican sino que empantanan el errático tratamiento del caso Venezuela. Desde decir que Trump llama a Maduro “inteligente y duro”, hasta sembrar las dudas de si Trump mantendría su posición de ser reelecto en noviembre.

En el medio de ese análisis lo define en algún momento como un “halcón de la guerra”, cuando atribuye a Trump el haber dicho que una invasión a Venezuela sería “cool”.

Tan reciente como el fin de semana, cuando el propio Trump desató otra controversia al conceder el viernes una entrevista en la Oficina Oval al portal Axios y mostrarse abierto a reunirse con el dictador Nicolás Maduro al decir: «Tal vez pensaría en eso… a Maduro le gustaría reunirse. Y nunca me opongo a las reuniones, ya sabes, rara vez se oponen a las reuniones. Siempre digo que pierdes muy poco con las reuniones. Pero en este momento, las he rechazado».

Luego, tan solo dos días después, tuiteó que solo se reuniría con el dictador venezolano Nicolás Maduro «para discutir una cosa: una salida pacífica del poder». Su vocera fue presta el lunes al señalar que “nada ha cambiado respecto a Guaidó y Venezuela”.

Demostración palpable de los señalamientos de Bolton, pues dichos comentarios representan un giro de 180 grados de su entrevista con Jonathan Swan, de Axios, 72 horas antes. En esta no estableció esa condición previa para una reunión de Maduro, y sugirió que tuvo dudas sobre su decisión de reconocer a Juan Guaidó como el líder legítimo del país.

Al mismo tiempo, en esa entrevista de Axios, Trump describió a su exasesor de seguridad nacional como un «loco» que podría ser el «ser humano más tonto de la Tierra» por apoyar persistentemente la guerra de Irak. Esta vez Carter tuvo razón. Así se bate el cobre en el Norte.

Lamentablemente las acciones de Bolton perjudicaron la estrategia diplomática a seguir en un caso tan difícil como el venezolano. Los gritos de guerra a los cuatro vientos fortalecieron el apoyo de los países más comprometidos con el gobierno militar-cívico venezolano como Rusia, China, Irán, Turquía y Cuba.

El cabildeo global de todos ellos y los ingentes negocios con nuestro petróleo y la gasolina (cuando había), el oro, el hierro, la bauxita y el coltán afianzaron el saqueo interno y el compromiso externo.

El cabildeo de todos ellos en los organismos internacionales fue la mejor apuesta de Nicolás y su equipo. Difícil para nuestra destruida democracia.

Por ello Maduro fue rápido en responder las palabras de Trump señalando “estar dispuesto a conversar respetuosamente con el presidente Donald Trump”, el jefe del país que ha ofrecido 15 millones de dólares como recompensa a quien lo entregue a las autoridades estadounidenses, así como a otras 14 figuras de su gobierno. Por supuesto que ignoró la aclaratoria de la Casa Blanca sobre la corrección de Trump a su “malentendido original”…

Maduro dice que está dispuesto a conversar respetuosamente con Trump
El presidente estadounidense, por su parte, sostuvo que solo se reuniría con su par venezolano para conversar sobre la «salida pacífica del poder» de este

Nicolás Maduro afirmó que está dispuesto a conversar con el mandatario estadounidense, Donald Trump, de manera respetuosa, tal y como hizo en 2015 con el entonces vicepresidente y hoy aspirante demócrata a la Casa Blanca Joe Biden.

«Mi respuesta es que, así como me reuní con Biden y conversamos largamente de manera respetuosa, cosa que quedó registrada en su momento, también en el momento que sea necesario estoy dispuesto a conversar respetuosamente con el presidente Donald Trump», dijo Maduro a la estatal Agencia Venezolana de Noticias (AVN).

En la escueta declaración, Maduro apostilló que «de la misma manera» que habló con Biden en 2015, cuando era vicepresidente, lo haría con Trump.

El presidente estadounidense sostuvo este lunes que solo se reuniría con Maduro para conversar sobre la «salida pacífica del poder» de este, poco después de afirmar en una entrevista que estaba abierto a mantener ese encuentro.

«Al contrario que la izquierda radical, yo SIEMPRE estaré en contra del socialismo y con el pueblo de Venezuela. ¡Mi Gobierno siempre ha estado del lado de la LIBERTAD y contra el régimen opresor de Maduro! ¡Solo me reuniría con Maduro para abordar un tema: una salida pacífica del poder!», escribió Trump en Twitter.

El mensaje de Twitter supone una reacción a la entrevista que publicó este domingo el diario digital Axios en la que se mostró abierto a reunirse con Maduro, una posibilidad que también barajó durante la Asamblea General de la ONU de 2018, pero que no llegó a producirse.

«Quizá sí pensaría en ello. A Maduro le gustaría reunirse (conmigo). Y yo nunca me opongo a reunirme, muy pocas veces me opongo», respondió Trump a la pregunta de si se encontraría con el presidente venezolano durante la entrevista, que tuvo lugar el pasado viernes.

Según la AVN, la reunión entre Maduro y Biden se produjo en la ceremonia de investidura de la expresidenta de Brasil Dilma Rousseff, unas imágenes hoy reproducidas por el también canal estatal Venezolana de Televisión (VTV).

El libro de Bolton retrata la confusa política de Trump hacia Venezuela
La habitación donde sucedió: una memoria de la Casa Blanca llega este martes a las librerías de EE. UU. tras los intentos frustrados de la Casa Blanca de impedir su publicación

El libro que publica este martes John Bolton, el exasesor de seguridad nacional de la Casa Blanca, describe una política confusa y vacilante hacia Venezuela, con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, lleno de dudas sobre su respaldo a Juan Guaidó y la eficacia de la estrategia.

«The Room Where It Happened: A White House Memoir» (La habitación donde sucedió: una memoria de la Casa Blanca), como se titulan las memorias del polémico exasesor de Trump, llega este martes a las librerías de EE. UU. tras los intentos frustrados de la Casa Blanca de impedir su publicación, y el extenso capítulo que dedica a la estrategia estadounidense en Venezuela comienza con un duro veredicto.

«Fracasamos a la hora de cumplir el estándar» necesario para hacer frente a la crisis política en Venezuela, escribe Bolton, quien cree que a Washington le faltó la «persistencia» y la presión «coherente, sin cuartel e implacable» que podrían haber resultado en el derribo del presidente venezolano, Nicolás Maduro.

Reparto de culpas sin autocrítica

«El presidente dudó y titubeó, lo que exacerbó los desacuerdos internos del Gobierno en lugar de resolverlos, e impidió repetidamente nuestros intentos de poner en práctica una política», añade Bolton, según una copia de su libro revisada por Efe.

El exasesor no solo culpa de ese fracaso a Trump, sino también a la reticencia a imponer sanciones de su secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y a las «trabas burocráticas» del Departamento de Estado; pero apenas ejerce la autocrítica, a pesar de que la política hacia Venezuela estaba principalmente en sus manos.

Bolton, una de las figuras más conservadoras de Washington, asesoró a Trump entre marzo de 2018 y hasta que el mandatario le despidió en septiembre de 2019, un periodo en el que puso a la Casa Blanca en pie de guerra contra lo que definió como una «troika de la tiranía» en Venezuela, Cuba y Nicaragua.

«El Gobierno de Trump tenía enfrente una avalancha de facturas por pagar en Latinoamérica, y no estaba preparado para manejarlas», afirma Bolton respecto a la «creciente influencia rusa, china, iraní y cubana en el continente» y a su deseo de reactivar la doctrina Monroe, que atribuía derechos unilaterales a EE. UU. en la región.

El asesor de Trump encontró una excusa para desarrollar esa prioridad en agosto de 2018, cuando el mandatario le pidió durante una reunión que se centrara en derribar a Maduro y agregó: «Esta es la quinta vez que lo he pedido (a mi Gobierno)».

Venezuela «es parte de EEUU»

Trump acompañó esa petición de lenguaje bélico: pidió desarrollar opciones militares y opinó que debería quedarse con Venezuela porque «en realidad es parte de EE. UU.», según Bolton, a quien el ex jefe de gabinete de la Casa Blanca John Kelly le advirtió de que al mandatario le parecería «cool» invadir el país.

Esa amenaza de Trump de intervenir en Venezuela, que el mandatario ya había expresado públicamente un año antes, y su presunta impaciencia por lograr una victoria en ese país contrastaba con su «periódica» solicitud de concertar una reunión con Maduro, una idea que su equipo consideraba contraproducente.

El mandatario rescató esa idea esta semana en una entrevista con el portal Axios, pero después matizó en un tuit que solo se reuniría con Maduro para negociar su «salida pacífica del poder».

Trump también ha dado recientemente señales de frialdad hacia Guaidó, y el libro de Bolton retrata a un presidente lleno de dudas sobre la idea de respaldar a ese líder opositor como presidente interino de Venezuela, algo que Estados Unidos hizo el 23 de enero de 2019.

Dudas sobre Guaidó, interés en el petróleo

El 21 de enero, Bolton trató de persuadir a Trump de respaldar a Guaidó en cuanto se declarara presidente; pero el mandatario «dudaba de que Maduro fuera a caer, y dijo que era ‘demasiado listo y demasiado duro'», lo que contradecía su afirmación pública de que el chavismo «podría ser derribado muy rápidamente por los militares».

Al día siguiente, Trump pidió «garantías respecto a quién tendría acceso a los recursos petroleros de Venezuela en la era pos-Maduro», algo que Bolton consideró una «extralimitación» impropia de un Gobierno democrático como el de Estados Unidos.

Fue una delegación de congresistas la que convenció finalmente a Trump de «respaldar inequívocamente a Guaidó», pero el mandatario tuvo dudas sobre su decisión solo 30 horas después de anunciarla.

«No me gusta dónde estamos. El Ejército entero le respalda (a Maduro). Siempre he dicho que Maduro es duro. Este niño (Guaidó), nadie ha oído hablar de él», dijo Trump a Bolton el 24 de enero.

El «problema» del anillo de matrimonio

Esa impresión de Trump fue reforzándose con el tiempo, y un detalle aparentemente nimio se convirtió en una fijación: la esposa de Guaidó, Fabiana Rosales, no llevaba una alianza de matrimonio cuando visitó la Casa Blanca el 27 de marzo.

Para Trump, eso se convirtió en una prueba de que Guaidó era «débil», y a menudo se refería al «problema» del anillo en sus conversaciones con Bolton, además de apodar al líder opositor como «el Beto O’Rourke de Venezuela», en referencia a un excongresista demócrata que perdió su batalla por el Senado y la Casa Blanca.

El presidente ruso, Vladímir Putin, se aprovechó de esa coyuntura al comparar a Guaidó con la rival electoral de Trump en 2016, Hillary Clinton, por su presunto intento ilegítimo de acceder al poder, durante una llamada telefónica en mayo que convenció al mandatario de congelar la imposición de nuevas sanciones a Maduro.

«Un salvavidas» para Maduro

Para Bolton, sin embargo, el fracaso de la política hacia Venezuela no solo se debió a Trump, sino a los desacuerdos internos en el Gobierno que ralentizaron las decisiones sobre sanciones y «equivalieron a darle un salvavidas a Maduro».

«Nuestra lentitud y falta de agilidad eran como regalos del cielo para el régimen de Maduro y sus apoyos cubanos y rusos (…). Era doloroso verlo», sostiene.

El exasesor expresa su «frustración» por el descalabro del levantamiento militar encabezado por Guaidó el 30 de abril, que Washington no esperaba hasta más tarde y que se «adelantó», según Bolton, porque Cuba se enteró de los planes de la oposición.

Bolton atribuye el fracaso del plan a la influencia cubana, «la cobardía de varios líderes» chavistas «que prometieron actuar pero se echaron atrás a última hora» y «algunos errores tácticos de la oposición», pero también a la decisión de Trump de «cerrar la embajada en Caracas», que privó a EE. UU. de «ojos» sobre el terreno.

El misterio de las «5.000 tropas a Colombia»

Además, Bolton resuelve el misterio de la frase «5.000 tropas a Colombia» que escribió en un bloc de notas con el que compareció ante la prensa en enero de 2019: «(Trump) preguntó si deberíamos enviar cinco mil tropas a Colombia por si las necesitábamos, y yo lo escribí en un cuaderno para preguntar después al Pentágono».

«‘Ve a divertirte con la prensa’, me dijo entonces Trump», recuerda Bolton, quien deja entrever que el mandatario se refería a la rueda de prensa que ya estaba programada y no a una exhibición intencionada de la frase sobre las tropas.

Trump: Solo me reuniría con Maduro para discutir su salida
El mandatario estadounidense manifestó que siempre estará en contra del socialismo y a favor del pueblo venezolano

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aclaró este lunes que solo se reuniría con Nicolás Maduro para discutir su salida del poder.

A través de su cuenta de Twitter, Trump manifestó que siempre estará en contra del socialismo y a favor del pueblo venezolano.

«¡Mi administración siempre ha estado del lado de la libertad y la libertad y en contra del opresivo régimen de Maduro!», sentenció.

Además, Trump señaló cuál sería el único motivo por el cual se reuniría con Maduro: «Solo me reuniría con Maduro para discutir una cosa: ¡una salida pacífica del poder!».

En cuanto al presidente encargado Juan Guaidó, en este mensaje no hizo ningún tipo de mención.

Esta aclaratoria ocurre luego de que, en una entrevista que ofreció a Axios, dijera que podría reunirse con Maduro.

«Tal vez pensaría en eso … a Maduro le gustaría reunirse. Y nunca me opongo a las reuniones, ya sabes, rara vez se oponen a las reuniones», dijo Trump en la entrevista.

Sin embargo, manifestó que pese a las propuestas de reunión que ha recibido de Maduro, todas las ha rechazado.

Informe Otálvora: Bolton retrata contradicciones de gobierno Trump ante Venezuela

El asesor de Seguridad Nacional John Bolton, el secretario de Estado Mike Pompeo, el presidente Donald Trump y el vicepresidente Mike Pence el 02MAY18 durante la juramentación de Pence. Foto Departamento de Estado EE. UU.

 

@ecotalvora 

La aparición del libro de John Bolton estaba previsto para el 23JUN20. Con creciente tensión entre Bolton y la Casa Blanca, el borrador fue revisado y podado por funcionarios encargados de impedir la difusión de material que pudiera violar la seguridad nacional. El 17JUN20, en medio de nuevos intentos judiciales de la Casa Blanca para impedir la circulación del libro, comenzaron a circular ejemplares y a aparecer segmentos del libro en portales de New York Times, Washington Post, Wall Street Journal y en medios de Tv. “The Room Where It Happened” suma 592 páginas de las cuales 38 contienen el capítulo “Venezuela Libre” al cual tuvo acceso el Informe Otálvora.

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Aun desde antes de la salida de Bolton de su cargo el 10SEP19, Trump insistió en privado y públicamente acusándolo de ser el promotor de una línea guerrerista. En un largo reportaje del 16MAY19 de The New York Times, el periodista Mark Landler coloca en la boca de Trump la expresión: “Si fuera por John estaríamos en cuatro guerras ahora”. El 29ENE20, desde su cuenta de Twitter cuando ya era un hecho que Bolton publicaría sus memorias, Trump confirmó esa versión al tuitear: «si lo hubiera escuchado estaríamos ahora en la Sexta Guerra Mundial”.

En específico sobre Venezuela, Trump asomó a la prensa la opción militar el 11AGO17 y la discutió en New York con mandatarios latinoamericanos el 18SEP17, meses antes del ingreso de Bolton al gobierno. Después, el 11SEP19, cuando se produce la salida de Bolton, Trump afirmó ante la prensa que “yo estaba en desacuerdo con John Bolton en sus actitudes sobre Venezuela. Creo que se pasó bastante de la raya”. Esa afirmación de Trump sugería un “ablandamiento” de su gobierno ante el régimen chavista que fue rápidamente desmentido por Marco Rubio. El senador Rubio tras conversar con Trump el 12SEP19 tuiteó: “Es cierto que (Trump) no estaba de acuerdo con algunos de los puntos de vista del asesor anterior (Bolton). Pero como me recordó es en realidad el OPUESTO DIRECTO de lo que muchos afirman o asumen. La dirección de los cambios de política no será para hacerla más débil”. Trump retuiteó a Rubio agregando un comentario: “De hecho, mis puntos de vista sobre Venezuela, y especialmente Cuba, fueron mucho más fuertes que los de John Bolton. ¡Me estaba reteniendo!”.

Bolton confirma esta versión alegando la “inevitable oposición” del Congreso de EE. UU. a una operación sobre Venezuela. Bolton, tenido como un halcón militarista, habría insistido ante Trump en la ruta de trabajar con los oponentes de Maduro, respaldar el plan para declarar a Juan Guaidó como presidente encargado una vez finalizara el mandato de Maduro en enero del 2019 y profundizar en sanciones contra el régimen. Bolton narra escenas en las cuales Trump habría reflejado dudas sobre la capacidad del “kid” Guaidó para enfrentar al “fuerte” Maduro, pero igualmente muestra a Trump, en otras escenas, entusiasmado por el impacto que “the Venezuela thing” tenía en la pauta de los medios y ordenando apurar las sanciones contra el régimen chavista  a las cuales parte del alto gobierno se negaban.

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Según Bolton, aparte del interés en una opción militar, periódicamente Trump se mostraba inclinado a procurar un encuentro con Maduro “para resolver todos nuestros problemas”. Esa opción habría sido desaconsejada tanto por el secretario de Estado Mike Pompeo como por Bolton. El libro hace referencia a las gestiones de Rudy Giuliani, el alcalde de Nueva York devenido en abogado y consejero privado de Trump, quien se habría valido de su especial acceso a la Oficina Oval para introducir la solicitud del senador Bob Corker y del congresista Pete Sessions favoreciendo un encuentro Trump-Maduro. Corker y Sessions, ambos del Partido Republicano, viajaron a Caracas en 2018 para sostener encuentros con Maduro. La mención de Bolton a Giuliani no es la primera sobre gestiones del abogado de Trump a favor de jerarcas y empresarios chavistas.

La posibilidad de conversar con Maduro, según Bolton, fue mencionada por Trump a Iván Duque. El presidente colombiano visitó la Casa Blanca el 13FEB19 poco antes de la frustrada operación de ingreso de ayuda humanitaria a Venezuela desde Colombia promovida por Guaidó.

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Aparte de las contradicciones a nivel presidencial, Bolton reseña serias diferencias en el alto gobierno de EE. UU. en cuanto al proceder ante el régimen chavista. El Secretario del Tesoro Steven Mnuchin, según Bolton, se oponía a la imposición de sanciones petroleras alegando que ponía en peligro los activos de las petroleras estadounidenses en Venezuela que podrían ser expropiados por Maduro. Mnuchin igualmente se habría opuesto a imponer sanciones contra el sistema financiero del régimen chavista argumentando que impactaría en las operaciones de Visa y Master Card en Venezuela. La tesis de Mnuchin era preservar esos activos para “el día siguiente”, es decir, para luego de la caída de Maduro. “Steven está más preocupado por los efectos secundarios sobre empresas de EE. UU. que por la misión” habría dicho el secretario de Comercio Wilbur Ross a Bolton. Igualmente Mnuchin se habría mostrado reacio a retirar de la lista de personas sancionadas por EE. UU. a “ciertos individuos” que estaban colaborando con la oposición venezolana. Eso frenaba una de las herramientas que Pompeo y Bolton habían diseñado para premiar (“desancionar”) a aquellos funcionarios que pasaran de bando a favor de Guaidó. Mnuchin exigió que el Departamento de Estado fuera el responsable de esas medidas.

En ese momento igualmente se estaba produciendo dentro del Departamento de Estado lo que Bolton califica como una “abierta revuelta” que buscaba “subvertir” la política contra el chavismo. La sombra del gobierno Obama se hacía sentir. La entonces subsecretaria de estado para Asuntos del Hemisferio Occidental, Kimberly Breier, se posicionó en contra de la imposición de sanciones petroleras porque ello pondría en peligro al personal de EE. UU. en Venezuela. Bolton en esa parte del libro se pregunta sobre las conexiones de la burocracia del Departamento de Estado con la fuerte presencia izquierdista latinoamericana en Washington. A la larga, el temor a que en Caracas se repitiera un violento ataque contra la sede diplomática como el ocurrido en Libia en 2012, llevaría a que Pompeo cerrara la misión en Venezuela, medida que a juicio de Bolton reducía la capacidad de acción en el terreno.

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El polémico libro de Bolton, aparte de los ataques al presidente en año electoral y obvias exageraciones y omisiones, proporciona una visión “desde adentro” de la dinámica del gobierno Trump en cuanto la generación de sus políticas.

El Secretario de Estado Pompeo emitió la noche del 18JUN20 una nota en la cual afirma que: “No he leído el libro, pero de los extractos que he visto publicados, John Bolton está difundiendo una serie de mentiras, medias verdades completamente falsas y falsedades absolutas. Es triste y peligroso que el papel público final de John Bolton sea el de un traidor que dañó a EE. UU. al violar su sagrada confianza con su gente. Para nuestros amigos de todo el mundo: ustedes saben que la América del presidente Trump es una fuerza para el bien en el mundo”.

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El 12JUN20, el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, bajo control de Maduro, emitió una sentencia mediante la cual decidió reemplazar las autoridades del Consejo Nacional Electoral CNE designando nuevos integrantes. En su sentencia, la “Sala Constitucional” dice que la Asamblea Nacional, órgano que según la Constitución debe designar a los rectores electorales, está en condición de “desacato” y sus decisiones serían nulas, por lo cual cualquier designación de un nuevo CNE por esa Asamblea presidida por Juan Guaidó carecería “de validez, eficacia y existencia jurídica”. Todo un galimatías con ropaje jurídico con el propósito de proceder a designar a un grupo de militantes y aliados del chavismo como nuevos árbitros electorales. El primer trabajo de ese CNE será convocar a elecciones parlamentarias que pongan fin a la actual Asamblea Nacional controlada por sectores democráticos venezolanos.

Los días 15 y 16JUN20 la “Sala Constitucional” del Tribunal Supremo emitió tres sentencias mediante las cuales decidió “suspender” a las directivas nacionales de los partidos de oposición AD y Primero Justicia, entregando esos partidos a figuras vinculadas con el chavismo.

Los traidores

Los traidores

Igualmente procedió a encomendar a la Sala de Casación Penal un proceso para declarar organización terrorista al partido Voluntad Popular donde militan Juan Guaidó y Leopoldo López. El régimen chavista con esas medidas redondeó su propósito escogiendo autoridades electorales e ilegalizando en la práctica a los principales partidos de la oposición.

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El gobierno de EE. UU. reaccionó oficialmente el 15JUN20 mediante una declaración de Pompeo: “Las elecciones libres son el camino para salir de la profunda crisis política de Venezuela. Desafortunadamente la Corte Suprema controlada por el régimen de Maduro continuó manipulando la Constitución venezolana al nombrar ilegalmente un nuevo Consejo Nacional Electoral alineado con el régimen”.

Agregó el comunicado que “el régimen ha seleccionado un CNE que sellará sus decisiones e ignorará las condiciones requeridas para las elecciones libres” y que en esas circunstancias “las elecciones que representan la voluntad del pueblo son imposibles”.

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El Alto Representante Josep Borrell emitió el 16JUN20 una Declaración en nombre de la Unión Europea: “El 12 de junio, la Corte Suprema de Venezuela nombró a los rectores de la CNE. El 15 de junio, el mismo tribunal suspendió la actual junta directiva de «Acción Democrática» (AD), uno de los principales partidos de oposición y miembro del grupo de oposición G4, y nombró una junta ad hoc. Estas decisiones reducen al mínimo el espacio democrático en el país y crean obstáculos adicionales para la resolución de la profunda crisis política en Venezuela”. Tras la denuncia, Borrel nuevamente hizo un “llamamiento al Gobierno y la oposición para que entablen negociaciones significativas e inclusivas hacia la constitución del CNE y el levantamiento de las prohibiciones a los partidos de la oposición. Todos los actores nacionales deberían volver a la mesa de negociación, en interés de todos los venezolanos”.

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El Grupo Internacional de Contacto, la instancia creada por la Unión Europea en 2019, reaccionó el 16JUN20 ante los acontecimientos en Caracas mediante una declaración suscrita por los gobiernos de Alemania, Costa Rica, Ecuador, España, Francia, Italia, Países Bajos, Panamá, Portugal, Reino Unido, Suecia y Uruguay. El GIC “lamenta la forma por la cual se procedió a la renovación del CNE de Venezuela por parte del Tribunal Supremo de Justicia sin participación de la Asamblea Nacional en la elección de sus miembros, en contra por tanto de lo previsto en la Constitución venezolana”.

A juicio de los firmantes “esta acción por parte del régimen” socava la credibilidad tanto del CNE como del próximo proceso electoral” y “reduce aun más las garantías necesarias para la realización de un proceso electoral justo y transparente que posibilite un retorno a la vigencia plena de las instituciones democráticas en Venezuela”. En mensaje directo a los jerarcas chavistas, el exhorto “a quienes detentan el poder en Venezuela a abstenerse de tomar medidas que tornen inviable dicha solución democrática” y reiterando el mensaje de la Unión Europea de ese mismo día, el grupo llamó “a todas las partes a retomar a la mayor brevedad negociaciones sustantivas e inclusivas”.

Según el ministro de Exteriores uruguayo, Ernesto Talvi, la declaración del GIC se habría producido por iniciativa del gobierno de Uruguay.

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A su vez, la tarde del 16JUN20 circuló un comunicado del Grupo de Lima suscrito por Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú, Santa Lucía y el representante de Juan Guaidó. Los gobiernos de Guyana y Argentina se abstuvieron de firmar el comunicado. El gobierno argentino desde la llegada de Alberto Fernández a la Presidencia el 10DIC19 se ha mantenido nominalmente en el Grupo de Lima pero se ha negado a suscribir los pronunciamientos.

La crisis de COVID-19, entre otros motivos, causó un congelamiento de las actividades del Grupo de Lima perdiendo la regularidad mostrada desde su 19fundación el 08AGO17. La más cercana reunión del Grupo se produjo el 20FEB20 en Canadá y su más reciente comunicado estaba fechado el 02ABR20. Las medidas electorales del régimen chavista sirvieron para reactivar al Grupo de Lima cuyos integrantes “rechazan y desconocen la ilegal designación de los miembros del Consejo Nacional Electoral de Venezuela (…) que vulnera abiertamente la Constitución venezolana y socava las garantías mínimas necesarias para cualquier proceso electoral y el retorno de la democracia en Venezuela”.

Como ya ocurrió con las “elecciones” realizadas el 20MAY18 en las cuales no participó la oposición y Maduro se declaró triunfador, las elecciones parlamentarias de finales del año 2020 en Venezuela, de producirse, no serán reconocidas por buena parte de los países del vecindario latinoamericano ni por Europa.

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El equipo que desde la Casa Blanca hace seguimiento a los casos de Cuba, Venezuela y Nicaragua sufrirá un pronto cambio. El Departamento del Tesoro de EE. UU. hizo pública el 16JUN20 la intención de presentar la candidatura de Mauricio Claver Carone a la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo, la cual deberá decidirse en la Asamblea anual de gobernadores convocada para tener lugar en Barranquilla, Colombia, la primera quincena de septiembre.

Claver Carone ha estado trabajando en la Casa Blanca desde el 01SEP18 como asistente especial del presidente y como director para el Hemisferio Occidental del Consejo de Seguridad Nacional. Desde esas posiciones ha sido uno de los responsables en la definición e implementación de la línea dura y unificada hacia los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

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El BID es dirigido actualmente por el colombiano Luis Alberto Moreno quien el 01OCT20 estaría completando su tercer mandato quinquenal. La candidatura de Claver Carone marca la primera ocasión en la cual EE. UU. procura el cargo que desde la creación del banco ha estado en manos de latinoamericanos siguiendo un pacto no escrito que reservaba la vicepresidencia a un estadounidense.

Desde mediados del 2019 en diversas cancillerías del continente sacaban cuentas sobre votos para las candidaturas probables estimando que Argentina, México y Brasil aspiraban a dirigir el BID. Mauricio Macri primero y Alberto Fernández después, así como Jair Bolsonaro, planeaban presentar candidatos. El gobierno argentino está promoviendo al actual Secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Béliz quien ya contaba con el voto de México. Entre una media docena de potenciales candidaturas uno de los nombres, que más sonaba a nivel regional era el de la expresidenta de Costa Rica Laura Chinchilla.

En Brasilia, en tanto, evaluaban que EE. UU. no apoyaría una candidatura del gobierno kirchnerista argentino, lo cual creaba espacio para postular una opción brasileña. Desde el encuentro entre Donald Trump y Bolsonaro en la Florida, el 07MAR20, circulaban versiones sobre distintos candidatos brasileños. Más recientemente en medios políticos brasilienses corrió la versión según la cual el gobierno de Bolsonaro, en la voz del ministro de Economía Paulo Guedes, habría presentado al secretario del Tesoro de EE. UU. Steven Mnuchin la candidatura brasileña para el BID. El nombre ofrecido por Brasil fue el del banquero Rodigo Xavier, pero Washington se limitó a tomar nota de la propuesta. Dada las especiales relaciones entre los gobiernos de Trump y Bolsonaro, Mnuchin habría realizado una llamada a su colega Guedes para transmitirle, antes del anuncio público, que EE. UU. presentará su propia candidatura y que aspira al voto brasileño.

El 16JUN20 las cancillerías de Ecuador y Paraguay emitieron comunicados anunciando su apoyo a la candidatura de EE. UU. Al día siguiente lo hicieron los gobiernos de Brasil, Colombia y Uruguay. Todos ellos junto al seguro voto del representante de Guaidó y el porcentaje de EE. UU. representan 50 % de los votos. La escogencia de Claver Carone luce ya como un hecho.

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El 18JUN20, cinco expresidentes latinoamericanos emitieron un comunicado expresando “profunda preocupación y desacuerdo” con la intención del gobierno Trump sobre el BID. Fernando Henrique Cardoso de Brasil, Ricardo Lagos de Chile, Julio María Sanguinetti de Uruguay, Juan Manuel Santos de Colombia y Ernesto Zedillo de México son los suscriptores del pronunciamiento. “Esta no es solo una cuestión de alternancia protocolar, es un quiebre con obvias derivaciones políticas” sostienen los firmantes quienes “respetuosamente” exhortan a los otros socios del BID “a oponerse a la acción del gobierno de EE. UU.”.

Desde la acera de la izquierda, el Grupo de Puebla igualmente publicó un pronunciamiento en el cual expresan “no solo nuestra preocupación, sino también nuestro profundo desacuerdo con esta propuesta”. El comunicado del GP está firmado, entre otros, por José Rodríguez Zapatero y por los expresidentes de izquierda Lula da Silva, Dilma Rousseff, Rafael Correa, Ernesto Samper. El subsecretario para América Latina y el Caribe de la cancillería de México, Maximiliano Reyes Zuñiga, esta vez no suscribió el texto del GP.

Diario Las Américas 

 

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Joe Biden sobre Trump: Le gusta hablar rudo, pero admira a dictadores como Maduro
El candidato demócrata a la presidencia de EEUU aseguró que, de llegar a la Casa Blanca, apoyará al pueblo venezolano 

El presidente de los Estados Unidos (EEUU), Donald Trump, asomó tener dudas sobre su decisión de reconocer al presidente de la Asamblea Nacional (AN), Juan Guaidó, como mandatario encargado el país, al tiempo de afirmar que podría considerar reunirse con el gobernante Nicolás Maduro.

Cuando se le preguntó si se reuniría con Maduro, Trump dijo que tal vez podría pensarlo. Recordó que a su par venezolano le gustaría reunirse «y nunca me opongo a las reuniones, ya sabes, rara vez se oponen a las reuniones».

Al ser cuestionado sobre si se arrepentía de haber seguido el consejo de su exasesor de Seguridad Nacional, John Bolton, sobre Juan Guaidó, dijo que no. Sin embargo, después aseveró que «podría haber vivido con él o sin él, pero estaba muy firmemente contra lo que está pasando en Venezuela».

Por su parte, el candidato demócrata a la presidencia, Joe Biden, manifestó el domingo 21 que Donald Trump es una persona que, aunque habla «rudo» sobre Venezuela, «admira a matones y dictadores como Nicolás Maduro» y agregó que si llega a la Casa Blanca, apoyará al pueblo venezolano.

Las declaraciones del presidente de los Estados Unidos surgen luego de que salieran a la luz consideraciones suyas respecto a Guaidó en el libro «La habitación donde sucedió», escrito por John Bolton.

En el texto el exasesor de Trump, Bolton develó que el jefe de Estado pensaba que Guaidó era débil a diferencia de Maduro a quien veía como alguien fuerte. Bolton también escribió que Donald Trump lo culpó por el fracaso de la oposición en derrocar a Maduro.