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Pura coincidencia … por Carolina Jaimes Branger

fascismo

 

El pasado jueves en el Espacio Anna Frank, el Profesor Jon Aizpúrua dictó una charla magistral. Habló del movimiento político que surge enfrentando a las democracias liberales en crisis, en el que un pueblo va desdibujándose para terminar perdiendo las individualidades y termina formando parte de un colectivo que dependerá exclusivamente de lo que diga un líder ultra terrenal, universal, galáctico.

El proceso es el siguiente: el líder carismático e histriónico toma el poder. Al principio es sólo carismático. Luego se vuelve histriónico y allí comienzan a hacerse evidentes los abusos, cuando insulta, habla por horas sobre trivialidades, baila, canta, se ríe, amenaza… Como la democracia liberal imperante está en crisis, el líder  enfoca su potente discurso en dos vertientes: la primera, a destrozar la democracia y los partidos políticos existentes y la segunda, a hacer apología del orden caudillo-ejército-pueblo, la relación ideal para llevar a cabo los cambios profundos y supuestamente, la fuente de la felicidad eterna. El pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.

Disuelve poco a poco los poderes como los concibió Montesquieu. El Tribunal Supremo de Justicia y el Poder Legislativo desaparecen ante un mega Poder Ejecutivo que centraliza todo. Modifica el ente electoral mediante leyes que le permitan ganar todas las elecciones. La palabra del caudillo es ley, es verdad, es orden. El caudillo no se equivoca. El caudillo es infalible. Su legitimidad reposa en su carisma.

Crea fuerzas de choque paramilitares, que funcionarán como su guardia pretoriana. Disuelve los sindicatos mediante modificación de la Ley del Trabajo, dando paso a un corporativismo donde ya no hay individuos, sino un partido único que forma la nación. El derecho a huelga se abole. Los trabajadores deben inscribirse en el partido único y quien disienta, es despedido y hasta encarcelado.

La educación también sufre lo suyo: buena parte del adoctrinamiento se logra a través de las escuelas, aunque no hay una doctrina per se, sino más bien un pasticho de ideas políticas de toda índole, siempre bajo el paraguas del nacionalismo unitario y el autoritarismo centralista y corporativo. Se inculca la obediencia de las masas (idealizadas y convencidas de que son las verdaderas protagonistas del régimen) para formar una sola entidad u órgano socioespiritual indivisible”.

El revisionismo histórico no se hace esperar. Se exaltan las epopeyas y los héroes. Se recrea la historia como una leyenda donde aquellos héroes de ayer, hoy se identifican con el caudillo. Se utilizan los símbolos y la propaganda. Se escoge un color que identifique al proceso. La propaganda es vital y para su difusión hay que acabar con los medios de comunicación independientes. Como decía Pol Pot en Camboya “el que protesta es un enemigo, el que se opone, un cadáver”. Así de simple, así de macabro. Crea un enemigo externo a quien culpar de todos los males propios, una suerte de chivo expiatorio

En esta etapa se pasa del autoritarismo al totalitarismo. Ya no hay sino un líder, un pueblo sometido y un ejército y una milicia al servicio del caudillo. ¿Le suena conocido, verdad?… El Profesor Aizpúrua nos habló sobre cómo nació y se consolidó el fascismo en la Italia de Mussolini. De manera que cuando a usted le digan fascista, ya sabe de quién le están hablando. Cualquier parecido con la realidad… es pura coincidencia…

 

@cjaimesb

El Mesías esta en nosotros, por Armando Martini Pietri

líderes

 

A lo largo de la historia los venezolanos siempre hemos estado buscando un mesías, líderes iluminados que se encarguen de nosotros y nos resuelvan los problemas. Por eso nuestra historia es una sucesión plagada de demagogos ofrecedores de ilusiones, palabreros y lenguaraces de maravillas, nombres rimbombantes de revoluciones como una inquebrantable constante. La tuvimos “Independentista” proceso jurídico-político entre 1810-1823; “Libertadora” guerra civil 1901-1903; “Liberal Restauradora” en 1899 se inició desde Colombia una incursión a Venezuela, conocida como la “invasión de los 60”; “Federal” enfrentamiento militar entre conservadores y liberales siglo XIX conocida como Larga o de los 5 años; “Azul” insurrección armada en el contexto de la guerras civiles 1867-1868. Entre unas y otras se pierde la cuenta de los caudillos civiles y principalmente militares que han prometido paz, prosperidad y libertad, para que el siguiente las vuelva a cacarear porque el anterior no cumplió.

La más reciente, la “Bolivariana”, que se auto revolucionó cuando Chávez se dejó enamorar, conquistar y seducir por Fidel y, como Carlos Andrés Pérez años antes, se creyó sucesor directo de Simón Bolívar y su legado –palabreja que al chavismo le fascina-, líder de América Latina y de cualquier otro país que fuera más o menos anti imperialista, anti gringo y no alineado –aunque los «no alineados» terminaban habitualmente alineándose con aquella Unión Soviética que tras hambrear, esclavizar y asesinar a sus propios pueblos, terminó desmoronándose. 

Lo cierto es que alardeamos y presumimos de ser astutos y avispados pero sucumbimos castos una y otra vez, caudillo a caudillo. ¿Cómo se puede razonar y entender que una mayoría haya votado por alguien como Nicolás Maduro para Presidente, heredero del comandante y, a través de él según su propia pedantería, del propio Libertador? ¿Quién pudo creer semejante falsedad? Siete millones y pico de venezolanos, eso es lo triste.

Otra realidad, que siempre negamos, es que no existe el mesías –excepto el Hijo de Dios, que nunca ofreció beneficios terrenales, sino que planteó una vida de sacrificio, honestidad, decencia, trabajo y esfuerzo para después ser merecedor del cielo. Los mesías chucutos de nuestra política ofrecen el paraíso aquí mismo y este año, nada de sacrificarse; el mesías, sus hombres y mujeres de confianza se encargarán de todo. Allí es donde caemos por inocentes y ponemos la torta, porque no nos parece extraño ni anormal, no analizamos ni reflexionamos, le damos apoyo y nos sentamos a esperar que nos dé. Y aún peor, mientras él y sus compinches agarran para ellos, los bolsas -“pendejos”-, nos llamó Uslar Pietri- seguimos esperando promesas y el piar de pajaritos. 

Cuando trascurre el tiempo, las fantasías e ilusiones se van desgastando hasta no ser ya sueños sino pesadillas, entonces finalmente y poco a poco, empezamos a salir a la calle a protestar pero siempre con las orejas dispuestas a los cantos de algún nuevo mesías. Definitivamente no aprendemos la lección.

Hay líderes mejores y peores, seamos conscientes, reconozcamos que habitualmente seguimos, escuchamos y votamos por los peores. Los que tengan edad hagan un ejercicio de memoria y recuerden por quiénes hemos sufragado desde 1968 para acá, un análisis que con descarnada sinceridad todos deberíamos hacer.

Tras décadas de malos gobiernos, de derroches, de errores, de corrupción, de complicidades, de pérdidas de oportunidades para el progreso e ingresar al mundo desarrollado y de primera, ya va siendo hora de que entendamos que no hay un mesías sino algo más de 30 millones, porque los mesías debemos ser, somos, nosotros mismos.

Los ricos y adinerados de verdad no son los ladrones de divisas del Estado ni los que ganan contratos para robarse el dinero del anticipo y no hacer nada. Los millonarios probados los tenemos, y muchos, en Venezuela. Desde mega empresarios hasta el kiosquero que 7 días a la semana madruga para abrir su kiosco a las 6 de la mañana y trabaja sin parar hasta que cae la noche; el conductor de “por puestos” aunque algo mal educado y peor encarado, trabaja doce horas diarias para pagar su autobuseta, cauchos de mala calidad que no duran, repuestos que no consigue, baterías que se las roban. Pero que nos permite movernos por toda la ciudad. 

Recorran Bello Monte y Colinas, parte de Las Mercedes, la Candelaria, algo de Catia y tantas otras urbanizaciones, ciudades, pueblos y caseríos, que fueron construidas por inmigrantes españoles, portugueses, italianos y de tantas nacionalidades que llegaron al país con lo que tenían puesto, con una mano adelante y otra atrás, que empezaron a trabajar con pico y pala, fueron ahorrando, aprendiendo, creciendo hasta convertirse en constructores. ¿Ustedes creen que Central Madeirense la fundó un portugués multimillonario que trajo dólares a Venezuela? Pues no, fue un lusitano joven que llegó sin nada y fue prosperando hasta lograr con familiares un pequeño abasto en Catia, y así empezó. Hoy sus herederos manejan ese gigante comercial. Y como ese ejemplo muchísimos que deben colmarnos de orgullo. 

Grandes empresarios como Eugenio Mendoza, Salvador Salvatierra que cambió el concepto de banca elegante por el de un banco para la gente de trabajo, los Mendoza de Polar, el maestro Alejandro Hernández, para sólo citar unos pocos, todos ellos hombres y mujeres emprendedores que comenzaron desde muy abajo, se fajaron, fueron mesías para sí mismos, sus familias y miles de venezolanos a quien sus herederos siguen dando empleo digno sin exigirles compromisos ni lealtades políticas. No fueron los ricos ni los políticos los que levantaron este país, fueron esos empresarios con coraje y talento que se dedicaron a trabajar día tras día, sin descanso y con fe. Ése es el mesías que debemos buscar, seguir de modelo, de ejemplo y además imitar. Ellos sí han abierto caminos, cumplieron y siguen cumpliendo sus compromisos, son los únicos que con su valor, empeño y el respaldo de sus trabajadores, siguen sosteniendo este país a pesar de los desastres, las mentiras y la ineptitud de los revolucionarios que solo saben prometer y delirar.

Y en lo político, no sigamos creyendo en falsos mesías fantoches de pura palabrería, revisemos la historia y encontraremos auténticos héroes que nunca pensaron en ser millonarios sino en fortalecer las leyes, echar a patadas a los tiranos violadores de todos los derechos y transformar al país en una democracia ejemplar, integra, digna y próspera. No a los mesías fanfarrones y faranduleros que prometen revoluciones, sino los que se comprometen al bienestar y no convocan a marchas ni protestas sino a trabajar con empeño, ahínco y perseverancia, los que en vez de comprar armas de guerra y uniformes tomando modelos ajenos, proponen la construcción de buenos centros de enseñanza con el respaldo amplio a los docentes.

Y no olvidemos jamás que, si no hay mesías aquí dentro, mucho menos los conseguiremos en otras latitudes. No van a ser los bien pagados (en dólares) señores de la OEA, la ONU ni siquiera los de MERCOSUR –que solo piensan en negocios e intereses propios- y mucho menos los de UNASUR y ALBA que dependen del dinero oficialista gobiernero, quienes nos van a sacar del chiquero, ni ex presidentes que se lo pasan buenísimo en hoteles de lujo que por cierto, también paga la revolución que ha echado a la basura centenares de miles de millones de dólares pero es incapaz de alimentar a su pueblo ni garantizar medicina ni equipos mínimos para tratamientos médicos, ni hablar de la seguridad.

No hay mesías, ni salvador milagroso que haga y nos defienda más de lo que nosotros hagamos y nos defendamos. Somos los ciudadanos el mesías, y si no lo asumimos con responsabilidad, desapareceremos como nación, nos quedaremos sin país y perderemos la patria.

@ArmandoMartini

 

Políticos primitivos por José Vicente Carrasquero A.

Primitivo

 

Recuerdo que como invitado al programa Aló Ciudadano a principios de este siglo, me atreví a decir que la clase política liderada por Hugo Chávez parecía haber atravesado el Túnel del Tiempo desde el pasado remoto a nuestros días. Hacía alusión a una famosa serie de televisión en la cual científicos viajaban al pasado a estudiar determinados momentos de la historia. En uno de los capítulos, miembros de unas hordas atravesaron el túnel y terminaron en pleno siglo veinte.

La forma de hacer política del chavismo se basa en todas aquellas prácticas que la democracia moderna ha venido dejando atrás en la medida que las civilizaciones evolucionan. Pero, lamentablemente para nosotros, Chávez se empeñó en rescatar todas esas formas primitivas de mantenerse en el poder y llamarlas democracia.

Desaparecido el caudillo del proceso, deja detrás una tropa de personajes que carecen de las herramientas que permitan llevar a cabo un proceso pacífico y negociado de gobierno. Al contrario. Siguen elaborado sobre la división irracional de buenos contra malos. Siguen haciendo uso de los arcaicos modelos de propaganda fascista. Continúan evitando la negociación y el diálogo y optan por el atropello e irrespeto a las instituciones y las leyes.

Ese es el comportamiento exhibido alrededor de la aprobación de la ley de amnistía. Cuando se dictó la primera de estas leyes en 2000, por un cuerpo inexistente en la constitución de 1999 y que se abrogó tareas de la futura Asamblea Nacional, estuvo bien. Porque lo hicieron ellos. Independientemente de que se estuviese perdonando a asesinos y responsables de muertes de los fallidos intentos de golpe de estado de 1992, secuestradores, asesinos de policía, ladrones de cantinas militares y pilotos que bombardearon Cantaura. En aras de la paz y la reconciliación no se hizo mucha bulla sobre el asunto. Y repito, esta ley fue aprobada por el tristemente célebre congresillo que si de algo no gozaba era de pluralidad política. Y lo hicieron en ese momento a sabiendas de las dificultades que tendrían para pasar esa ley en un parlamento plural.

Llama poderosamente la atención que miembros de la bancada minoritaria en el parlamento se opongan a una ley similar a la que los benefició. El delito de golpe de estado se entiende como traición a la patria. Eso quiere decir que si no hubiese sido por el perdón que les otorgó Caldera, muchos de los que hoy disfrutan de las mieles del poder como diputados, gobernadores y hasta embajadores estarían aún purgando la pena de 30 años de presidio que corresponde a la falta cometida.

No contentos con eso, los chavistas se auto perdonaron con la ya mencionada ley promulgada por el congresillo en abril de 2000. ¿Por qué para ellos si era bueno el perdón y no para quienes lo requieren ahora?

La primitiva clase política en el poder usa las redes sociales para llenar de insultos a todo aquel que no esté de acuerdo con ellos. La etiqueta #DerechaCriminal ha sido promovida como tendencia en Twitter. Y uno se pregunta: ¿no es criminal que niños mueran convulsionando por falta de medicinas? ¿no es criminal que los pacientes de la tercera edad no consigan medicinas para la tensión, el corazón y el enfisema pulmonar entre otros males? ¿no es criminal que un niño de brazos tenga que sufrir la inclemencia de la cola que su madre debe hacer para conseguirle comida? ¿no es criminal que las personas tengan que dedicar la mayor parte de su tiempo a la subsistencia miserable? ¿no es criminal el haber permitido que las bandas criminales se apoderaran de amplios espacios en nuestras ciudades y vastos territorios del país?

Si de algo no gozan los primitivos que ostentan el poder en Venezuela es de un repertorio de obras que sirva para lavarles la cara de alguna forma. Ya se ha demostrado como las cifras de la misión vivienda no se corresponden con la publicidad oficial. Las investigaciones adelantadas por el diputado Julio Montoya comienzan a destapar ollas donde se desviaron miles de millones de dólares hacia los corruptos bolsillos de una subclase chavista conocida como los boliburgueses.

Desde las mismas filas del chavismo se oyen denuncias que hablan del desfalco que se hizo al tesoro nacional a través de empresas de maletín. Aún así, los primitivos se creen con la moral suficiente para no reconocer esos graves delitos y para pontificar sobre lo bien que lo están haciendo.

El legado de Chávez lo está definiendo un teniente ascendido a capitán que funge de diputado y que con su comportamiento de sargento tropero deja en claro la calidad de esta clase política.

Esta siendo definido ese legado por los familiares de la primera dama que abusan de su posición en el país y por los otros detenidos en una cárcel norteamericana por el presunto delito de tráfico de drogas.

El legado está siendo claramente dibujado por el diputado que fue echado del ejército por robarse el rancho de los soldados y que sin embargo interviene en el parlamente como si tuviese alguna autoridad moral.

El legado del caudillo está siendo explicado por el joven diputado que disfruta la quinta Finisterre en una lujosa urbanización de Caracas, mientras la gente se pregunta de dónde sacó los reales para su adquisición, muy probablemente, en billetes imperiales.

El legado de Hugo esta siendo conformado por un presidente incapaz de entender lo que está sucediendo en el país. Una persona que no tiene la capacidad de comprender los problemas que le explican sus técnicos y las medidas que debe tomar para evitar el colapso general del país.

El legado de Chávez no podía ser otro que la desolación de las hordas primitivas que tomaron el país cual conquistadores y arrasaron con sus riquezas. Se hicieron de Venezuela para convertirla en instrumento del narcotráfico con la única intención de enriquecerse infinitamente. Desde el más allá, Pablo Emilio Escobar Gaviria ve con envidia a un Estado puesto al servicio del negocio de la droga. Su sueño más preciado hecho realidad.

 

@botellazo

Venezuela: para salir democráticamente del autogolpe por Leonardo Pizani

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Desde el 19 de abril de 2013 Venezuela vive un proceso de autogolpe continuado del cual sólo se podrá salir, democráticamente, si la oposición gana y administra con responsabilidad y sabiduría su mayoría en la Asamblea del 2015.

Como en una vieja película de comienzos del siglo pasado, el 8 de diciembre del 2012 el Caudillo designó a su sucesor y, para no innovar -aconsejado por el otro caudillo caribeño-, para ese trance pensó en el más obediente y no en el más capaz. Para entonces ya habían comenzado las conspiraciones en palacio y en los cuarteles transmutados en restaurantes VIP con güisqui 18 años.

Ante los aprietes, el presidente -débil, sin liderazgo, capacidad ni popularidad- huye hacia adelante con la idea de ganar tiempo a la espera del milagro que le permita sortear una crisis económica, política y social heredada, cuyo origen no se atreve a denunciar porque lo enfrentaría con el difunto y sus otros deudos.

El Caudillo solía decir que la oposición debía agradecer su existencia y presencia en el poder ya que – de no estar él – la situación del país se haría ingobernable. El petróleo y yo, era el mensaje y su convicción de que no había en el PSUV ni en las FFAA quien lo sustituyera, la línea política.

Claro que cuando hacía esas afirmaciones, como todo buen Caudillo, el jefe se pensaba eterno, de manera que -para consolidarse en el poder- dedicó mucho esfuerzo en liquidar cualquier otro liderazgo interno que pudiera hacerle sombra.Ahora el mal ya está hecho y la pelea de los peores desatada.

Siempre como en las viejas películas, frente al fracaso de las políticas propias,lo primero que ha hecho el gobierno es responsabilizar al enemigo extranjero. Luego vinieron las denuncias de los saboteadores cuya existencia es imprescindible para poder justificar la represión, necesaria a su vez para intentar acallar el descontento de la población.

Se continuó con los presos políticos -indispensables para justificar las denuncias de conspiraciones, golpes de estado e intentos de magnicidio- mientras el apriete y la repartija tiene lugar en los salones del palacio.

La crisis se profundiza y rápidamente se pasa a la represión interna. Comienzan las expulsiones del PSUV y los despidos del gobierno. Son asesinados militantes, presos dirigentes sociales del chavismo y se oficializa la delación como política interna creando “denunciainfiltradospsuv@gmail.com, y vía sms al 04169425792″.

A los grupos internos de poder y a los militares, ni con el pétalo de una rosa aunque sean los jefes de la corrupción. Por el contrario, se les cede espacio y poder político mientras se intenta ganar tiempo. ¿Y el país? Ese es un detalle menor. Lo primero es mantener el cargo a como dé lugar. 

El caudillo no sólo se pensó inmortal, también creyó que los precios del petróleo nunca caerían pero, sobre todo, menospreció a la sociedad venezolana y nunca creyó que fuera capaz de ofrecer una resistencia tan tenaz y perseverante y una defensa tan decidida de los valores de la democracia.

Mientras el jefe cortaba cabezas internamente, la sociedad civil (SC) organizada, no sólo enfrentaba al gobierno, simultáneamente presionaba a los viejos y nuevos partidos demandando la responsabilidad y la unidad que la gravedad de la situación exige.

De ese largo y complejo proceso, surgen la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y un Programa de gobierno concebido para el tránsito hacia una sociedad democrática e incluyente en la cual todos -chavistas y no chavistas- tenemos lugar y en cuya elaboración jugaron un papel fundamental distintas organizaciones de la SC.

Elaborado de esa manera, el Programa fue aceptado como un compromiso a cumplir por parte de todos los dirigentes y partidos de la MUD.

Ese Programa, basado en la inclusión social, la democracia, la pluralidad y la libertad de pensamiento, debe ser la herramienta para sentarse a conversar sobre la transición con los dirigentes sociales y los dirigentes honestos del chavismo.

Guerra avisada no debería matar soldados

No hay duda que la política represiva del gobierno ha sido concebida para dividir a la oposición y disuadir a la disidencia interna.

La prisión de Leopoldo López y de otros dirigentes de la oposición, así como la persecución a María Corina Machado, y la detención de tres dirigentes sociales del chavismo, además de cobardes, son actos de provocación dirigidos a debilitar a la MUD y a su candidato, sea o no Capriles. La estrategia es tan evidente que nada justificaría que la oposición cayera en la trampa.

La posibilidad de ganar la Asamblea es real. Sólo la división de la oposición podría evitarlo. Aprovechar esa mayoría en la Asamblea para dotar de la gobernabilidad necesaria a los gobernadores y al próximo presidente es una obligación.

Discutir en base al Programa de la MUD con las fuerzas disidentes del chavismo es una oportunidad que permitiría pensar con más optimismo en la posibilidad de una transición democrática y en paz que seguramente la Unasur apoyaría

Infobae

Viceversa entrevista a Sergio Ramírez: “El caudillo es un engendro de la sociedad rural”

 

SERGIO RAMIREZ

Via www.viceversa-mag.com

NUEVA YORK: Sergio Ramírez es protagonista y testigo histórico del devenir del siglo XX en Latinoamérica. Político y escritor, hoy día encuentra en la contemplación su mayor fortaleza. Podríamos decir que en su voz y a sus ojos, ya nada lo sorprende fácilmente: ha vivido. Con esa misma sabiduría, recorre el estado del continente en sus distintos ámbitos. Habla quien fuera vicepresidente de Nicaragua durante cuatro años y también el autor de una obra narrativa que incluye “Margarita, está linda la mar” ganadora del Premio Internacional de Novela Alfaguara en 1998. Su pasión definitiva son las letras. Diariamente atiende la devoción por la palabra con esa calma que lo caracteriza. Ganador del segundo Premio Internacional Carlos Fuentes a la Creación Literaria en el Idioma Español, encuentra en la misma realidad latinoamericana todos los elementos que hacen maravillosa a la literatura. Reflexivo, analizando sin pasiones (y en la distancia) los hechos, tuvimos ocasión de conversar con él durante su visita al Instituto Cervantes de Nueva York.

 ¿Cuándo empezó a sentir la necesidad de narrar historias?

Cada vez me convenzo más de que esto es un don, que se convierte en necesidad o se expresa a través de la necesidad. Uno se siente compelido a escribir lo que va formando en la cabeza como historia que contar.  Eso implica la necesidad de explicarle a alguien lo que yo he concebido. Me parece que esta mecánica tan simple proviene de la narración, narrar con la convicción de que lo escrito nadie más lo ha dicho y que a otros puede interesar. Es un acto esencial de comunicación. Creo que en literatura existe una escritura que no necesita de este receptor: la poesía mística. El receptor es una divinidad de Dios, no otro ser humano. Y a lo mejor solo por accidente conocemos la poesía de San Juan de La Cruz o de Santa Teresa de Jesús que no estaba destinada a nosotros, sino a comunicarse con las alturas. Pero la literatura terrenalmente pura, va destinada siempre a otros.

Trae a colación la idea de que: “solo se debe escribir cuando se siente esa íntima necesidad”

Eso lo decía Singer, el acto de la escritura es una imprescindible necesidad de comunicarles a otros lo que uno siente. Desde que leí esa frase no he hecho más que identificar lo que yo mismo siento, igual que lo hizo Borges.

¿Hubo alguna lectura fundamental en su infancia que usted quisiera igualar al punto de leer y decir: “yo quiero ser esto, yo escribiré…”?

Pues yo no comencé a escribir o a leer buscando una necesidad de estilo, sino buscando las historias. En mi infancia fui, más que nada, lector de cómics. Generalmente cuando a un escritor le preguntan sus lecturas de infancia comienza con Salgari, la verdad es que yo no leía Salgari,  escuché a Salgari en una radionovela llamada “Tamakún, el vengador errante”. Me formé entre los cómics y las radionovelas. Para mí los héroes, eran los héroes de los cómics. Después entré en la lectura. Empecé a leer a Dumas, leyendo “Los tres mosqueteros”.

¿Y algún otro tipo de influencia de formación artística como el cine?

El cine es otro elemento muy importante para mí, igual a las radionovelas y los cómics. Yo estuve muy vinculado al cine desde niño. A los 12 años, mi tío que era dueño de un cine, me nombró “operador oficial” y esto me permitió seguir el cine como una aventura continua y como una escuela de formación de técnicas de narrar. No es que yo a esa edad estuviera conscientemente aprendiendo técnicas de narrar, pero después lo que tenía en la cabeza me sirvió para estructurar la narración.

¿De qué estaba encargado en el cuarto de proyección? ¿Ponía la cinta?

Todo, porque yo estaba solo en la caseta. A través de una escalera vertical subía la maletita de los 14 rollos o una cajita de madera donde llegaban consignadas las películas. Generalmente, como venían de otro cine de los alrededores, había que rebobinarlas. Empezaba por allí y luego ejecutaba la técnica de desmontar el rollo cuando se quemaba o cuando la proyección se aturdía. Tuve la habilidad suficiente para cumplir en un minuto la operación de rebobinar, cortar, pegar, devolver al carrete y echar a andar el aparato. Todo eso lo aprendí junto con la habilidad de ver por la ventanilla del proyeccionista, que es una tercera ventanilla. Eso me hizo ver una película muchas veces. Las veces que se proyectara debía verla, sin descuidarme.

Ese operario es de alguna forma “el primer narrador” de esas tramas, porque a partir de lo que hace, empieza a contarse la historia…

Sí. Yo aprendí el arte de narrar en el cine: cómo empezaba una película, cómo se abría el plano general para mostrar un pueblo, del pueblo se pasaba a las calles y de las calles a las casas. Eso después lo revisé en Balzac, que hace lo mismo. Él empieza con un plano general de una casa, hasta que entra a los aposentos interiores.

¿Por ahí llegó el cine negro americano?

Yo veía tradicionalmente dos clases de cine: el cine americano que a su vez se divide en cine negro, tipo Humphrey Bogart con el “Halcón Maltés” y cine musical. Estamos hablando del cine que está colocado entre la guerra mundial y los años 50. Todavía era un cine de divertir a la gente en los frentes de guerra, o a los que se habían quedado atrás en la retaguardia. De ahí salen todos los musicales que me fascinaban. Luego el cine western, las comedias como “Costello y Hardy”. Luego estaba el cine mexicano. El cine ranchero, el cine de la comedia, el cabaret. También llegaba el cine europeo, que luego desapareció de las salas de proyección en América Latina. Yo pasé Bergman, Antonioni… ¡Llegaban esas películas! Cine japonés como Kurosawa con “7 Samurais” y Rashomon. La gente iba a ver esas películas. 

Casi todos los grandes escritores de Latinoamérica tienen una gran novela sobre “su” dictador. Asturias, García Márquez, Vargas Llosa, cada uno con su obra respectiva. Desde donde estaba usted, en Nicaragua, ¿sintió la necesidad de reflejar la condición de lo que pasaba con Somoza?

Desde el punto de mira de mi infancia, yo empecé a ver la figura de Somoza el viejo, fundador de la dinastía.  En primer lugar, un niño no se pregunta sobre la alternabilidad democrática. Lo que atrae es la figura central que está allí presente. Sobre todo porque yo venía de una familia partidaria de Somoza por liberales. Su figura era una presencia continua en mi casa, entre mis abuelos, mi familia. El viejo Somoza tenía mucho carisma. Era un contador de chistes. Mis tíos llegaban siempre contando y repitiendo los chistes que contaba cuando pasaba por el pueblo. Yo conocí a Somoza desde muy niño, lo vi. Eso formó en mí el atractivo por la figura del dictador, desde un punto de vista simpático con respecto a su presencia continua.

Para mí empieza el contraste cuando llego a la universidad en el año 1959. Los estudiantes estaban en la calle protestando todos los días contra Somoza y así empecé a ver el otro lado suyo: al represor. Me sumo al movimiento estudiantil y en esa misma época, el ejército dispara contra los estudiantes. Durante esa manifestación matan a cuatro jóvenes, dos de ellos compañeros de banca míos. Mi visión cambió radicalmente.

Empieza esa realidad frente a la opresión totalitaria, ¿cómo se empezó a involucrar con sus compañeros, organizarse en plena formación intelectual?

Ocurre un momento elemental en mi vida: asumirme opositor para siempre contra la dictadura y la figura del dictador. Lo asumo y esa fue la manera como abordé al viejo Somoza en mi novela “Margarita, está linda la mar”. Desde la perspectiva de mi atracción personal por él, pero ya colocado en mi consciencia como este dictador cruel que se quedó con el poder después de tanto tiempo. Dentro de mí mismo yo podía hacer un juicio sobre lo que era la figura de Somoza, el poder que heredó a sus hijos y lo que fue por entonces la dinastía que terminó siendo derrocada por la revolución.

¿Cuándo Chávez aparece en la escena política venezolana, lo ve trazar rasgos comunes con personalidades como la de Somoza? ¿se parecían?

Cuando me enfrento con la figura de Chávez, a quien nunca conocí, ya voy curado en salud. Para mí Chávez –no podría decir que es un impostor, porque no tengo cómo compararlo– representaba la figura tradicional que yo tenía del hombre fuerte, el caudillo. Ya Chávez era una mala repetición para mí. Ya vi esa película. De Correa ni se diga, son figuras desgastadas. Somoza pertenece a mi infancia, pertenece a una Nicaragua rural, pero yo cuando veo la figura de Chávez en Venezuela me digo: Chávez en Venezuela, un país que vivió una experiencia democrática tan larga… ¿cómo es posible? El caudillo es un engendro de la sociedad rural. Engancha con la creencia mágica del todopoderoso, el que todo lo puede, el que nunca falla y puede dispensar todos los bienes.

¿Por qué la región ha tenido estos líderes a través de todo el siglo con distancia? En retrospectiva, país a país, estos “hombres fuertes” parecen el mismo.

El molde generador sigue siendo el mismo: la estructura social de nuestros países. Entre Venezuela y Nicaragua hay una gran distancia. Nicaragua es un país crudamente pobre. Venezuela está envuelto en un aura de riqueza: petróleo, la petroquímica, las grandes represas eléctricas, sistemas de carreteras ultramodernos de los años cincuenta, los grandes proyectos pantagruélicos de Pérez Jiménez… Uno piensa que con Pérez Jiménez Venezuela se urbanizó, pasó a ser una sociedad urbana. Pronto se descubre que no es así, porque si no, no hubiera sido posible que existiera un Chávez. ¿De dónde venía? de un pequeño pueblo, de la ruralidad. ¿Y a quiénes arrastra primero? A quienes creen en la existencia del caudillo porque pertenecen a esa esencia rural. Es decir, él es el llanero que toma el Palacio Presidencial. Canta joropo y viene del campo. Así entra al Palacio de Miraflores. La tensión entre pobres que viene del campo y la minoría rica no ha desaparecido, es algo que se da por sentado. El caudillo aprovechó para echar a los pobres contra los ricos y contra el fracaso de un sistema que ya no funcionaba. Porque también la astucia política y la inteligencia política están en aprovecharse de esos fallos estructurales de los sistemas democráticos que se agotan en la corrupción. Para repetir lo mismo, obviamente, pero bajo otro aura, otro recurso retórico que tiene su propia cuerda.

Ahora la amenaza radica en regímenes que llegan con el voto y mantienen instituciones, poderes públicos, pero no contemplan disidencias. El que esté en su contra, lo está en contra del país y de la tradición patria: no puede haber un contrario.

No te olvides de que el nacimiento de un sistema se basa en grandes vacíos de poder y en grandes vacíos sociales. Si ves el caso de Venezuela, el “Pacto de Punto Fijo” estaba totalmente agotado, la corrupción era evidente, la gente clamaba por un cambio y alguien les propuso ese cambio. Cuando Chávez es electo por primera vez, muchos sectores van a votar con toda confianza porque representaba eso. Yo desde el principio me dije: ¿cómo se puede confiar en alguien cuyo prestigio proviene de un golpe de Estado? ¿Cómo la gente puede ir masivamente a votar por alguien que falló en dar un golpe de Estado? Mala o buena la democracia, pero era un golpe de estado. Allí hay un gran vacío.

Vamos al caso de Bolivia; en Bolivia el sistema político ha venido fracasando continuamente, entre gobiernos mediocres, efímeros, golpes de estado, falta de gobernabilidad. De repente llega alguien que sienta las bases de la estabilidad con un discurso bastante estrafalario. Reivindica los recursos naturales, el gas, multiplica el producto interno bruto porque multiplica los ingresos del país que se estaban fugando de manera injusta. Bueno, ese es su prestigio. ¿Y para qué le sirve ese prestigio? Para buscar quedarse. Ahí viene el gran mal del latinoamericano. Entonces los votantes bolivianos son votantes rurales también, que creen en que una sola persona puede ser el remedio a todos los males. El caudillo es capaz de solucionarlo todo. No importa que maneje los tribunales de justicia, el consejo que cuenta los votos, la fiscalía, policía, fuerzas armadas, no importa. Se trata de un juego de espejos muy peligroso.

¿Siente que se está jugando progresivamente a la desinstitucionalización en el hemisferio?

Sin duda. Yo lo veo en Nicaragua. Las instituciones han sido reducidas, liquidadas, no funcionan sino a través de las órdenes de la familia presidencial. La gente que representa a las instituciones se somete de manera servil a ese manejo personal. Son solo una camisa sucia que se quitan y se ponen. Las mismas personas mantienen esta red de sumisión y fidelidad a la figura del caudillo. Este proceso de desinstitucionalización es muy grave porque solo queda el cascarón vacío de lo que debería ser la institucionalidad, por la cual venimos luchando desde la independencia. Se ve que hemos progresado realmente muy poco. Claro que hay países donde la institucionalidad funciona. Uruguay o Chile, donde a pesar de una larga dictadura militar, la tradición de las instituciones recuperó su peso.

¿Es realmente una amenaza la reelección indefinida para la democracia? ¿O es una opción más que el sistema debe contemplar?

Yo creo que es una amenaza porque lleva al deterioro siempre. A mí no me pueden confundir con el discurso de que puede haber un presidente bien intencionado que estando cuatro o cinco periodos en el poder, se va a conservar puro con respecto a las instituciones, va a fortalecerlas y vigilar la transparencia del gasto público, la credibilidad de la función pública. Todo eso es una falacia porque la continuidad en el ejercicio del poder deteriora. Nadie se queda en el poder tanto tiempo para beneficiar a las instituciones sino para personalizar el poder. Eso está a la vista en la historia de América Latina por donde la queramos ver.

¿En qué países siente usted que hay una propuesta frente a esa plaga de mala gestión y adoctrinamiento?

Para mí todo comienza por el ejercicio electoral verdadero. Eso no es todo, pero para mí es un requisito esencial. Que un gobernante sea electo legítimamente, con los votos contados. Si eso se maniobra, se falsifica, ya todo el edificio empieza a fallar. Pongo de ejemplo un país tan grande como Brasil. Si se cuentan bien los votos, se cuentan bien los votos. ¿Qué hay corrupción? Hay muchísima corrupción, claro que sí. Todavía la educación institucional, la educación cívica del país no ha llegado al punto en que las instituciones que controlan la corrupción sean más fuertes que los corruptos. Pero bueno, la democracia funciona. Hoy hubiera sido posible que Dilma perdiera las elecciones, esa hubiera sido la decisión popular, la alternabilidad cura cualquier tentación de quedarse en el poder. ¿Neves lo hubiera hecho mejor que la señora Rousseff? Ese es otro problema, el problema es que el voto es bien contado y si la gente canta alternabilidad, vamos a la alternabilidad.

¿Cómo siente que avanza el proceso de pacificación en Colombia?

Yo creo que Santos está haciendo todo lo que tiene que hacer para lograr que haya paz en Colombia. No creo en quienes se ponen en contra del proceso de paz, que creen en la guerra o que necesitan de la guerra. Todo proceso de este tipo es muy complicado y yo aspiro a que este proceso de paz culmine. Las acusaciones contra Santos son porque le da preeminencia a la otra parte de la guerrilla que son unos “asesinos, contrabandistas de drogas”, etc. En un proceso de paz verdadero no se puede calificar de antemano al adversario. Si yo te descalifico, ¿entonces con quién me voy a sentar? Además falta la segunda parte para la cual los colombianos tienen que estar preparados. Que en una mesa de negociación para llegar a resultados verdaderos tienen que hacerse concesiones verdaderas. Cuando dos partes se sientan, alegan que no van a ceder un milímetro y terminan cediendo mucho. Si una sola cede, entonces no hay negociación.

¿Esta segunda parte tendría que ver con la incorporación a la vida política de estos grupos?

Hay algunas cosas que van a asustar a los incautos, porque uno en la mesa de negociaciones deja un brazo, deja una pierna, sale con una muleta, pero con el acuerdo de paz firmado.

¿Usted lo siente posible?

Sí, yo siento que se ha avanzado en las partes que son más sensitivas. Yo creo que lo más delicado ahí siguen siendo las garantías para los desarmados, porque alguien tiene que terminar entregando las armas y no va a ser el Estado, tienen que ser los rebeldes. Y al entregar las armas, tienen que tener garantía de sus vidas, de su seguridad y de sus derechos políticos, de su participación política, de organizarse, de presentarse como candidatos.  Sin eso no hay acuerdo.

¿Cómo ve usted el proceso dentro de Cuba? ¿Hacia dónde cree que pueda ir la próxima dirigencia política en la Isla?

En primer lugar, lo que habrá necesariamente en Cuba es un cambio generacional. La gerontocracia que gobierna Cuba por ley natural va a desaparecer, ellos lo saben. Fidel siempre habla mucho de la naturaleza, de las leyes de la naturaleza. No creo que los relevos que aparecen como visibles en este momento, sean los verdaderos relevos. ¿Quiénes van a gobernar Cuba? Yo no lo sé, pero ahí están ya. Que va a haber un entendimiento con la otra Cuba que está afuera, lo habrá necesariamente. Habrá una composición de inversiones extranjeras. Los primeros que van a llegar a invertir en Cuba son los hijos o los nietos de los antiguos exiliados, tendrán que entenderse con la otra Cuba, nadie va a eliminar a nadie. Todo va a ser el fruto de un acuerdo mutuo.

Quizás el sistema no va a cambiar radicalmente, pero va a cambiar. Van a haber muchas más aperturas de las que hasta ahora se han observado. No veo en Cuba la posibilidad de un sistema como el de China, con una economía de mercado y un gobierno de un solo partido. Estamos en América Latina, no estamos en el Asia profunda donde los sistemas arcaicos milenarios de autoridad única han perdurado siempre. Aquí tenemos otro ambiente político. Entonces los cambios de economía de mercado que necesariamente van a ser introducidos en Cuba, van a traer necesariamente cambios en cuanto a la participación política.

Usted que lo conoció, ¿encuentra a Fidel Castro dentro de esta lista de carismáticos irresistibles?

Sí, Fidel es otra cosa muy distinta. Yo a Chávez no lo conocí. Pero Fidel nunca fue un chapucero, es un hombre que sabía a fondo lo que estaba haciendo. Y así como tú decías antes, administraba su carisma. Él sabía el poder de su propio carisma o su poder de encantador de serpientes. Es un hombre muy educado, muy culto, gran lector. No es un chafalote cualquiera. Él era dueño de sus propios poderes.

¿Qué quedará de las propuestas que la Revolución Cubana hizo en un momento determinado?

Nada porque la situación interna de Cuba dominó mucho su actuación internacional. Es decir, la crisis de los misiles, la alineación con el sistema soviético, que era muy extraña –hasta los mismos cubanos lo sabían–  a la naturaleza del ser de los cubanos… después la diseminación de la guerrilla del Che, eso pasó a la historia. ¿Cuántos años hace que Cuba no levanta un dedo para ayudar a un guerrillero en América Latina? Muchísimos años, por lo menos treinta. El panorama va a ser muy diferente. Ahora las relaciones con Cuba son naturales para todo el mundo en América Latina. En las Naciones Unidas solo Estados Unidos e Israel se quedan apoyando el bloqueo contra Cuba. Hay que prepararse para los cambios que vendrán, van a ser muy profundos.

¿Usted creyó en algún momento en la “Literatura comprometida”?

Pues sí, en algún momento cuando yo era adolescente, creía que la literatura estaba al servicio del pueblo, al servicio de un cambio histórico. Yo con el tiempo me volví escéptico. Entendí que es muy difícil que la literatura cambie a una sociedad o que sirva como bandera para cambiar un sistema político. Me fui convenciendo de que la literatura para poder transmitir un mensaje, cualquiera que sea, tiene que ser buena literatura. Cualquier compromiso de uno, debe ser escribir como Dios manda, escribir buena literatura, si es que esa literatura va a transmitir algún mensaje. Pero asumir el presupuesto de que la literatura es un instrumento de cambio, cualquiera que sea esa literatura, no funciona. Porque si un mal libro nadie lo va a leer, ¿qué mensaje puede transmitir?

Debe estar comprometida con la libertad del arte, el buen hacer…

Sí, es lo primero. Lo demás se da por derivación. Un buen libro transmite un mensaje aunque el escritor no se lo proponga. Si uno va a hablar de la realidad tal como la ve, esa descripción de la realidad o esa interpretación de la realidad, algún mensaje va a llevar. Eso yo lo aprendí leyendo a Dostoyevski, uno de los mayores infortunios, de las mayores injusticias, están ahí en su obra. Pero él nunca proclama que está denunciando injusticia, simplemente las describe y uno se queda con esa sensación de estorbo porque ha presenciado una injusticia. Esa es la verdadera literatura.

Usted  siente como un don la literatura en su vida. ¿Cómo es actualmente su relación con el acto de la escritura?

Yo personalmente lo asumo con mucha felicidad. El hecho de que yo me siente en las mañanas y encienda la computadora completamente solo en mi estudio con la tranquilidad personal de que nadie me perturbe… eso para mí es motivo de felicidad. Algunos asumirán el proceso creativo con dolor y lo respeto mucho. Se puede escribir en distintas condiciones, desde la miseria, desde la extrema pobreza… Yo no vivo en esa situación. No soy ningún millonario, pero yo tengo los medios justos para poder escribir. Vivo de mi trabajo, entonces me regocijo mucho de poder ejercer mi oficio en soledad y tener asegurado el tiempo para poder hacerlo. Me siento muy privilegiado de poder tener ese espacio para escribir lo que quiero y así aspirar a dejar una herencia literaria en mi país y en mi lengua.