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Agricultura Urbana

El Plan Conejo de Bernal, por José Guerra

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Aunque parezca increíble, el gobierno ha lanzado un nuevo plan alimenticio para tratar de calmar el hambre de un pueblo carente de comida. Es un intento más de esta caricatura de ensayo y error que unos amateurs de las políticas públicas han venido poniendo en práctica en Venezuela. Esta vez le correspondió el turno a Fredy Bernal, devenido en flamante ministro de Agricultura Urbana.   Ya antes habíamos pasado por otros experimentos exóticos como los  gallineros verticales en casas y apartamentos, los cultivos organopónicos y las rutas de la empanada y el plátano. Uno a veces se pregunta hasta dónde puede llegar el delirio y la verdad es que en el campo de la razón, no hay respuesta. Tal vez la hallemos en el área de la metafísica.

Para facilitar la compresión del lector es mejor citar textualmente a Fredy Bernal  con el objeto que sean sus palabras las que develen su plan. Dice Bernal: “Una coneja pare aproximadamente diez o doce conejitos, al final se crían ocho. En dos meses y medio tenemos un conejo de dos kilos y medio”. Según la contabilidad de Bernal, cada coneja podría estar produciendo alrededor de ochenta conejitos al año. Como el conejo es un animalito que despierta cariño, especialmente en los niños, Bernal recomienda lo siguiente: Hay un problema cultural, que nos han enseñado que el conejo es una mascota bien bonita. Y sin duda alguna que el conejo es un animal bonito, es verdad, pero el conejo podría ser una solución”. “Tenemos que tener una campaña de radio, prensa, televisión, caricaturas, por todas partes para que el pueblo entienda que el conejo no es una mascota, sino que son dos kilos y medio de carne, con alta proteína y sin colesterol, puesta en la mesa del venezolano”.

Los grandes teóricos del socialismo se caracterizaron por ser gente cultivada en las letras, eran hombre de luces. Venezuela ha caída en manos de una especie de aprendices que parecieran no tener noción de las responsabilidades que tienen y del daño que pueden causarle a un pueblo, intentando con ideas absolutamente descabelladas. La política agro alimentaria del gobierno ha sido un total y absoluto fracaso. La producción de rubros fundamentales tales como la carne vacuna, el pollo, el cerdo entre otros, ha registrado caídas significativas, debido en parte por aquellas acciones nefastas de expropiar fincas, hatos y haciendas que procurando emular una revolución agraria, liquidaron la producción nacional. Lo mismo puede decirse de la producción de leche, maíz, caña de azúcar y arroz, donde las fallas son más que visibles. Esa política de acabar con la producción nacional no se notaba porque con dólares en la mano se compraba en el exterior lo que no se producía en el país. Ahora sin dólares, no hay cómo financiar las importaciones y la mejor idea que se le ocurrió a quienes dirigen al gobierno, fue lanzar el Plan Conejo. Toda una innovación en la disciplina de la ciencia de la alimentación. Una pregunta Bernal: y con qué se va alimentar los conejos?  Que yo sepa, esos roedores no crecen por generación espontánea.

Redacción Runrun.es Ene 17, 2016 | Actualizado hace 8 años
La gran cayapa, por Ana Black

 

Emma Ortega

Sra. Enma Ortega

Ministra para la Agricultura Urbana

Su despacho.

Apreciada señora, la felicito por este nombramiento y le deseo, de corazón, que la faena le sea leve y que reciba iluminación de quien más le convenga para que su gestión sea exitosa, no sólo por usted y su currículum sino por el bienestar de todos los venezolanos, ansiosos como estamos de volver a comer cositas producidas en Venezuela.

Dicho esto, paso a hacerle una serie de preguntas producto de  la enorme curiosidad y el profundo vacío informativo que ha dejado en mi ese nuevo proyecto revolucionario al que usted, de manera tan lúcida, ha llamado: «La gran cayapa de la siembra».

Van, para no desentonar con los tiempos bolivarianos, sin orden ni concierto.

  • Yo vivo en un apartamento de 90 mts. cuadrados sin balcón ¿aplico para ser agricultora urbana?
  • ¿Debo incluir en mi conuco urbano la siembra de leguminosas para el complemento proteico? Es que de verdad que una vez intenté con el gallinero vertical y sólo obtuve, además de una demanda de la junta de condominio por olores molestos, una serie de gallinas muertas por depresión.
  • ¿Cuántas matas de cada cosa debe sembrar una familia de 4 personas para suplir el consumo semanal?
  • ¿Qué opina usted de las leyendas urbanas?
  • ¿Me puede aconsejar cómo le pido a mi jefe que me de más tiempo para cosechar y cuidar mi infra parcela del que ya le exijo para hacer las colas para pañales, leche, remedios, aceite, papel tualé, arroz…? Hablando de arroz, usted que sabe de eso ¿será que se puede cultivar en la bañera?
  • ¿Cómo hago para sembrar jojoto?
  • De verdad, así con el corazón en la mano y sinnn que le quede nada por dentro ¿Después de 16 años gobernando y todo el billete del mundo le da nota que la solución del régimen bolivariano a los problemas de desabastecimiento y carestía sea ponernos a cosechar en las casas para abastecernos de alimentos? ¿En serio?
  • ¿Debo eliminar el palo del Brasil que me regaló mi comadre hace 30 años y la mata de calas blancas que heredé de mi mamá para poner en su lugar el cajón para (ver si se da) la auyama?
  • ¿Las semillas las compro dónde, en Agropatria?
  • Usted dijo: «El Ministerio de Agricultura Urbana está llamando a todas las personas que son productores y productoras de pequeña escala, que están aquí en lo urbano, a que se sumen este 19 de enero a una reunión que tenemos en Parque Central, porque tenemos que hacer un registro sobre todo lo que estamos sembrando» ¿De verdad usted cree que ese registro va a arrojar cifras esperanzadoras?
  • ¿Qué significa «Estar aquí en lo urbano»?
  • Si vamos a empezar a sembrar en las ciudades ¿qué uso se le va a dar al campo? ¿Van a terminar de arrasar con los productores agrarios? Nos van a dejar la responsabilidad de tener que producir todo lo que comemos? ¿Viene por ahí el Ministerio de cría urbana para complementar el régimen alimenticio nacional?
  • ¿Una dieta a base de cebollín y cilantro urbanos será suficiente para mantener al soberano fuerte, alerta y con energía para seguir defendiendo esta revolución tan productiva?

@AnaBlackLl

 

La agricultura urbana por Laureano Márquez

AgriculturaUrbana

 

Hay muchas razones para el pesimismo en estos tiempos: desde esa concepción revolucionaria de la política  en la que solo hay democracia cuando gano yo, hasta  esa idea de que la inflación no existe y -como decían los viejos filósofos griegos- de aquello que no existe, no se habla. Sin embargo, de las cosas más alucinantes que uno ha podido escuchar en los últimos tiempos, es la de resolver esta grave crisis de alimentación que padecemos con agricultura desarrollada en porrones, laticas y botellas vacías. Y es que detrás de esto -se ve venir- tendremos un ministerio para la pesca en el tanque del edificio, un ministerio para la cría de cerdos en el baño y quizá otro para la producción de huevos con gallinas en los clósets. Supone uno que esto no es una burla hecha  desde el poder a los ciudadanos, porque sería algo demasiado cruel que aquel que genera miseria con absurdas políticas macroeconómicas, encima, por añadidura, se burlase de aquellos a los que perjudica, porque ya Soublette alertaba sobre lo terrible que es que el presidente se ría de su pueblo.

Voy a relatarles mi modesta experiencia con eso que se llama la agricultura urbana: tengo un balcón de tres metros por uno y medio en el que desarrollo mi afición ancestral por la agricultura. Para comenzar, hay que comprar porrones, tierra, conseguir semillas y armarse de rastrillo, cuchara y paciencia. He probado con todo lo que la ministra sugiere: he sembrado lechugas y lo que me nace son unas miserables hojitas verdes. La única vez que pude hacer una ensalada -para una sola persona- fue cuando recogí simultáneamente  toda la cosecha de ocho porrones plásticos. He sembrado tomates. No sé si la ministra sabe que el tomate es una enredadera. Hay que ponerle palitos al lado de la planta e irla  amarrando con pabilo en la medida en que crece. Lo hice también y  pasé semanas amarrando, regando y esperando, salieron tres flores y se murieron dos. De la que quedó, salió un miserable tomate con el que completé para una ensalada y pude entender plenamente aquel repugnante  chiste de Verdaguer: hay algo peor que encontrase un gusano en un tomate, es encontrarse la mitad de un gusano. Probé también con el cebollín, corte la parte de arriba y enterré el bulbo en una vaso plástico con las raíces. Creció un hijito de cebollín al que podo con una tijera de cocina y que brinda a la sopa una tenue remembranza de cebollín. Sembré pimentón y le cayó como un animalito blanco que cubrió la planta y la arruinó. Hasta la yerba buena, ministra, que crece salvaje, a mí se me secó. Del perejil saqué una vez para una tortilla. El cilantro sí se me ha dado bien, pero ya sabe usted que no solo de cilantro vive el hombre. Sembré vainita, otra enredadera. Se dio y  de vainita saque 4. Según mis cálculos para un almuerzo de tres personas se necesitan cuatro balcones. Sembré maní y coseche dos miserables maníes. Usted dirá con razón que el pavoso  soy yo, ministra, pero créame -con todo el afecto le digo- que no creo que podamos subsistir con nuestros balcones.

Mis ancestros fueron agricultores desde tiempos inmemoriales, para sembrar ellos lo primero que tenían que hacer era «construir la tierra», en los lomos de lava del sur de Tenerife. Bien les habría venido un «ministerio de edificación de agricultura». Tenían que levantar paredes para construir terrazas. Mientras los hombres hacían las paredes, las mujeres cargaban la tierra con cestos sobre sus cabezas. Una vez que se «construía» en sitio para sembrar, había que conseguir el agua para regar. Para ello se abrían galerías (como minas) en la tierra. Había que abrirlas a una altura tal que la gravedad (la ley, me refiero, con permiso del TSJ) permitiese llevarla a los terrenos por canales que también había que construir,  que aún al día de hoy se usan y se llaman «tajeas». Seguramente entenderá por qué  tantos canarios emigraron a Venezuela y cómo se llegó a la extinta Agroisleña. Sembrar y cosechar en nuestra tierra es una bendición, claro, siempre y cuando no lo hagas con un gobierno en contra.

Ministra, perdone, ¿no nos vendría mucho mejor crear un ministerio de agricultura agrícola? No sé, digo yo en mi ignorancia del tema.

 

@laureanomar