LA CAÍDA DE OTRO HELICÓPTERO MI-17 de fabricación rusa, con las siglas GN10139, que cubría la ruta Buena Vista del Meta – Cararabo y que provocó la muerte de diez integrantes de la Guardia Nacional podría haber sido derribado por la guerrilla colombiana de las FARC con un misil tierra aire al confundirlo con una aeronave del ejército colombiano.

La información que afloró del otro lado de la frontera se basaría en confidencias por parte de un guerrillero a otro miembro de la milicia en un mensaje captado por las autoridades militares colombianas. El individuo pregunta al otro compañero si acaso no habría sido un error de su compañía o si efectivamente fue una caída por otras razones.

Hasta el momento el gobierno de Chávez da como razones la «falla humana por parte de los pilotos venezolanos». En ningún momento se han cuestionado los equipos rusos para evitar reacciones en el principal país proveedor de armamentos. Tampoco se ha indagado mucho sobre el «error» de las FARC si esa fuera la razón. Por lo pronto todo se achacará a error de los pilotos y por eso todos los trámites se hicieron apresuradamente para darles entierro cuanto antes y pasar la página sin mucha investigación.

¿Podrán los perros de la guerra que tanto dinero han hecho en estos once años dar alguna compensación económica a las 27 víctimas que ya han sembrado desde el aire?