¿Qué quiere Podemos? por John Carlin - Runrun
ElPais.ES Feb 02, 2015 | Actualizado hace 9 años
¿Qué quiere Podemos? por John Carlin

John Carlin/ Especial para El País

El escritor y periodista John Carlin publicó una serie en la que explora el fenómeno Podemos, por qué ha logrado convencer a tanta gente en tan poco tiempo, cómo son sus dirigentes y, sobre todo, a qué aspira. A continuación, lea los tres artículos

 

Los caballeros de la Mesa Redonda

Mitin de Podemos

 

Domingo, doce de la mañana, horario de misa. Faltan cuatro días para Navidad y el recinto está repleto; el ambiente, festivo; el fervor ante la inminente llegada del elegido, in crescendo. Gente de todas las edades, de los dos años a los ochenta, la mayoría de pie, con los ojos puestos en una puerta al fondo de la sala por donde saldrá el hombre llamado a señalarles el camino. Pasan los minutos —doce y cinco, doce y diez, doce y cuarto— y aún no aparece. Pero la multitud no se desanima. Se deleita con la sensación de estar participando en un momento histórico y corea una consigna tras otra, todas cargadas de ilusión, aunque de origen diverso.

“¡Sí, se puede!”, eco del “Yes, we can” de la campaña electoral del presidente de Estados Unidos; “¡El pueblo, unido, jamás será vencido!”, importada de América Latina, de las luchas antiimperialismo yanqui; “A por ellos, ¡oé!”, de la liturgia futbolera; y “¡Paaablooo! ¡Paaablooo!”, al ritmo que marcan los fieles del vecino Camp Nou —“¡Meeessiii! ¡Meeessiii!”— cuando aclaman a su ídolo.

El lugar, el Palau Municipal d’Esports de Vall d’Hebron, barrio obrero de Barcelona; la fecha, el 21 de diciembre del año recién concluido.

Falta casi un año para las elecciones generales españolas pero ya huele a victoria aquí en el Vall d’Hebron. Es el primer acto multitudinario de Podemos, el partido político líder según las encuestas nacionales, en tierras catalanas. Unas 2.500 personas dentro del pabellón y otras mil afuera aclaman a Pablo Iglesias, profesor de Ciencias Políticas de 36 años que, justo un año antes, con otros cuatro docentes de la Universidad Complutense de Madrid, decide fundar Podemos. Ahora es su secretario general, primus inter pares y cara pública de la nueva formación, el líder de la primavera española que hoy agita a la vieja Europa.

Viste camisa blanca, vaqueros azules, zapatos deportivos negros con rayas blancas, marcando la diferencia con la encorbatada burguesía. Podemos representa cambio, futuro y modernidad, pero la coleta larga que luce le da un aire rockero años setenta.

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La casta somos todos

Pablo Iglesias en Asamblea

De si es verdad que la revolución tendrá que esperar, o de si cabe la posibilidad de que Podemos pase a la historia como un mero revulsivo social, no parecen haberse enterado los militantes de Podemos en un acto público en Vallecas, el clásico barrio obrero del sur de Madrid. “¡Estamos a punto de derribar los muros del castillo!”, exclama uno de los oradores. Tampoco se respira mucha diversidad ideológica. El acto se inicia con una consigna, aclamada con júbilo: “¡Un brindis por la revolución cubana!”.

El acto se celebra en el Ateneo Republicano de Vallecas, una especie de club social para vecinos de tendencia izquierdista. Pero ahora hay algo nuevo que les une: la sensación de que sí, se puede ganar.

“Estamos viviendo un momento histórico, un momento de ilusión”, declara un asistente. “El pueblo obrero y guerrero de Vallecas se prepara para el cambio”, proclama otra. Se repiten disciplinadamentelas consignas de la dirección: “Combatir la casta y a la gentuza que nos ha declarado la guerra a los ciudadanos”, a “los banqueros responsables de los desahucios”, a “los poderes ocultos que han secuestrado la democracia”, a “los políticos podridos” que se llenan los bolsillos mientras los niños pasan hambre en los colegios. “La batalla contra la desigualdad es lo que Podemos representa, ante todo”, y cuando llegue al poder “los peces pequeños se comerán a los peces grandes”.

Propuestas concretas sobre cómo se acabaría con la desigualdad no hay, y espíritu de transversalidad, poco. Pero entusiasmo, sí. Y lo que queda constatado es que aunque los números que acumula Podemos provengan de un amplio sector, la energía política, el petróleo que alimenta el motor Podemos, es de izquierdas. Como lo es un diario en venta en una mesa a la entrada del Ateneo llamado El Otro País. En la página cuatro hay un artículo muy crítico con la formación cuyo argumento central es que Podemos, “desideologizado”, ha imitado elmodus operandi político de las potencias capitalistas. “Para entender el éxito electoral (presente y futuro) de Podemos”, dice el artículo, hay que recurrir a lo que “los publicistas estadounidenses resumen en: 1) contar una historia; 2) ser breve; 3) ser emocional”.

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La religión por otros medios

Pablo Iglesias

No hay ideologías, no hay programas, no hay ni siquiera, como declaró Pablo Iglesias en Vall d’Hebron, promesas. ¿Entonces qué hay? Hay una narrativa. Hay una historia digerible, un mensaje breve —tuiteable— y un llamamiento a las emociones. ¿Qué quiere Podemos? Lo ha dicho Pablo Iglesias más de una vez: “De lo que se trata es de ganar”. O como declaró en una entrevista reciente: “La obligación de un revolucionario siempre, siempre, siempre es ganar… y para ganar tienes que trabajar con los ingredientes que tienes”.

O, por decirlo de otra manera, con los ingredientes que se ha visto que funcionan: el llamamiento a una cruzada moral; la calculada confusión ideológica; la deliberada ambigüedad en cuanto al programa económico.

Para que Podemos siga escalando en las encuestas los militantes no deben desviarse del guión. Hasta ahora se ha mantenido la disciplina. Prácticamente todo lo que han dicho —en las redes sociales, en las tertulias televisivas, en los discursos, en las entrevistas con los reporteros— se subordina a una astuta estrategia dirigida desde arriba, nutrida por el contacto directo con la ciudadanía a través de Internet, cuyo objetivo es conquistar votos. Lo cual no significa que sean robots o que no sean sinceros. Lo que les motiva en el fondo, desde Miguel Ardanuy en la torre de control digital de Plaza de España hasta Maby Cabrera en Vallecas, es la ilusión de poder crear una sociedad más honesta, más justa, menos desigual. Y dice mucho de ellos y de España que no apelan al miedo sino a la esperanza.

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