En su segundo turno al bate, desapareció la bola con las bases llenas. Así advirtió su llegada a las Grandes Ligas.

Era un hombre disciplinado y constante,  de gran forma física, en 17 temporadas nunca estuvo en la lista de lesionados.

Tenía todas las cualidades para ser una estrella.  Podía batear para promedio y fuerza, tenía un brazo potente y sabía correr y robar bases.

Llegó a brillar con los Rojos de Cincinnati  desde que debutó en 1958 con sólo 19 años de edad, compartiendo con  el segunda base Johny Temple y los jardineros Frank Robinson y Jerry Lynch.  No entró al Salón de la Fama, pero estuvo en las 15 papeletas y dejó números para merecer el honor. Su caso es una de esas injusticias que uno espera se corrijan.

En su segundo año1959, el del mito de los buenos novatos, conectó 205 imparables, 27 de ellos dobles,  20 jonrones, anotó 131 carreras y dejó promedio de .316.

Fue una estrella,  quienes vieron su talento dan cuenta de las 11 temporadas con el uniforme de Cincinnati en las que pudo anotar 100 carreras o más en 4 campañas, 4 temporadas de 200 o más hits, 7 de 30 dobles o más, pegó 20 jonrones o más en 6 campañas, bateó 300 o más 4 veces y se robó 20 bases o más en 7 ocasiones y tomó más de  600 turnos en 9 oportunidades, desde 1969 a 1967.

Ganó un Guante de Oro, fue cinco veces postulado como Jugador Más Valioso y estuvo presente en 4 Juegos de Estrellas.

En 18 temporadas conectó un total de 2757 hits y hasta anoche estuvo en el puesto 49 entre los hiteadores más prolíficos de la historia del beisbol.

Su nombre, Vada Edward Pinson, ese estelar jugador a quien Omar Vizquel dejó atrás  en esa lista al sumar 2758 con los 3 inatrapables conectados ayer.

Para los más jóvenes su nombre no dice mucho, pero para varias generaciones Vada Pinson es  sinónimo de buena pelota, inteligencia, entrega, trabajo, disciplina, buena defensa y contacto.

Escribo estas líneas para que todos podamos darnos una  idea del camino que sigue recorriendo Omar Vizquel, quien ahora va por la marca de 2.774 imparables de Andre Dawson, quien hace dos fines de semana fue incorporado al Salón de la Fama de Cooperstown.

Aunque Dawson es más cercano, dejaremos su historia para cuando el caraqueño le de alcance, así será.