No hay razones: Enfrentamiento entre Leones y Tigres con saldo de heridos - Runrun

Es lamentable que se quiera justificar lo injustificable.

Entre los Tigres de Aragua y los Leones del Caracas de estos últimos años, más que una rivalidad lo que hay  es una bronca mutua que se exacerba negativamente con sucesos como los que vimos el sábado, en el juego extra para definir el finalista que enfrentaría a Caribes de Anzoátegui.

Al terminar el juego que ganaron los aragüeños, un grupo de los aficionados que se sientan por los lados de primera base comenzaron a lanzar objetos al terreno de juego. Vasos de cartón, las botellas plásticas que dan en el servicio del VIP precisamente para evitar que se manipulen las de vidrio, pero que llenas de líquido son igual de peligrosas que cualquier otro objeto contundente y hielos, que pueden tener el mismo efecto que una piedra e incluso cortar.

Fue una lluvia de objetos en contra de todos los que celebraban la victoria, fotógrafos, camarógrafos, periodistas e incluso esta cronista llegó a ver a un papá con una pequeña en brazos. En medio del desmán, un empleado de seguridad de los Tigres resultó herido en la cara y hubo que llevarlo a una cínica para la debida sutura.

¿Quién  puede defender que haya ocurrido algo así?

Del lado de los caraquistas se dice que Héctor Giménez y Francisco Buttó hicieron gestos obscenos hacia el público y que ello provocó la desmedida reacción. Eso puede “explicar” la barbaridad, pero nunca justificarla.

Nadie puede negar y tampoco debería defender que jugadores profesionales tengan ese comportamiento tan poco ejemplar. No es la primera vez y no puede decirse que como el público ofendió, entonces ellos respondieron de esa manera. Esa actitud también fue injustificable.

En el Universitario no recuerdo otro pelotero que haya sido más insultado cada vez que se paraba en el plato que Robert Pérez, Su respuesta era un batazo o más tarde decapitaba un imparable que de no ser por su esfuerzo habría sido un extrabase. Jamás vimos a Pérez con la menor intensión de devolver el agravio.

La violencia siempre tiene un origen, pero nunca una razón. Existen detonantes, pero nadie jamás ha tenido razones para agredir a otro, de ninguna manera.

Si bien es reprochable la actitud de los jugadores mencionados, la reacción de quienes lanzaron objetos en contra de los jugadores fue delictiva.

Si alguien en la calle nos grita lo que sea, el peor de los improperios y a cuenta de eso sacamos un objeto contundente y se lo pegamos por la cabeza al “agresor” hiriéndolo, si está presente una autoridad o la víctima denuncia, podemos ir presos por lesiones graves.

No puede justificarse de ninguna manera,  que por  un gesto vulgar , un grupo de personas amparadas en esa impunidad que da el estar entre un montón de gente, se haya comportado así. Afortunadamente no fue peor, que pudo serlo.

Es hasta cobarde refugiarse en un grupo para tener ese tipo de comportamiento, es necio insistir en que hubo un motivo, fue una actitud indigna y punto.

Tampoco es justo decir que “los caraquistas” como si hubiesen sido todos, son unos salvajes.

Allí había 18 mil asistentes y si llegaron a 30 quienes arrojaron objetos al terreno podríamos estar exagerando. Esta cronista estaba ahí, imagínense la tragedia que habría ocurrido de haber sido todos “los caraquistas” o “los asistentes  a las tribunas”  ( unas 9000 personas), como algunos pretenden hacerlo ver.

Las cosas deben ubicarse en su lugar.

La violencia, lamentablemente, no es patrimonio exclusivo de los caraquistas. En todas los estadios se escuchan vulgaridades de parte de público,  se han confiscado juegos por mal comportamiento en Maracaibo, Maracay y  Barquisimeto, y en Margarita en esta temporada hubo un incidente cuestionable desde todo punto de vista entre el manager Luís Dorante y un fanático de los Bravos.

El equipo home club, Leones del Caracas, está en el deber de garantizar la seguridad, pero la situación se desbordó y será necesario aplicar correctivos para que no se repita.

La liga no puede aceptar, con ninguna excusa, que los peloteros profesionales se comporten de forma grosera y vulgar.

Este triste espectáculo que vimos el sábado en el Universitario debe terminar con compromisos, sanciones y soluciones.

La Liga, seguros estamos dio a conocer esta tarde las sanciones.

Veinte mil bolívares de multa para el Caracas , 5 y 8 dias de suspensión (para la próxima temporada) a Chávez y Giménez.

No parece ser suficiente, justo ni ejemplar el castigo. La situación fue demasiado lejos y las sanciones en cambio son mínimas.

Hubo un herido, pudieron ser más, la multa en metálico para el Caracas parece muy poco y los días de sanción insuficientes.

Para corregir  es necesario la autocrítica. Sincerar lo que cada quien sabe que pasa en su estadio y no apoyar a los violentos, justificando lo injustificable.

Apelar a la suspensión de los peloteros es como apoyar lo que hicieron. ¿Con qué argumentos se defienden esas actuaciones?

Nuestro beisbol ha tenido momentos, muy específicos, en los que hemos visto situaciones como la vivida el sábado, pero no ha sido jamás su característica y hay que ser todo lo duro que se pueda para erradicar estas cosas.

Hay que hacer todos los esfuerzos por identificar a los agresores y aplicarles al menos la ordenanza del caso y si son abonados impedirles ir al estadio por varias temporadas.

En sesenta y cinco años se cuentan con las manos los incidentes parecidos y si de algo nos jactamos quienes somos aficionados al beisbol, es de la convivencia y tolerancia que se hace posible en un escenario donde hay amores, pasiones, dos contrarios que se enfrentan, un ganador y un perdedor…

Y así debe seguir siendo.

Fotos: cortesía de Líder y El Universal