Entre "golpístas" te veas... - Runrun
Luisana Solano Jun 09, 2014 | Actualizado hace 10 años

SantaFe1PhotoDonaldoBarros

Como la Historia la escriben los vencedores, aparecen ahora nuevos predicadores de la moral democrática que son capaces de acusar de golpistas a quienes disienten de un gobierno incapaz de resolver los problemas fundamentales de los venezolanos. Pero el ejercicio de estigmatizar a la oposición viene aderezado con la construcción de escenarios que propenden a la acción judicial contra el más débil, entrelazando tejidos muy complejos de intrigas y desaguisados que pretenden construir una agenda pública que victimice a los responsables de este descalabro cleptocrático.

Ahora se habla de «magnicidio» como quien habla de un atraco en la autopista para robar un celular. Hay culpables, inculpados, testigos, cómplices, pruebas y demás ingredientes de una novela policial donde el presunto agredido empuña el arma del poder contra los supuestos agresores.
El otro lado de la oposición, esa que se apartó de la resistencia y los acusó de «buscar un atajo» ni siquiera se acerca a sacarse la foto con quienes hoy en desgracia, enfrentan las acusaciones con pundonor y valentía. Esto es una victoria incuestionable para los forjadores del continuismo en su fase de mayor decadencia. Este cuadro dantesco se pinta en el lienzo de una Venezuela depauperada, maltratada, autosecuestrada y que ha perdido su capacidad de sorpresa.
Para nadie es un secreto y existen testimoniales de imágenes demasiado elocuentes de quienes hoy se visten de púrpura en un pasado no muy remoto irrumpiendo con las armas de la nación en actitud desafiante al marco constitucional contra un presidente electo en democracia. Eso no eran «magnicidios por correo electrónico». Eso era plomo cerrado contra La Casona y Miraflores. Pero ahora, descubrimos sin despabilar que eso fue un «golpe bueno» y esto, que pocos ven como real, pero que aseguran que existe es un «golpe malo».
Tiempos difíciles para quienes intentamos preconizar la defensa de los Derechos Humanos, el respeto por las minorías, el apego a las virtudes democráticas del pluralismo, del derecho al libre pensamiento y a su expresión. Hoy estos riesgosos oficios están cubiertos con el manto del inefable golpismo.
Hace poco, cuando vivía quien ya no gobierna, no pensar como él nos convertía en «apátridas», definición moderna de quien no tiene patria por pensar diferente. Ahora somos «golpistas» porque aseguran que la eterna y maléfica derecha imperialista, fascista y financiada por los jinetes del Apocalipsis nos tiene bajo su égida construyendo escenarios violentos para irrumpir contra este paraíso terrenal de justicia social y buenos propósitos colectivos.
Si considerar que Venezuela vive momentos aciagos de terribles penurias sociales, económicas y políticas nos convierte en golpistas entonces deberán habilitar todos los estadios de fútbol del país para meter a la décima parte de los más radicales porque el pueblo, esa entelequia mal utilizada en discursos demagogos de utopías burlonas, está agotado, y hoy se debate entre la desesperanza y la desesperación, siendo ambas igual de peligrosas para esa variable evasiva a esta gestión que conocen como «gobernabilidad».
No tenemos por qué ser violentos para reclamar nuestros derechos, pero no tenemos por qué callar los desmanes de la voraz arremetida de un aparato represor que ha mantenido a muchos venezolanos en las sombras de los calabozos, muchos de ellos sorprendidos en flagrancia empuñando las peligrosas armas de una pancarta o una bandera.
Ya quienes expresamos por esta vía nuestra angustia no sabemos que encontrarán lingüistas «especializados» en la «subliminalidad» de nuestras palabras. Por eso prefiero ser directo.
Venezuela solo tiene salida a esta crisis si despierta del letargo cómplice de quienes no encuentran un camino seguro para expresar su inconformidad con las expectativas incumplidas. Y con un gobierno comprometido a rescatar la idea de procurar la mayor felicidad para TODOS los venezolanos, apartando esta frase del discurso y haciéndola realidad en el respeto por las personas y sus ideas, en el progreso como única vía para superar la pobreza y en los valores de honestidad y honradez en el manejo de los asuntos públicos como referencia prístina de un futuro mejor.
Pero mientras expresar nuestra inconformidad nos convierta en «golpistas», entre «golpistas» te veas…
Amenacerá y veremos…

Gabriel Reyes

@greyesg