Carta Pública a Embajadores de UNASUR - Runrun
Luisana Solano Abr 07, 2014 | Actualizado hace 10 años

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Estimados Embajadores,

Como muchos venezolanos, aprecio la intención de acudir a nuestro país en  búsqueda de una solución pacífica a la situación que nos embarga los últimos 54 días.
Es menester de este escribidor comenzar por señalar que si están aquí es porque reconocen que existe una crisis, hecho que ha sido negado sistemáticamente por los voceros del oficialismo. Si están dispuestos a escuchar, como lo han hecho a otros actores y factores diferentes al oficialismo es porque reconocen que existe otra parte en este conflicto que merece ser atendidos en sus planteamientos.
Pero, si su presencia atiende a la indefectible necesidad de establecer puentes que generen un espacio de entendimiento entre las partes, los roles de este intento parecieran no ser los más adecuados. Hago esta respetuosa reflexión porque si nos visitan en calidad de «embajadores de paz», los dos lados de esta situación, a quienes prefiero no llamarlos «bandos» por las explicaciones subyacentes que traería este vocablo, deben contar con la misma oportunidad de ser escuchados, con la misma actitud de imparcialidad y objetividad, y con la actitud activa de investigar las causas y consecuencias reales de esta lamentable situación que ha enlutado a muchos hogares venezolanos.
El altisonante discurso de los improperios, de la descalificación a priori, de la criminalización de la protesta, de la satanización del disenso son contrarios al espíritu de nuestra Constitución Nacional vigente, y en el marco de este Contrato Social deben desarrollarse cualquiera de las sugerencias que Uds. amablemente nos indiquen, con lo cual considero que deberíamos comenzar por solicitarle formalmente al sector oficial el desistimiento inmediato de la hostilidad en cualquiera de sus formas como elemento fundamental para propiciar el encuentro de las partes: ¡¡Un Alto al fuego!!
Luego, estimados embajadores, es imposible pensar que alguien que goce de legitimidad para discutir en nombre de la oposición venezolana lo haga sin las garantías necesarias de libertad para entablar ese hipotético diálogo. Quienes contaron con esa legitimidad han sido encarcelados o perseguidos, verbigracia, Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma. Cualquier otro personaje que aspire tomar una silla para «dialogar» con el gobierno lo podría hacer si y solo si, se garantiza el cese de las medidas que han impedido que los mencionados sean voceros del disenso en Venezuela. Esto trae consigo la inmediata liberación de TODOS los presos políticos, actuales y pasados, y el sometimiento a la justicia imparcial y objetiva de los protagonistas de hechos de violencia que han arrancado vidas y enlutado familias en fechas recientes.
Tal vez, señores Embajadores, estas palabras pudieran resultar una aspiración exagerada de un venezolano más, pero con lo que les he expuesto sólo estaríamos atacando parcialmente las consecuencias de un repertorio de hechos que propiciaron la manifestación masiva del descontento, la generalización de esta conflictividad in crescendo que avanza sin pausa reduciendo cada vez más las esperanzas de un entendimiento nacional.
Excelentísimos Embajadores, ustedes conocen las riquezas naturales de nuestro hermoso país. Tal vez más que muchos, porque sus países se benefician todos los días de los acuerdos que en el marco de esta entelequia de diplomacia con arreglo a fines específicos se han propiciado. Tal vez por esto puedan entender por qué los venezolanos no podemos aceptar que nuestra calidad de vida se haya deteriorado en una regresión constante hasta llevarnos a las condiciones que hoy exhibimos sin el menor prurito. En sus países, seguramente el sueldo mínimo es mayor que el venezolano. Su inflación es mucho menor que la nuestra. La suma de homicidios de todos sus países por cada 100.000 habitantes es menor que la venezolana. En sus anaqueles sus pueblos tienen lo que necesitan y nadie está presionando para instituir un comunismo, con la excepción de quienes después de medio siglo han sembrado de terror y miseria al pueblo de esa hermosa isla caribeña.
Entender la realidad actual venezolana no es un tema sencillo. Analizar el contraste de una cleptocracia sin escrúpulos que exhibe a través de mucho de sus funcionarios las riquezas mal habidas de un sistema de justicia complaciente, con la pobreza incremental de quienes hacemos largas e interminables filas para acceder de forma controlada a los productos escasos y encarecidos de nuestra precaria cesta básica no debe ser una tarea fácil.
Como siempre,Venezuela le abre sus puertas a todos quienes nos visitan, pero en esta oportunidad, no se conformen con acudir a una mesa donde las condiciones para tener interlocutor no existen todavía.
La humildad no es sumisión, y en el diálogo ambas partes están de pie, ninguna de rodillas. Si la intención que los trae es ser recordados como los constructores de la paz en esta golpeada y maltrecha Venezuela, sean bienvenidos y traigan en su repertorio todas las fórmulas posibles para evitar que la sangre se siga derramando en nuestro territorio.
Los ojos del mundo validan el compromiso de esta distinguida delegación de trabajar por la paz en Venezuela. No permitan que la perspectiva clientelar de quienes suponen y asumen su sesgo político enturbie su tarea. Mañana puede ser cualquiera de sus países quien requiera de nuestro auxilio.
Amanecerá y veremos…

Gabriel Reyes

@greyesg