¡Dos discursos, un objetivo! (Parte 2) por Gabriel Reyes - Runrun
¡Dos discursos, un objetivo! (Parte 2) por Gabriel Reyes

Él sabía que todos los ojos de Venezuela y de otras latitudes estaban puestos sobre esta intervención pública. Para algunos, era imposible que pudiera acudir al CNE en persona y rodeado de una multitud. Otros, aseguraban que su movilidad sería escasa, tal vez nula. La expectativa se acercaba en la medida en la que la hora avanzaba.

El día seleccionado, un lunes, lunes bancario, jornada laboral donde el uniforme de la franela roja, las listas y el kit ya son conocidos por quienes entienden que «su patrón» los requiere, una prueba de lealtad, de gratitud, en fin, una obligación más!! Así y como en otras ocasiones viajaron desde muchos rincones del país los expedicionarios a la concentración caraqueña, esta vez, tal vez con un poco más de emoción porque su líder no se veía tan frecuente como en otras épocas. Los teloneros, micrófono en mano, prepararon el ánimo con sus proclamas gobierneras, con sus promesas de lealtad infinita y la descarga acostumbrada de insultos al adversario visto como enemigo. Todo estaba servido para recibir al camión que trasladaba al candidato presidente al CNE, a formalizar su decisión de pretender gobernar Venezuela por 20 años.

En un comienzo lo noté nervioso, tal vez un poco torpe en su accionar. El rostro visiblemente voluminoso contrastaba con las imágenes de las gigantografías y carteles que decoraban el sitio. Sudoroso, tal vez por el atuendo de chaqueta sobre quien sabe qué otras cosas, y ansioso recorrió las instalaciones del órgano electoral. Su discusión con el rector Vicente Díaz pareció perturbarlo, pero retomó su gestualidad acostumbrada y accedió a la mesa que formalizaba la diligencia a atender. Allí tal vez realizó su mejor jugada política. La entrega del Segundo Plan Socialista de la Nación con el compromiso explícito de respetar los resultados electorales sirvieron de marco a una intervención de quien sabe que tiene el sartén agarrado por el mango y juega a ganador.

Pero, si todo se hubiera quedado allí, tal vez hoy se diría que Hugo no es el mismo, que la enfermedad lo acabó, que no tiene fuerzas, y entonces comenzó el segundo acto de esta obra con ribetes tragicómicos donde, desbordando vitalidad el candidato cantó y bailó, ante la sorpresa de presentes y televidentes. «Estoy sano y tengo fuerzas». El metamensaje era claro y contundente. Esa fue la intención. Ir más allá de la «fe de vida». Demostrar que la pelea es de dos y que él está dispuesto a fajarse. Saluda y se dispone a comenzar un largo discurso, donde, una vez más, no es sencillo extraer su esencia.

Entre varios de los episodios más variopintos de nuestra historia independentista, las vivencias de la hermana de Bolívar y sus referencias a Cuba y a su enfermedad, el candidato anunció su «proyecto de patria» con cinco objetivos históricos: la independencia, la continuación del proceso socialista, la constitución de Venezuela en una potencia y la contribución a la paz mundial. En ese momento fue inevitable recordarnos de los cinco motores de la Revolución. Su discurso, como en los mejores tiempos, derrochó epítetos a su adversario, con la generosidad acostumbrada. Una vez más nos recordó a quienes expresamos nuestro disenso que no tenemos patria, que la patria es él y su proyecto, y no se olvidó de pedir los mismos diez millones de votos que tiene seis años pidiendo, para sellar su victoria el próximo 7 de Octubre.

Chávez, el mejor candidato de los últimos 20 años en Venezuela, prometió como si esta fuera su primera oportunidad aspirando presidir el país. No se habló de la inseguridad, no se trató el problema de las cárceles, ni hablar de las denuncias de corrupción. Saludó tres veces a Juan Barreto. Todo se conjugó en tiempo futuro. Su hija Rosa Virginia, con la sensatez de la hija que vela por la salud de su padre, lo interrumpió para decirle, tal vez, que llevaba mucho tiempo hablando, y la plaza Diego Ibarra quedaba sola en un fluir constante de seguidores que desde tres horas antes comenzaban a retirarse del sitio.

La función terminó, pero marcó el comienzo de una campaña donde el candidato enfermo demostró vitalidad y empuje, donde la oposición debe aprender que puede quedar Chávez para rato, que el triunfalismo es el enemigo de las esperanzas, y que los próximos meses serán de una intensidad interesante. Cada día más venezolanos tienen su opción tomada, pero los que no la tienen, comienzan a ver dos enfoques de país que contrastan abiertamente y dos personalidades que no pueden ser más opuestas.

¡Amanecerá y veremos!