¡¡Venezuela contradictoria!! por Gabriel Reyes G. - Runrun

En Venezuela, tal vez como único país del mundo, son castigados vocablos y expresiones que en perfecto y castizo idioma reflejan realidades percibidas a través de los sentidos, donde solamente cabe la maldad para convertirlos en insulto o en algo peyorativo. Así tenemos que una “negra bella” no puede entenderse como un piropo. Con una ley que castiga expresa y taxativamente a quien emplee semejante construcción idiomática somos invitados a utilizar la frase “afro descendiente bella”

Con estas medidas puritanas tratamos de enriquecer nuestro lenguaje coloquial y nos privamos de hacer sentir mal a quienes por su color de piel puedan verse disminuidos o afectados. Qué buen ejemplo para la Real Academia de la Lengua Española que ahora espera ver cómo pediremos los cafecitos mañaneros, o nos referiremos a la oscuridad de la noche. Pero estas son las travesuras del lenguaje en medio de una diatriba moralista hueca e insulsa como todas las emprendidas por el nefasto régimen que nos desgobierna.

Hago esta anecdótica referencia porque pensaba escribir un artículo la semana pasada refiriéndome al deplorable estado de nuestra vialidad y al responsable de tal desastre. Realmente, después de haber perdido casi el tren delantero completo en una tronera infinita, no se me ocurrió articular ninguna expresión moderada, y castigando nuestra lengua materna me atreví a pensar para mis adentros:  “Qué hijo de puta será el responsable de este tramo de la autopista?” Por supuesto, eso quedó en el pensamiento soez de un mal hablado en estado de desgracia fortuita que debe ahora sacrificar parte del Niño Jesús de sus hijos en reparar su carrito, ante la indolencia de un gobierno que año tras año adorna los multimillardianos presupuestos con partidas para el mantenimiento de la vialidad que solo sirven de argumento para engordar los estados de cuenta en bancos de naciones forajidas de algunos cleptócratas de origen y formación. No lo escribí, cuando realmente hubiera podido, incluso llamando al inepto por su nombre y apellido.

Fue entonces cuando entendí con tristeza y mucha pena ajena que en Venezuela, nuestro país, yo puedo llamar “hijo de puta” a quien quiera sin que esto se convierta en ofensa alguna, pero no puedo decirle a mi ahijada que es “una negra bella”. A este absurdo hemos llegado, a lo irreflexivo, a lo inexplicable, a una tragicomedia donde le pagamos salario mínimo al preso, beca a la niña que abandonó sus estudios y quedó embarazada, más becas a las familias irresponsables que no entienden lo que es planificación, donde se premia al “estudiante” que atenta contra el sistema agrediendo personas e instituciones, donde se hacen homenajes a los guerrilleros de la FARC, donde la invasión a la propiedad privada no es delito, donde hay control de precios, pero la inflación es infinita, donde la salud del presidente es un secreto que sólo él conoce, y donde sólo se gobierna para menos de la mitad del país, siendo el resto considerado apátrida!! Esa es Venezuela en diciembre de 2011.

No me quedan dudas que este ejercicio de catarsis escrita me servirá para desahogar la pena que me embarga de ver hasta dónde nos han llevado, y la nula reacción que manifestamos quienes como yo, sufrimos todos los días de las plagas de la revolución: la inseguridad, la oscurana, la escasez, la inflación, el desempleo, la insalubridad, la ineptitud y la pobreza de espíritu, entre otras calamidades.

El año 2012 tiene que ser un año de esperanza, un año de cambios profundos, de compromiso colectivo con la democracia, con la reconstrucción de nuestro hermoso país, la reconciliación de un noble pueblo, donde las libertades individuales y colectivas tienen que ser rescatadas del oprobioso totalitarismo que vivimos.

Trabajemos para eso y rescatemos el futuro de nuestros hijos!!