¡¡El verdadero Ideal Mirandino!! por Gabriel Reyes - Runrun

Miranda

 

Hoy se cumplen 198 años del fallecimiento del más grande de los venezolanos, del universal Sebastián Francisco de Miranda, el Generalísimo, el Precursor de nuestra Independencia, el hijo de la panadera, el mejor ejemplo que debería guiar a quienes preconizan sobre su memoria pero se alejan en su práctica, haciendo de los elogios a este prócer un libreto más de la demagogia ramplona con la que nos tienen acostumbrados.

El Ideal Mirandino no puede ser confundido por el análisis aislado del contexto histórico y geopolítico de su época. Su legado está más vigente que nunca porque la riqueza de sus múltiples facetas hoy son recetas para el progreso en la tierra que lo vio nacer y que se resiste a ser sometida por el yugo de trasnochados ideales totalitarios de modelos extranjeros.
Es Francisco de Miranda quien revela a una nación incipiente que vivía el vacío del poder monárquico las ideas de igualdad, libertad y fraternidad con las que fraguaron el molde de una templanza sin parangón en ninguno de nuestros oriundos. Esos ideales, robustecidos con el racionalismo indispensable de sus cercanas relaciones con los enciclopedistas convirtieron a este mortal en un gigante cuya obra todavía no ha sido reconocida, a mi juicio, en su dimensión exacta.
El haber combatido en tierras foráneas forjando libertades e independencias en Europa y América del Norte, que le merecieron los mayores honores que esas naciones pudieron brindarle a venezolano alguno es tan solo una de las aristas de la figura monstruosa del gran Francisco de Miranda, a quien la historia no abunda en los detalles de su cobarde entrega al enemigo por parte de quienes luego ocupen páginas de brillo en nuestra historia.
El legado de Miranda puede resumirse en el ejercicio del libre pensamiento, el desarrollo de la intelectualidad a través del estudio, de las facetas más diversas del saber, enmarcadas en el ejercicio pleno de las libertades individuales y colectivas siempre conservando los principios más rigurosos del llamado a la «Unidad Perfecta».
Soberanía era un término bien entendido para quien no toleró la dominación por potencia extranjera alguna, para quien siempre procuró construir un su tierra caminos de esperanza y progreso, para quien trató de ordenar el desorden que encontró y que tarde comprendieron quienes lo hicieron.
Utilizar el nombre de Francisco de Miranda para enarbolar banderas de exclusión, de malversación del erario público, de tiranía contra su pueblo, constituye una afrenta a su memoria, y no puede ser aceptado por quienes encontramos en el Ideal Mirandino el cobijo para nuestras aspiraciones de erradicar el odio, la mentira, la corrupción y la imposición de modelos autoritarios de nuestra hermosa Venezuela.
Don Francisco, su ideal vive entre quienes sembramos las semillas del verdadero amor por nuestra tierra y por nuestro pueblo, vive en quienes no tememos a la arbitrariedad del despropósito ni a la iniquidad del ejercicio dependiente del poder público. Sus enseñanzas están intactas en los hijos de Lautaro, creyentes en la conveniencia de una «Sociedad Patriótica» donde el disenso plantee sin las miserias humanas del pervertido ego de quienes pretenden sacar provecho de la crisis, en el rescate de esa disciplina militar que nunca le entendieron por generaciones, y en el impulso emancipador de quien quiere una Venezuela libre y de los venezolanos.
Reciba, Querido Hermano Sebastián, nuestro reconocimiento, infinito respeto y eterno compromiso por lograr que esta tierra amanezca un día libre y soberana, capaz de soportar el pensamiento plural, con probos en el manejo del erario público y trabajando con denodado esfuerzo por nuestro anhelado progreso.
Amanecerá y veremos…