Hugo el fracasado por José Vicente Carrasquero A.
Hugo el fracasado por José Vicente Carrasquero A.

Chávez

 

Una manera de evaluar la gestión de un líder es usar las críticas que él hacia del sistema político y el entorno nacional e internacional cuando era candidato a la primera magistratura del estado y comprobar si las situaciones que generaron dichas críticas fueron superadas o no.

Cuando Hugo Chávez era candidato presidencial apelaba a un verbo duro, cargado de críticas y descalificaciones a la clase política. Además denunciaba situaciones que acontecían en esos momentos y que sin duda alguna representaban problemas que los venezolanos querían superar. Además agregaba otros que no eran de mucha preocupación para la gente pero que servía para aglutinar apoyos de grupos alineados con su visión de la política.

Todos recordamos los apelativos que usaba contra la clase política del momento. Desde corruptos hasta cúpulas podridas donde, según él, se tomaban decisiones entre gallos y media noche a espaldas del pueblo. Los políticos del gobierno actual no son precisamente un dechado de virtudes. Muchos de ellos se destacan por una protuberante ignorancia que exhiben con orgullo. Destacan entre ellos los que provienen de los cuarteles y que además muestran dificultades para la expresión oral.

La pléyade de corruptos del régimen chavista viaja por el mundo en un grosero alarde de riqueza mal habida. Se destacan por ser dueños de grandes casas, apartamentos, edificios y hasta castillos medievales en Europa. Algunos poseen fincas para criar caballos. Corrupto chavista que se respeta tiene su propio avión y cuenta sus millones de dólares por centenas.

Las cúpulas podridas del PSUV no mantienen contacto alguno con el pueblo al que oprimen y someten a la peor calidad de vida del continente americano. Impiden la expresión democrática del pueblo o la desconocen olímpicamente. Tienen a su servicio a una versión perfeccionada de la tribus judiciales que Chávez solía criticar en sus interminables y agobiantes discursos.

La penetración de las instituciones del estado por las cúpulas podridas del PSUV es alarmante. Al alcalde de Libertador solo le falta despachar directamente desde la oficina de la presidenta del CNE. Las entidades previstas en la Constitución no están al servicio del pueblo sino del proyecto político.

Permanentemente criticaba Chávez a los militares que se habían acercado al poder político. Incluso criticaba a quienes llamaba miembros de la promoción Blanca Ibáñez (por cierto de la que un gobernador del Táchira era brigadier mayor). La actual cúpula militar está entregada corruptamente al proyecto político. Muchos militares en la actualidad gozan de una calidad de vida que no se puede financiar con sus exiguos salarios. Hay militares hoy que tienen privilegios que los del pasado no llegaron a soñar.

Decía Chávez que nuestra soberanía estaba comprometida. Que los norteamericanos hacían lo que querían con nuestro país. Que el imperio nos tenía de rodillas. Se refería a los opositores como lacayos del imperio.

La situación de la soberanía no puede ser más lamentable. En Miraflores no se toma decisión alguna que no sea previamente autorizada por La Habana. Chávez entregó en bandeja de plata lo que Fidel Castro siempre quiso, el control de Venezuela. Se sabe de militares cubanos en Fuerte Tiuna que ejercen funciones de supervisión sobre los oficiales y tropa venezolanos. ¿Quién en su sano juicio puede en este momento hablar de soberanía en Venezuela?

El país está literalmente tomada por las bandas criminales. Al punto que el gobierno se ha visto en la obligación de crear fuerzas especiales para tratar de frenar su avance. El responsable de que estos grupos delictivos se enseñoreen en Venezuela es precisamente quien tomó la decisión de desarmar las policías porque en su cobardía temía que le propinaran un golpe de estado.

Venezuela es hoy totalmente dependiente de decisiones que se toman en el extranjero. Desde los préstamos que se puedan conseguir de los chinos, pasando por los créditos rusos para comprar quincallería militar de segunda categoría hasta la comida que los venezolanos pueden a duras penas llevar a la mesa, pasa por medidas que son acordadas fuera del país ante entes que ponen al gobierno venezolano de rodillas.

La soberanía financiera simplemente no existe. La explotación chavista de PDVSA la llevó a la quiebra. No tuvieron la inteligencia necesaria para reinvertir un poco del maná petrolero que inundó las arcas de la nación durante los últimos quinquenios. La otrora mayor empresa de Latinoamérica es hoy un cascarón vacío que no tiene capacidad para pagar a sus contratistas y peor aún, no tiene autonomía para invertir en la puesta en marcha de nuevos pozos petroleros para sustituir aquellos que se van agotando. De allí el decrecimiento de la producción y la consecuente dificultad financiera de la industria y por supuesto del país.

Para colmo de males, y en desmedro de nuestra soberanía el gobierno nacional recurre a la entrega del arco de oro a más de 150 empresas transnacionales que depredarán nuestra selva amazónica para seguir alimentando el rentismo que el chavismo en su desastre no pudo superar.

La guinda del fracaso de Hugo se llama Nicolás Maduro. Chávez no tuvo capacidad de convocar a los mejores. Tuvo que conformarse con los que se arrastraban a sus formas despóticas y maleducadas. Imagine usted que consideró que Nicolás era lo mejorcito a lo que podía recurrir.

El fracaso venezolano tiene nombre: Hugo Rafael Chávez Frías.

@botellazo