Piernas cortas por Ramón Guillermo Aveledo - Runrun

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Resulta que la crisis eléctrica no era cosa de sabotaje ni de maniobras imperiales. Maduro nombra para el área un ministro nuevo, más bien reciclado, que llega interviniendo Corpoelec y anunciando medidas bastante ajenas a la retórica embustera: inversiones en generación, transmisión y distribución, cambios gerenciales profundos.

Argenis Chávez, quien venía presidiendo la megaempresa eléctrica creada por el Gobierno, renunció. ¿Será que él era el saboteador? No lo creo. Lo que pasa es que, como todo con este gobierno, lo del sabotaje era mentira, excusa pura, y esa mezcla de fantasía ideológica, incompetencia y corrupción que tanto daño nos hacen.
Cuántos problemas se ahorraría el país, y cuánta plata, si el Gobierno escuchara, si se atreviera a dialogar con el país completo, el de la vida real. Los expertos venezolanos en el tema, profesionales de nuestras universidades y formados en nuestras empresas, tienen tiempo diciéndolo, pero como para este gobierno el que no es rojo es enemigo, es una especie de pecado ético-político hablar con ellos. Y ¿quién pierde? Pues, los venezolanos.
Y no nos engañemos. Lo mismo pasará, tarde o temprano, con la escasez de productos y los precios altos. Como en los tiempos estalinianos les echaban la culpa a los kulacs, y en los de Mao a los pequeños productores, aquí se echa mano a un repertorio de excusas cuyo denominador común es el «yo no fui» y pone la culpa en cualquiera, menos en los responsables. Y con el problema del agua que no es juego, y que algo debe saber ya el Gobierno y no nos lo dice -ese empeño siempre en escondernos la verdad-, pues puso en el despacho del Ambiente a uno de los pocos ejecutivos con reputación de eficiencia en el elenco oficialista.
Tienen tatuada en la piel la mancha de la ilegitimidad, y mientras más se niegan a una auditoría verdadera, confiable, como la que prometieron, más sospechosos se ponen. Esa mancha no se les borrará a gritos, amenazas y arbitrariedades como la barbarie en la Asamblea, el uso partidista de los tribunales y fiscalías y el acoso a los empleados públicos. Además, la implacable realidad, que es terca y no conoce de conveniencias ni se deja domar por la propaganda, les echa encima esos baldazos que empapan. Crisis eléctrica, crisis económica, crisis del agua, y la peor de todas, esa matazón de la violencia que sigue tan campante.
Con relación a todo eso, nos han mentido. Pero la mentira, se sabe, tiene piernas cortas.
Ramón Guillermo Aveledo  
rgaveedo@gmail.com