Ahí están los resultados, Nicolás Maduro, obtiene una victoria in extremis, signada de irregularidades y dudas, un triunfo con apenas 1% de ventaja sobre Henrique Capriles, quien se negó a reconocer el resultado y pidió un recuento de votos. Una vez hecho el anuncio, comienza la crisis política más grave desde el 11 de abril 2002. La reacción de Maduro no se hizo esperar, al optar por criminalizar a todos aquéllos que votaron en su contra. Persigue, maltrata, detiene y constituye expedientes judiciales y mediáticos de dudoso contenido. El hijo de Chávez, se convirtió así en un furioso pirómano.
La prohibición de las protestas pacíficas convocadas por el liderazgo opositor, más allá de lo simbólico, mostraron el carácter represivo e inquisidor, una suerte de adelanto de lo que va a ser la administración de Maduro.
¿Se va a ocupar Maduro de lo esencial?
Prácticamente en todos los estudios de opinión, los venezolanos aspiran a poder vivir en un país donde la seguridad sea una prioridad y no un espejismo. Donde haya pleno empleo y el poder adquisitivo no sea constantemente impulsado hacia abajo por culpa de una galopante inflación. Las cifras económicas son desesperantes, del mismo modo que la moral ciudadana está herida de muerte. Un cuadro dramático, ante el cual solo hay interrogantes sobre lo que el naciente gobierno de Maduro podría ser capaz de hacer.
En el esperado discurso de toma de posesión de Maduro, lo único concreto en 3 horas de enumeraciones de la interminable lista de lugares comunes gubernamentales, fue el anuncio de militarización de Corpoelec.
Un programa de gobierno inexistente, un proyecto mediocre, unas expectativas realmente avaras. ¿Cuánto nos va a costar la administración de éste incompetente al frente de los destinos de la nación? Catorce años perdidos, para fabricar ésta falacia. Cuántas víctimas más a manos del hampa desbordada, ¿hasta que cifra se elevará el déficit? ¿Cuántos desempleados más? ¿Hasta cuando se regalará dinero a Cuba?
Venezuela entera, no se trata de una mitad, está en estado de desesperación. Somos el hazme reír de la región. ¿Quién nos gobierna? ¿Por qué tanta incoherencia? Pareciera que finalmente todas las izquierdas vernáculas han decidido unirse y resumirse en Nicolás Maduro.
No es Maduro un hombre de síntesis, ni el denominador común del sentimiento nacional. El mismo se cataloga como el primer presidente chavista. Ni ideología clara, ni definida. Solo parece estar claro en su constante ataque e insulto a la mitad del país, para esto si ha demostrado talento.
En resumen, es un presidente en entredicho electoral, es vacío, intimidador, zigzagueante. Los venezolanos están cansados, de errores, corruptelas e ineficiencia. Los demócratas se van a exasperar.
