La prensa devaluada: degradación del decir y del hacer por Isaac Nahón-Serfaty
La prensa devaluada: degradación del decir y del hacer por Isaac Nahón-Serfaty

Prensa

 

Dos titulares de primera página en la prensa venezolana revelan el efecto que ha tenido la degradación del discurso que el chavismo ha promovido en estos últimos quince años. No es que antes fuéramos un dechado de “buen habla”, pero desde las instituciones del poder se cuidaba la expresión discursiva, aunque algunos presidentes, como Rómulo Betancourt y Luis Herrera Campíns, ambos hombres cultos, introdujeron en el discurso político elementos populares que más que degradar el habla mostraban la riqueza de nuestro idioma y de nuestros refranes.

Los dos titulares son los siguientes: en la portada de Últimas Noticias del lunes 1 de diciembre pudimos leer el siguiente enunciado: “Más platica y cestaticket”; en la portada del diario 2001 de la misma fecha salió este titular: “Constituyente es una oferta chimba” (nótese que la expresión “oferta chimba” aparece resaltada en rojo). Ambos titulares son expresión de esa degradación contagiosa del lenguaje que propició y potenció el chavismo.

En el primero caso, el de Últimas Noticias, no hay sorpresa. Ya sabemos que el periódico se ha convertido en un vehículo de propaganda del gobierno y que su director Eleazar Díaz Rangel, antes admirado profesor de periodismo, actúa como un comisario político al servicio del régimen. Los periodistas que siguen allí dan una pelea diaria por continuar ejerciendo su profesión de forma digna, como lo mostraron valientemente algunos que fueron despedidos o tuvieron que retirarse por las presiones de censura. Pero Díaz Rangel ha convertido la primera página del periódico en una seguidilla de enunciados abiertamente mentirosos y a veces cínicos sobre la terrible realidad que viven los venezolanos. ¿Qué significa “más platica” – hablando del aumento de salarios – en una economía inflacionaria, un dólar en el mercado paralelo por las nubes y en un contexto laboral de empleos precarios? ¿Qué degradación del discurso lleva a pretender pintarnos una isla de la fantasía en un país donde a la gente no le alcanza “la platica”, los productos básicos escasean y la dignidad humana es pisoteada cotidianamente?

En el segundo caso, el de 2001, la degradación viene por otro lado. Todo periódico tiene derecho a editorializar en sus titulares. Es una legítima forma de tomar posición. Pero el titular de 2001, con su tono populachero que no popular, se pronuncia sobre una propuesta política de una manera absolutamente superficial e irresponsable. ¿Qué significa “chimba” en este contexto? Por supuesto que la propuesta de la constituyente tiene muchísimos problemas, pero descalificarla como “chimba” no ayuda a mejorar el debate en el país. “Chimbo” quiere decir, dependiendo el contexto, algo que es “falso”, “no original”, una “mala copia”. También podría querer decir “bastado” ó “ilegítimo”. Al calificar como “chimba” a la constituyente, y así resumir la opinión de algunos políticos y constitucionalistas que están contra esta iniciativa, se propone una visión reduccionista y manipulada de la cuestión. Muchos lectores solo leen los titulares y se forman sus impresiones a partir de esos enunciados. Para muchos la interpretación será simplona: constituyente es igual a “chimba”, es decir, los que la proponen también son unos “chimbos”. Y así podríamos continuar con los descalificativos que tanto Chávez, como Maduro o Cabello han enquistado en el habla venezolana, donde los que disentimos somos “escuálidos”, “pelucones” (?) o “disociados”. Con ese titular, el diario 2001 sigue la misma línea de los dirigentes chavistas.

Ya no se trata solamente que una parte de la prensa ahora esté controlada por intereses financieros cercanos al gobierno, lo que ha implicado autocensura, mentiras o censura descarada. Vivimos las consecuencias del efecto contagioso que la degradación del discurso ha tenido sobre la sociedad en su conjunto, y sobre editores y directores de medios. Vale la pena recordar aquí lo que el poeta Rafael Cadenas escribió hace algunos años en su ensayo “En torno al lenguaje” (1982/2002, p.10): “Para mí es evidente que Venezuela está aquejada de un grave descenso lingüístico cuyas consecuencias, aunque no sean fácilmente visibles, se me antojan incalculables. Resulta difícil percibir, sobre todo, las que, sin estar a la vista, son las más importantes, pues tienen que ver con el mundo interior”. El poeta constata una de las consecuencias de esta pobreza del lenguaje: “[…] El hombre masa no tiene lenguaje; utiliza el que le imponen […]” (p. 22).

Entre las primeras páginas de “fantasía” de Últimas Noticias, que además machacan un lenguaje populachero, y los titulares editorializantes de 2001 que deforman y reducen realidades complejas con calificativos ridículos, vivimos inmersos en un proceso de degradación del decir y del hacer que tiene consecuencias en cómo pensamos y actuamos. Es un síntoma, desde el lenguaje, de una degradación profunda.

 

Periodista y profesor en la Universidad de Ottawa (Canadá)