Hablábamos de Esperanza por Toto Aguerrevere - Runrun
Sendai Zea Oct 09, 2012 | Actualizado hace 12 años
Hablábamos de Esperanza por Toto Aguerrevere


Es un golpe ser el grande que abraza a un papá que se hizo chiquito con el anuncio. Es un golpe tener que acostar a un hermano que no tiene memoria para recordar que antes no había mandatarios perpetuados en el poder. Es un golpe enviarle un mensaje de consuelo a una hermana deprimida por un embarazo que viene en camino. Es un golpe que mi mamá me dé las buenas noches como debe ser. Eso tienen las madres. Por alguna razón se amachan ante las noticias más tristes.

Cumpliré cuarenta años en el 2019. Cuarenta años de los cuales veinte habrán sido vividos bajo el gobierno de Hugo Chávez. Discúlpenme si ofendo a algunos. Esto no es un golpe, esto es un coñazo.

Suenan fuegos artificiales a lo lejos pero son los más cercanos los que me confunden. Yo vivo en una zona donde nadie se declara chavista. Ni los vecinos de mi cuadra, ni en la gasolinera, ni en la parada de taxis. Nadie en el puesto de comida rápida, en la carnicería, la panadería o la tintorería me ha hablado a mí de algo que no sea distinto a una alternabilidad en el gobierno. Craso error. Por los petardos resulta que el único que no es chavista soy yo. Apago las luces y me acuesto a dormir.

Lunes.6 A.M. ¿Realmente pasó?

Pero ¿qué pasó? Me levanté al alba para unirme a la larga cola de mi centro electoral. Donde hablábamos abiertamente sobre la necesidad de un cambio sin la necesidad de mencionar a nuestro candidato. Hablábamos sobre la felicidad ante la concurrencia. Sobre la organización de aquellos que pasaban agua y palabras de paciencia sin costo alguno. Sobre el heroísmo de aquellos votantes que viajaban hacia Nueva Orleans. Sobre la tristeza de no permitir el voto de la jueza María Afiuni. Hablábamos de esperanza.

Almorcé en casa frente a la televisión donde vi votar al señor Carlos Urbaneja, portador de la cédula Número Cinco. A una doña en camilla que amenazó con fugarse de la clínica ante la negativa de darle de alta para que ejerciera su derecho, a un muchacho con Síndrome de Down. A Rubén Limardo y a Ramón J. Velásquez. A venezolanos en más países de los que puedo contar. Vi a Hugo Chávez votar y hablar un poco de más como es su costumbre, a Henrique Capriles votar y hablar un poco de menos como es la suya. Veía civismo.

Me senté a escribir en un Twitter plagado de mensajes con llamados al voto. Ofrecimientos de colas a cualquier centro electoral. En moto, autobús o en carro, adonde fuera. Mensajes de orgullo por haber votado, subidas de imágenes de un dedo manchado con tinta azul. Alertas sobre denuncias fundamentadas, mensajes de apoyo. Palabras de cambio y triunfos para todos y para Venezuela en particular. Leía fraternidad.

¿Entonces?

Me dieron la noticia de que no será Henrique Capriles el Presidente de Venezuela por los próximos seis años, será Hugo Chávez. Me devastó, me golpeó y me hizo dudar de mi permanencia en Venezuela. Ya basta, dije en un escrito reciente, ya basta. Pero yo soy parte de una comunidad que cada seis años se organiza. Por un día se reúne y habla sobre esperanza, ve civismo y escribe fraternidad. Es un día de democracia por cada seis años de atropellos. Un solo día, donde en seis años más, si se aprenden las lecciones detrás de los errores que hubo, todo puede cambiar.

No, no es un golpe. Ya tengo demasiada experiencia en esto para saber que es simplemente un llamado a querer lograrlo más que los demás. Ya soy calvo, por los clavos de Cristo. A mi una bota militar disfrazada de corbata jamás me podrá desmoralizar.

¿Iluso? Total y absolutamente. Pendejo quizás. Pero yo por lo menos sé que en seis años la paz planetaria no se va a lograr.

Y ya eso es un primero paso.-

Toto Aguerrevere – @totoaguerrevere