Hablando de política: Por los Niñitos por Toto Aguerrevere - Runrun
Hablando de política: Por los Niñitos por Toto Aguerrevere

Hoy una amiga escribió algo en su muro de Facebook que me llamó la atención. Copio parte de lo que dice: “a cuarenta días de las elecciones más importantes que ha vivido mi generación (y la de muchos) me entero de que hay gente expatriada que no viene a votar a Venezuela por sus niñitos. Frases como ‘imagínate dejar a los niños allá solos’, ‘no tengo a quien dejárselos’, ‘traérselos es una locura’ o ‘con chamos ya es complicado viajar’, son varias de las excusas que he oído. Y al oír eso solo puedo pensar en una cosa: debería ser POR TUS HIJOS que votes”.

Me llama la atención lo que ella escribe por una mera casualidad. Hoy también me entero por otras lenguas  que mi hermana del alma –de esas que no tienen tu sangre pero saben el tipo que tienes tú porque uno nunca sabe– no está inscrita para votar. Casi una década viviendo afuera y nunca se inscribió para votar, lo cual implica que no lo ha hecho en ninguna de las anteriores elecciones que se han celebrado. Para mí es terrible darme cuenta que el abstencionista estaba en el puesto más alto de los contactos de mi celular.

Estos dos cuentos me llevan a hacerme la siguiente pregunta: ¿Y entonces, Venezuela?

Ya lo he dicho en ocasiones anteriores, nadie es quién para decirle a otra persona donde debe enarbolar su bandera. La patria se construye en el corazón, así se la impida el gobierno, su trabajo o el corazón mismo. No hay que vivir en el país para sentirlo suyo, pero sí hay que poner su granito de arena para que la madre patria subsista. De lo contrario, ¿qué sentido tiene el patriotismo?

Al oír cuentos como las excusas de los niñitos y la gente que no se inscribió, pienso por cuestiones de la vida en Miguel. Si él quiere votar debe manejar casi doce horas hacia Nueva Orleans y doce horas de vuelta para llegar a su puesto de trabajo a tiempo. A un patrón que no es venezolano no le importan las elecciones de Venezuela de la misma manera que a mí poco me importan las elecciones en Estados Unidos. ¿Qué sentirá Miguel que se muere por votar cuando se entera de cuentos cercanos como los que comparto? Yo no siento rabia cuando los oigo, lo mío ya es arrechera. Pero me gusta pensar que Miguel es más inteligente que yo y no va a sentir tristeza. Miguel se va a Nueva Orleans y se regresa. Él trabaja por un cambio. Hace todo lo que el noventa por ciento de sus amigos (incluyéndome) no haríamos, hicimos ni haremos por esta campaña.

¿Entonces Venezuela?

Mi amigo Carlos Julio se ha partido el lomo trabajando por más de dos años en una campaña, visto más pueblo del que yo veré en mi vida y abrazado a más gente sin diente de la que quisiera.  Casi pierde la vida en un accidente en la Autopista Regional del Centro en uno de sus tantos viajes por el país para llevar el mensaje. ¿Qué sentirá Carlos Julio cuando se entere de cuentos cercanos como los que yo comparto? Yo no siento rabia cuando los oigo, lo mío ya es arrechera. Pero me gusta pensar que Carlos Julio es más inteligente que yo y no va a sentir tristeza. Él trabaja por un cambio. Hace todo lo que el noventa por ciento de sus amigos (incluyéndome) no haríamos, hicimos ni haremos por esta campaña. Carlos Julio todavía pasa por la Autopista Regional del Centro porque sabe que esa es la vía para llegarle a más gente.

¿Entonces Venezuela?

Yo apuesto que mi amiga Ali y su esposo Juan en Nueva York no van a sentir tristeza. Hacen todo lo que humanamente pueden mientras estudian. Convocan gente para mítines, imprimen volantes y captan la atención de venezolanos expatriados allá para que voten el 7 de octubre. En el proceso se han calado frases como la que le dijo una sifrina en la Quinta Avenida: “no mi amor, yo no voto Presidente”. ¿Qué sentirán Ali y Juan al oír cuentos cercanos como los que yo comparto? Yo no siento rabia cuando los oigo, lo mío ya es arrechera. Pero me gusta pensar que Ali y Juan son más inteligentes que yo y no van a sentir tristeza. Ellos trabajan por un cambio. Hacen todo lo que el noventa por ciento de sus amigos (incluyéndome) no haríamos, hicimos ni haremos por esta campaña. Ali y Juan ahora reparten volantes en la Quinta Avenida con la esperanza de encontrarse todos los días a la sifrina.

¿Entonces Venezuela?

No critico al que en verdad no puede votar, bien sea porque no tiene los medios para hacerlo o por una razón de peso. Solo echo cuentos con arrechera. Pero no les claven la culpa a sus niñitos cuando Miguel, Carlos Julio, Ali, Juan y Carlos y Andreína y Juan Pablo y Anita y Sabrina y Andrés y Mariana y Alfredo y Valentina y Carla y Fernando y Beatriz y John y ochocientos mil amigos más están regados por el mundo echándole bola. Haciendo lo que el noventa por ciento de nosotros no hicimos, haremos ni haríamos por esta campaña.

Y muchos de ellos con niñitos.-

 

Toto Aguerrevere

@totoaguerrevere