Los periodos presidenciales (III y último) - Runrun

La historia y sus historias

Cuando en 1936, el general Eleazar López Contreras fue elegido Presidente de la República por el Congreso Nacional consideró inteligente reducir su periodo presidencial de siete a cinco años, y así logró que la reforma constitucional lo estableciera de cinco años, sin reelección inmediata. O, sea, que el presidente debía esperar al menos un periodo para regresar. (Asó lo intentó López en 1945).

Desde luego que este fue un caso excepcional en un país donde todos los presidentes trataban de prolongar sus mandatos o sus influencias. De modo que López en vez de gobernar hasta 1943, entregó el poder al general Isaías Medina Angarita, su ministro de Guerra y Marina en 1941.

Al entregar el poder, en su último mensaje al Congreso, López expresó su esperanza de que el presidente que se elegiría en 1945 fuera elegido por el voto popular, universal y directo, y no por el Congreso, como ocurría hasta ese momento. En la campaña presidencial de 1941 compitió con Medina el gran escritor Rómulo Gallegos, pero a su candidatura se le llamó “simbólica” porque no tenía posibilidad alguna de ser elegido por un Congreso controlado por el “Gran Elector” que era el Presidente.

Cuando en 1944 se reformó la Constitución, el artículo sobre la elección quedó exactamente igual como venía desde las Constituciones de Gómez y, con las mismas palabras. Quienes más se destacaron en esos debates del Congreso fueron los senadores Jóvito Villalba y Mario Briceño-Iragorry, y los diputados Andrés Eloy Blanco y Rafael Pizani. No tuvieron éxito, pero quedó el Diario de Debates como registró de las posiciones políticas. Fue un gran debate, sin duda, pero no se llevó sólo en el parlamento, sino que tomó la calle. Cuando llegó 1945, año de la elección, el debate se agudizó. No había modo de que se presentara otro candidato “simbólico”, lo cual dejaba a muy grandes sectores nacionales sin posibilidades de participación.

Y ahí estalló la crisis política. Vino el 18 de Octubre, y luego en 1946 la elección de la Asamblea Constituyente que aprobó la Constitución de 1947. Gran Constitución, sin duda, que aprobó la elección popular y directa de los presidentes, pero aprobó periodos de cinco años, con reelección después de dos periodos, es decir de diez años. Este fue un sistema inconveniente. Congeló el liderazgo, y momificó la política.

La Constitución de 1999 fue alterada con un referéndum  posterior para aprobar la reelección ilimitada, algo que no pretendió ningún caudillo del siglo XIX. Contradictoria con un país de jóvenes que aspiran  a participar en la historia de Venezuela. Como se dijo en la primera de estas notas, es asunto que concierne a todos los ciudadanos. Pero pocos, muy pocos, piensan así.

SIMÓN ALBERTO CONSALVI