Los otros somos nosotros, por Carlos Dorado
Los otros somos nosotros, por Carlos Dorado

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Sara Rozik es una joven egipcia, graduada de cineasta en el High Institute of Cinema de Egipto en el 2013, y con apenas 20 años fue la ganadora del prestigioso premio “Silver Djed Pillar” en el festival de cortometrajes de Egipto como directora de la película “El otro par” (se puede ver en YouTube), que sólo dura 4 minutos, está basada en una anécdota de Gandhi, y cuya inspiración es sobre la ley del karma que se basa en: “Haz por los demás, lo que te gustaría que hicieran por ti”.

Gandhi iba con un amigo a tomar un tren. Como no tenían dinero, siempre trataban de subirse  a un tren de mercancías en marcha cuando éste estaba arrancando. Apenas vieron el tren arrancar, comenzaron a correr hacia él, para poder subirse. Al saltar, a Gandhi se le cayó uno de sus zapatos. Pero el tren ya iba demasiado rápido como para bajarse, recogerlo y volverse a subir. En ese momento, Gandhi  se sacó el otro zapato, y lo lanzó tratando de  que quedase cerca del que había perdido. El amigo sorprendido, le preguntó: “¿Por qué has hecho eso?” A lo que Gandhi respondió: “A mí, este zapato suelto no me sirve de nada, y en cuanto lleguemos a destino tendré que comprarme otro par. A la persona que encuentre el zapato que se me cayó, ese zapato suelto no le servirá de mucho. Así, al menos alguien se podrá encontrar con el par de zapatos, y seguramente le serán de gran utilidad”.

No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”, una frase trillada y repetida, y tristemente cada día menos seguida, sobre todo en la sociedad actual donde el egoísmo y la insolidaridad nos llevan a actuar como unas hienas. Nuestra sociedad se ha convertido en una selva, donde es fácil perder el rumbo.

El egoísmo desenfrenado, la práctica del yoismo, como una manera de entender que el mundo no es más de lo que “yo entiendo” por  mundo. Donde los demás sólo existen para complacerme. Donde lo mucho es poco si se trata de nosotros, y lo poco es mucho si nos referimos a los demás. Donde sí lo hago yo siempre está bien, si lo hacen los demás siempre está mal. Donde yo puedo hacer lo que me da la gana, y los demás también hagan lo que me dé la gana a mí. Donde yo soy el juez y el juzgado.

Estamos echando  los restos de los caparazones de los principios básicos, y de los moldes de las buenas conductas y solidaridad. Estamos siendo lobos de nosotros mismos. Donde el egoísmo ilimitado y la falta de solidaridad, es una prima concedida a la extorsión, al atropello del más débil, a una patente de corso otorgada a los piratas y a los bandidos con derecho de presa sobre todos aquellos que caen en sus manos. ¡Pero donde al final, todos terminaremos siendo piratas y bandidos de una sociedad invivible!

Los principios y la solidaridad son las herramientas más importantes para construir futuro. Decía mi madre: “Las grandes ocasiones para ayudar a los demás son raras, las pequeñas las encontramos todos los días; esas más pequeñas valen más que las intención más grandes”. De la conducta y los principios de cada uno, depende el destino de todos; y si el destino de todos es malo, es porque los malos principios de cada uno terminamos siendo todos.

¿Por qué cada día son más los que pierden aceleradamente esos pequeños actos basados en la educación, en los principios y en la solidaridad? ¿Por qué cada día, hay más que prefieren que dos vayan descalzos, a que uno vaya calzado? No, no, pero ese no soy yo.

Perdóneme Ud., ¡Pero los otros somos nosotros!

cdoradof@hotmail.com