¡Vámonos de Venezuela! por Carlos Dorado
¡Vámonos de Venezuela! por Carlos Dorado

Emigración

 

El otro día en un almuerzo de trabajo, y después de hablar sobre lo que era el objeto de la reunión, como casi siempre sucede, terminamos hablando de la situación en Venezuela; y mi invitado me contó algo que me llamó poderosamente la atención por su realismo y pragmatismo.

Mí invitado, casado desde hace varios años y con dos hijos, me comentó que desde hace un tiempo, su mujer siempre sacaba el mismo tema: ¡Vámonos de Venezuela!, y nunca dejaba de mencionarle sobre los amigos que  se fueron y ahora viven en Miami, con supuestamente una gran  calidad de vida. “Salen tranquilos, no andan con miedo, no hacen colas, tienen de todo. ¿Y nosotros? ¡Hasta cuándo! ¡Vámonos de Venezuela!” dice  que le repetía como un disco rayado.

“Mira Carlos, esto era todas las semanas”. Un buen día, llegué a la casa y le dije: “¿qué te parece si salimos a cenar?”. “Prefiero que no, es peligroso, a fulano de tal lo asaltaron precisamente saliendo de cenar”. “Después de insistirle un poco y con el argumento de que íbamos a un restaurante a diez minutos de la casa, accedió a regañadientes”.

“Llegamos al restaurant, y apenas nos tomaron el pedido, adivina cuál fue la primera frase Carlos: ¿Cuándo nos vamos?, ya que sigue pasando el tiempo, y veo que tú no haces nada. ¡No puedo más! Pero esta vez,  estaba dispuesto a sacarse el argumento de encima definitivamente. Pedí un buen vino, llené las copas con mucha calma, y comencé a hablarle”.

“Mira, sé que estás muy preocupada por la situación, que te crea mucha ansia, y que has tenido inclusive algunos ataques de pánico; y que quieres irte a como dé lugar, y te entiendo muy bien. Por lo cual, quisiera presentarte cuatro alternativas para que seas tú misma quien elijas la que creas que más nos conviene, y seas  tú misma la que tomes la decisión final. Déjame decirte de una vez, que voy a aceptar, respetar y cumplir  con la que tú elijas, sin ni siquiera argumentarte nada en contra, ni preguntarte en qué te basaste para tomarla. Pero eso sí, te pido que después de que tomes una de ellas, no me vuelvas  a hablar del tema, y tratemos de ser felices y de mirar hacia adelante ¿Estás de acuerdo?”

“Se me quedó viendo, con cara de sorpresa, sin saber qué decirme, y con una voz muy baja, me dijo: ¡Sí claro! Mira las alternativas son cuatro: Una; nos vamos a vivir a Miami; pero lógicamente no siendo millonarios como para vivir de las rentas, como tú a veces piensas; sino que tenemos una buena situación económica, para ello tendremos que buscar trabajo los dos, y adecuarnos a esos ingresos que logremos, olvidándonos un poco de mujer de servicio, chofer, y todo eso. Dos; nos mudamos a Miami, y al igual que muchos, vengo los lunes y trato de mantener el negocio aquí, subiendo cada dos semanas. Pero eso sí, te advierto que seguramente después de un tiempo se me atravesará alguien, seguramente más joven que tú, y lo más probable es que terminemos tú y yo divorciados, o en el mejor de los casos con muchos cachos. La tercera,  es que te consigas un multimillonario que nos mantenga a todos en Miami, de la forma que tú quieres vivir, y yo me voy con Uds., y la cuarta y última es que sigamos como estamos, y trates de ver el vaso medio lleno y no me vuelvas a torturar psicológicamente con que te quieres ir, porque yo no hago milagros, así que ¿tú dirás?”

“Carlos, se me quedó viendo un largo rato. No argumentó nada. Sólo me dijo: Nos quedamos. No me volvió a decir: Vámonos de Venezuela, y ya han pasado seis meses”.

cdoradof@hotmail.com