Y la culpa es de… Por Carolina Jaimes Branger
Y la culpa es de…   Por Carolina Jaimes Branger

Fidel-Castro

“Errar es de humanos. Echarle la culpa a otro, es política”. Esta máxima de Hubert Humphrey identifica perfectamente al gobierno venezolano. Es cierto que muchos gobiernos usan la táctica de culpar a otros de sus fallas o fracasos, pero al venezolano se le pasó la mano. Por largo, por ancho y por profundo. Sin embargo, no extraña, si tomamos en cuenta que el modelo a seguir es el cubano. Los hermanos Castro llevan casi sesenta años culpando al bloqueo estadounidense de todo lo malo que sucede en la isla. Estoy segura de que si no hubiera habido el bloqueo americano, los cubanos hubieran buscado otro culpable, como suele suceder en los regímenes fascistas.

Hitler, uno de los mayores carniceros de la Humanidad, xenófobo, sociópata y antisemita a ultranza, culpó a los judíos de todos los males que sucedían en Alemania para “justificar” así su exterminio. La tragedia sigue siendo no sólo el Holocausto, sino también la actitud del pueblo alemán, que en su mayoría miró para otro lado y sólo unos pocos arriesgaron sus vidas para salvar las de las víctimas del odio de Adolf Hitler. Según los principios de su jefe de propaganda, Joseph Goebbels, había que deshumanizar al contrario, porque al quitarle su cualidad humana es más fácil exterminarlo: algo así como “las cucarachas son seres despreciables, por lo tanto hay que matarlas; los judíos son cucarachas, ergo…”.

El miedo es la primera emoción que sentimos, tan pronto dejamos el claustro materno. Salir de un ambiente donde todo está resuelto y controlado para entrar en otro, donde por el contrario todo es incierto y desconocido, nos llena de miedo. Y como un reflejo ante ese miedo, nos volvemos controladores: tratamos de controlar para sentirnos seguros. Cuando el bebé se da cuenta de que su madre viene cuando él llora, llorará cada vez que quiere que ella venga, para controlarla y apaciguar así su miedo. Y una manera de controlar que persiste en los seres humanos hasta el término de sus vidas, una manera primitiva e inmadura, es culpar a los otros de los propios errores.

Martha Nussbaum, Distinguida Profesora de Leyes y Ética en la Universidad de Chicago, ha escrito mucho sobre el uso de la culpa en política: “la culpa dirigida por el miedo proporciona la ilusión de control sin enfrentar y resolver el problema subyacente, y es una fuente de gran peligro, ya que puede conducir a la deshumanización e incluso a la violencia”.

Las sanciones que el gobierno norteamericano ha impuesto –y por lo visto, seguirá imponiendo- a conspicuos personajes del gobierno venezolano, son ahora “el bloqueo” (¡qué poco originales!). “El bloqueo” es culpable de todo lo malo que ha pasado en este país desde 1999. De todo lo que culparon a “la oposición apátrida”, a las iguanas, a las ratas, a Henrique, a Leopoldo, ahora tiene un nuevo causante: “Trum”. Aquí llevamos más de dos años con una inflación galopante y una escasez progresiva, pero con unas sanciones de una semana de edad, ahora la culpa es de “Trum”. La crisis de medicamentos, de más tiempo aún que la de alimentos, es culpa de “Trum”. Los raspados de olla son culpa de “Trum”. La inseguridad es culpa de “Trum”. Seguramente el narcotráfico y el terrorismo también lo son. Y así, todos los males que nos aquejan y que son única y exclusiva culpa del nefasto régimen que nos gobierna.

Es fácil perder las esperanzas y las perspectivas cuando se ha errado como el gobierno chavista ha errado. Y ese error se convierte en fracaso cuando se empieza a culpar a otros de las propias fallas y no se hace nada por remediarlas. Señores, tomen nota…

 

@cjaimesb