¡No hay última cena en abril!, por Armando Martini Pietri
¡No hay última cena en abril!, por Armando Martini Pietri

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La Última Cena, fresco mural pintado por el extraordinario Leonardo da Vinci, –nacido, en abril- es su mejor obra, la trabajó deprisa durante unos tres años, alejado del ambiente característico de esos tiempos llenos de conflictos bélicos, intrigas, preocupaciones y calamidades.

La maravillosa obra representa la escena de la última cena, el día final de la vida de Jesús de Nazareth, según lo narra el nuevo testamento. El lienzo retrata el momento, dramático para los doce apóstoles, en el cual Jesús anuncia que uno de ellos le traicionará.

Abril ha sido mes de hechos relevantes en la historia, emblemático, fechas que venezolanos de hoy, hambrientos y decepcionados, han dejado en el olvido dedicados a la dura tarea de recuperar su país.

El día 2 de abril, pero de 1819, se libró la batalla de las Queseras del Medio que con el coraje de Páez y sus llaneros fue trascendental en la lucha por la independencia. El 5 de abril –hace 48 años- se cerró una etapa de nuestra literatura con la muerte de Don Rómulo Gallegos, novelista de talla mundial y quien, de vivir en estos tiempos oscuros, sería sin duda un recio líder opositor.

Fue el 7 de abril 1928 cuando se sublevaron los estudiantes contra la brutal tiranía militar de Gómez. Ese día salió a las luchas por la libertad un grupo de jóvenes heroicos e intelectuales que se llamó “generación del 28”, y de la cual surgieron los fundadores de la democracia venezolana que, en este abril 2017 en que en las calles retumba el grito de libertad perforando los gases de la dictadura, ha vuelto a ser bandera de ciudadanos liderados por estudiantes. Fue un 11 de abril, han pasado -200 años- se libró la batalla de San Félix, gloriosa para Manuel Piar, por cierto, nació un mes de abril y no imaginó que algún día, en plena gloria, conspiraría contra el Libertador Simón Bolívar y sería fusilado por ello. Murió así entre el honor y la vergüenza. Hoy quieren llevarlo al Panteón Nacional al lado del hombre que ordenó ejecutarlo por traición.

También en abril, 1905, nació uno de los miembros más relevantes de esa generación de demócratas, que llegaría a ser el Presidente, Raúl Leoni siempre acompañado por su maravillosa Doña Menca.

Llamativo, quizás hasta profético si no sonara un tanto irreverente, fue también en abril, hace 187 años, el día 27, cuando Simón Bolívar, en cuyas ideas el chavismo afirma inspirarse, renunció a la Presidencia de la República, y un 28 del mismo mes, 40 años después, moría Juan Crisóstomo Falcón, líder del federalismo y jefe de Ezequiel Zamora.

También un mes de abril Hugo Chávez salió a la calle tras su derrocamiento desorganizado, lleno de sorpresas y decepciones, dispuesto a cerrar el puño que sólo la muerte pudo abrirle para dejar paso a quien lo siguió con lealtad, pero que nunca ha logrado imitarlo, y, como todos sabemos, un 19 de abril los venezolanos, doscientos siete años atrás, en plena Semana Santa, proclamaron la independencia y la república soberana y democrática.

Abril ha sido siempre un mes emblemático en la historia venezolana, hoy muestra una mesa servida para un magullado comensal que se pega una y otra vez contra la pared que le queda pero ya no sirve de refugio ni apoyo. El comensal miente, levanta los brazos como el héroe que no es, intimida, se defiende y lame las heridas ocasionadas por armas de las cuales pocos se pueden salvar, instrumentos peores que fusiles, pistolas y cañones otorgados a fanáticos obedientes y delincuentes expertos en gases, perdigones, escudos y sadismo, brutalidad sin piedad de pretorianos del siglo XXI.

No puede ni sabe defenderse de armas que no disparan ni golpean, pero sí destruyen, desmoronan, aplastan, que son expresión y voluntad de libertad, empeño de ciudadanos en echar al huésped que ya no soportan para recuperar su propia soberanía democrática y constitucional. Armas que no matan seres humanos, no son asesinas, pero ponen de rodillas a los abusivos, son los instrumentos de la dignidad.

Se resguarda, está herido, lesionado, está acostumbrado a la resignación y obediencia de quienes le rodean, a mentir y que sus mentiras sean tomadas por esperanzas, convocar a todos para que acudan sin carácter, perdieron el respeto por sí mismos, y ahora sólo les queda el miedo. Ha repartido migajas podridas, para que el pueblo creyera que estaba sembrando y nada de eso está pasando ahora. Habla en vano de elegir y nadie cree, ni siquiera quienes con aspiraciones que calladamente se preparan, mientras quienes tienen la responsabilidad de convocatoria guardan silencio desconcertante y grosero. Con sus cada vez menos seguidores, empuña la paz y tranquilidad como símbolo, pero las calles hierven de indignación y voluntad de cambio. Sus aturdidos compinches saben bien lo que significa, todos fuera de la cena, se acabó el pan y el vino. Se anuncian planes milagrosos de recuperación económica pero los anaqueles están limpios, los precios suben, y los bolsillos vacíos, es jactancia la solidaridad de amantes de conveniencia, la mayoría de las naciones critican con claridad, dureza e impaciencia.

Sólo les quedan verdugos de la desvergüenza, armados y acorazados, que no se limitan a vigilar y frenar, sino que atacan con ferocidad desmedida, que no teme asfixiar a pequeñuelos y longevos, golpean, desembuchan gases y perdigones a estudiantes y mujeres, sadismo lanzado con escopetas y helicópteros, descaro que se exhibe y confiesa desde terrazas, como si el mundo estuviera ciego. Pero empiezan a descubrir, para su angustia y zozobra, que cada día los ciudadanos decentes y con principios los detestan más y les temen menos.

Ésa es la última cena siempre hambrienta de poder, que lleva años devorando futuro, lealtad y esperanzas. Ahora son ellos quienes comienzan, a sufrir la creciente escasez de respaldo y confianza. Una cena sin pan ni vino, sedienta de democracia, servida con reclamos y rechazo popular. No será fácil aplacarla, los venezolanos están hartos de la humillación de buscar sus cenas en la basura. El ciudadano despertó, se indigestó de engaños y reclama una mejor Venezuela y, más temprano que tarde, lo conseguirá.

Estamos en abril, que no ha sido en Venezuela mes de cenas sino de grandes acontecimientos.

 

@ArmandoMartini