Gloria al bravo pueblo, por Armando Martini Pietri - Runrun
Gloria al bravo pueblo, por Armando Martini Pietri

Manifestaciones#4Abr

 

Estamos viviendo, nuevamente, tiempos de cambio, y los sucesos de este martes 4 de abril son síntomas a tomar en cuenta y consideración. No sería atrevido decir que el letargo que parecía venirse produciendo entre colas en busca de pan, alimentos y medicinas, discusiones y una aparente implosión de la Lu, palabras huecas de dirigentes opositores, parece estar ahora agonizando.

Hay un gran dirigente, en quien todos ponemos la vista, un hombre ponderado, pero duro en el empeño contra dictaduras y violaciones de derechos humanos. Este martes, entre los ciudadanos que salieron a enfrentar la represión en las calles caraqueñas, flotaba -por no decir embanderaba- el espíritu de Luis Almagro. Uruguayo, diplomático, pero con la fuerza venezolana en el corazón, mucho más enérgico que las genuflexiones y expresiones hipócritas de ese avergonzante que ha terminado siendo Rodríguez Zapatero, el hombre que arruinó al socialismo democrático en España.

Este martes fue también mucho más, el regreso de los ciudadanos liderados por la juventud, a la toma de las calles. Fue una emoción indescriptible, la violencia y la voluntad de la razón, la convicción de libertad y democracia. ¡El pueblo en acción!

No se trató de cuántos salieron, sino de cómo y por qué. Con las armas de siempre, es decir, ninguna capaz de herir ni de matar, los venezolanos empujaron a policías claramente desmotivados e incluso más débiles que en otras oportunidades. No había más gente que en otras ocasiones, sin embargo, algo extraordinario estaba en el ambiente, una renovación de fe y entusiasmo.

No hubo bailecitos ni canciones, pero si, mucha tenacidad popular. Eso tiene que haber asustado particularmente a los cancerberos del régimen. Fue emocionante ver a los ciudadanos avanzando, y a dirigentes al frente, jugándose el tipo al punto que recibieron golpes y nubes de gas irritante. Ayer el país probó sangre y dolor de líderes, hay que reconocerlo, incluso muchos a quienes hemos cuestionado, ninguno, se quedó en su casa ni oficina.

Estuvieron, al frente, con un coraje admirable, acompañados de la mujer venezolana, valerosa, entregada y valiente, dignamente representadas en Lilian Tintori y María Corina Machado; respiraron gases y fiebre democrática, que recordemos con emoción en este momento. Y otros líderes y diputados, con la notoria ausencia de militantes de partidos serviciales, que van quedando desnudos en el país y ante el mundo.

La oposición dio un paso gigantesco, y lo que es de notar, más allá de la esperada violencia represiva, fue la deserción de algunos que debieron estar allí, unidos en bloque valiente e inspirador. Fue su error, porque incrementó la presencia y el liderazgo de los que si salieron a dar la cara junto con los ciudadanos, y aclara aún más la percepción popular de quiénes son los que si se lo juegan todo con el pueblo.

La democracia venezolana respiró fuerte, soportó gases lacrimógenos y pimienta, devoró perdigonazos y se plantó ante la bestial saña de los colectivos oficialistas que también sufrieron la furia popular. Dispararon su armamento, pero fueron enfrentados y alguno derribado.

La venezolanidad auténtica, la no corrompida por la impudicia cubana salió a las calles a inundar el ambiente con su entusiasmo, con fe, con clara disposición a no dejarse avasallar y a retomar en sus manos las banderas de independencia y democracia. !El ciudadano se hace respetar!

No se trata sólo de reconocerlo, más importante aún es la certeza de que el espíritu venezolano está firme, que no ha desfallecido, no se ha resignado. Y eso debe ser altamente frustrante y preocupante para el régimen que, se dé cuenta o no, pierde aceleradamente prestigio y credibilidad dentro y fuera de Venezuela.

El proceso que se desarrolla en el Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos, es lento pero desgastador. En diplomacia tres meses son nada, y los representantes de Bolivia y Haití no sólo tendrán que tragarse más adelante muchas palabras, sino que recibirán los dolorosos rasguños del descrédito venezolano. Los países miembros, incluyeron los que con cierta cobarde prudencia optaron por abstenerse, no hicieron el menor caso, más allá de las cortesías diplomáticas, de los empeños bolivianos, haitianos, nicaragüenses y venezolanos por evitar nuevas sesiones, que se llevaran a cabo, y en definitiva emitirán opinión.

La inteligencia militar se cubrió de vergüenza con la nube de motorizados fanáticos agrupados en sus propias puertas helicoidales como punto de partida para amedrentar. La policía nacional fue empujada y varias veces rebasada. El pueblo marchó con firmeza ennoblecedora y dejó bien claro que el régimen tambalea.

Fue un día de gloria y todo indica que no será sólo una fecha aislada. La malhadada, fantasiosa y desgastada revolución hace aguas; gruñe, hiere, afina sus garras, pero ni convence ni vence. Corren malos tiempos para esta versión gris e impopular del oficialismo que es castromadurismo. Chávez mintió ofreciendo felicidad y justicia, el madurismo amenaza y dispara. Son los recursos del patibulario embrutecido, que se desconcierta porque se da cuenta de que todo lo que hace lo hace mal.

El pueblo retomó banderas de libertad y democracia que le habían sido quitadas con engaños y fantasías. Y, como ha sucedido siempre en la historia de Venezuela, los que estaban al frente eran, y seguirán siendo, los jóvenes.

Fue el mismo pueblo con pensamiento joven que dos siglos atrás no se contentó con liberar a un país sino que lo hizo con cuatro y encima inventó otro. Simón Bolívar fue grandioso, tanto, que es El Libertador, pero nunca estuvo solo. El pueblo estuvo y está con él, por encima de las tergiversaciones de los malabaristas de la falsedad. ¡Las banderas nobles regresaron a sus dueños!

@ArmandoMartini