Las incógnitas de la política exterior de Donald Trump, por Vicente Emilio Vallenilla
Las incógnitas de la política exterior de Donald Trump, por Vicente Emilio Vallenilla

POTUS2017

 

En los dos últimos siglos las novelas por entregas causaron sensación en los periódicos y revistas de Europa y de los Estados Unidos. Se empezaron a publicar a grandes autores en ese formato distinto al clásico libro. A Charles Dickens le fueron publicadas cada semana durante cuarenta años muchas de sus extraordinarias novelas. Ernest Hemingway publicó por entregas «Adiós a las Armas«; «La cabaña del Tío Tom» salió publicada por capítulos durante dos años, las novelas de Joseph Conrad eran publicadas semana a semana. «Ana Karenina«, durante cuatro años, mantuvo en suspenso al expectante público del Mensajero Ruso. En la novela en forma de libro, el lector determina a voluntad el avance personal hacia el desenlace. En la novela por entregas ese dominio quedaba en manos del publicista. El público debía acostumbrarse a esperar al desarrollo y el final. La acción externa del gobierno de Donald Trump parece rememorar las expectativas de aquellas novelas por entregas.

Excepto quizá Richard Nixon que tenía desde la etapa pre-elección un conjunto de ideas que deseaba acometer en la escena internacional, como el reconocimiento a China comunista como potencia, los presidentes de Estados Unidos han deseado concentrarse mas bien en los asuntos domésticos, en cierta forma subvaluando en esa etapa de candidatos, las enormes e inevitables demandas del sector externo sobre el gobierno de lo cual no se librarían durante todo el ejercicio del poder. Pero es natural que cada candidato presentara en el programa de gobierno su política exterior. enumerando fines, objetivos e instrumentos para los siguientes años. En la práctica, por la subordinacion –mayor o menor- de lo exterior a lo doméstico en la inicial visión presidencial, ha provocado incontables sobresaltos diurnos y nocturnos debido a acontecimientos «imprevistos« como Pearl Harbor y otros tantos, como la Crisis de los Cohetes, provocando así alteraciones importantes de las programadas políticas exteriores. De modo que cada gobierno, desde sus inicios, ha tenido invariablemente una política espinal y otra sobrepuesta por las circunstancias.

Esta última abunda en la historia, por ej. F.D. Roosevelt/II GM, George W. Bush/11 sep. 2001. Pero en cualquier caso, la política cincunstancial externa no debe entenderse como una ausencia de objetivos predeterminados por cada nuevo gobierno. Se puede decir que las politicas exteriores enunciadas por los entrantes gobernantes respondieronsicamente a los objetivos generales establecidos como política de Estado, iniciada por Thomas Jefferson, tanto como Secretario del Exterior y luego como Presidente. y que con el pasar del tiempo se fueron acumulando con nuevos principios y posiciones. Republicanos y Demócratas han mantenido esos principios como plataforma, identificados como el Interés Nacional de los Estados Unidos, variando en cada nueva administración, la intensidad, los mecanismos, la estrategia y las tácticas. El resultado ha sido que cada presidencia en los últimos cien años, desde Wilson hasta Obama, ha tenido una política exterior determinada a priori, , concebida para ser implementada mas allá de las vicisitudes sin contar con las resistencias naturales de otros actores del sistema internacional rechazando la pax americana. (lo cual no exime esa política de errores permanentes, algunos de carácter monumental, entre otros por no escoger como embajadores a los expertos del departamento de Estado que los hay de primera, sino a cualquiera que haya donado a la campaña como a un dueño de una muebleria o a un decorador de interiores)

La diferencia con la inédita situación actual es que no existe ese clásico conjunto de objetivos y acciones en el programa de gobierno de Donald Trump. Nos parece que la política exterior estará basada a partir de la percepción del Presidente Trump que Estados Unidos ha perdido aquella antigua posición de poder hegemónico en el sistema unipolar de poca duracion (1945-1955) o quizá mas bien la posición compartida con la Unión Sovietica en el sistema bipolar existente hasta 1989. La «perdida» de la condición de país cúspide del sistema internacional es explicado como «resultado de una serie de errores cometidos por anteriores gobiernos, en ambos planos, el interno y el externo. por negligencia y tolerancia con algunos países adversarios, por malos acuerdos comerciales, por costosas alianzas militares, por la reducción del poder militar, por la flexibilidad y gastos con las Naciones Unidas.

A partir de esa premisa nos parece que el presidente Trump indica sus objetivos de reinstauración de un orden mundial mas apropiado, reformulando la situación con los«culpables« (China y México), estableciendo una alianza preferencial con Rusia, (actual competidor militar que avanza hacia a la bipolaridad de la Guerra Fria), ignorando parcial o totalmente actores tradicionales (Europa, con o sin Gran Bretaña), revisando las acciones y objetivos en Medio Oriente y Asia, ( acuerdo nuclear con Irán), anunciando la eliminación total del islamismo radical y reafirmando los vinculaciones con Israel, neutralizando el peligro inminente que representa Corea del Norte apoyando a Japón para desarrollar armamento nuclear. y pidiendo a China intervención en ese caso.

Hacia América Latina, aparte del énfasis mexicano, Trump parece haber identificado a Venezuela « great people» sic. Sin embargo queda abierta a la imaginación la nueva línea política hacia el régimen de Nicolás Maduro. América Latina puede sufrir serias consecuencias si se genera un desbalance mayor en el ya desigual esquema entre el Norte desarrollado y el Sur emergente .

El resto del mundo no aparece por ahora en el mapamundi del salón Kennedy en el West Wing de la Casa Blanca que promete a pesar que sus 513 mts cuadrados ser insuficientes para los tiempos venideros.

Donald Trump va a concentrarse en la política económica exterior, quizá como ningún antecesor. Su visión de la política exterior es economicista-militarista. Es decir, la «grandeza» de Estados Unidos está determinada por su poder económico y luego, por su poder militar. Esos dos elementos son la plataforma para el desarrollo de una inedita política exterior para hacer «grande a América de nuevo«.

Ahora, allí hay una contradicción que tendrá que resolver. Propone la reformulación de las alianzas comerciales y militares de los últimos setenta años. Los anuncios sobre la OTAN y el retiro de la manutención financiera de la misma ha creado una enorme tensión política, económica y de seguridad en los países que formaron parte del desaparecido Pacto de Varsovia y en países tradicionalmente aliados como Finlandia, Suecia, Dinamarca.

Pero concentrándonos en el tema de mayor cobertura global todo parece indicar que la nueva arquitectura trumpiana evoca los tiempos del aislacionismo que tuvo EUA durante una era en la que no deseaba ser un actor constante en las relaciones internacionales conbinado con un neo-proteccionismo. Hay dos áreas identificadas que resultan particularmente inquietantes por su enorme impacto sobre las relaciones internacionales.

La «salida» parcial o reforma desigual, de acuerdos como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), el retiro anunciado del Acuerdo de Asociación TransPacífico (TPP) (objetivo central de la politica comercial de Obama) crea incertidumbres de nivel político y económico que puede afectar los mercados de capitales, las corrientes de comercio y el flujo de inversiones a nivel mundial.

Paradójicamente es el sistema de comercio internacional que fue creado progresivamente a partir de la Sociedad de las Naciones, el GATT y la Organización Mundial de Comercio, que no sólo permitió el desarrollo del comercio internacional sino que también creó la plataforma para convertir a EUA desde 1945 en el primer exportador de bienes y servicios en el mundo (recientemente pasado al segundo lugar por la descomunal participación de China, hoy en el primer puesto). El NAFTA entre EUA, Canadá y México será reformulado por el presidente Trump ( o incluso su eliminado) si no consiguen ventajas mucho mayores para EUA. Lo sorprendente es que se trata de los grandes socios. Las mayores exportaciones de EU son hacia Canadá, y México. El tercer país socio es el enemigo comercial mas importante de la era Trump: China. Es obvio que si se desbarata el sistema de comercio con esos tres países, el sistema comercial mundial tendrá repercusiones de proporciones inéditas. En la región, México particularmente, puede sufrir una conmoción estructural en su economía con grandes pérdidas de empleo e inversión.

En general, el impacto de la revisión del sistema de comercio secular de Estados Unidos puede provocar un alto en el paulatino crecimiento del comercio internacional en los últimos cuarenta años, donde los países emergentes pasaron de la periferia del comercio a convertirse en parte indispensable y de mayor potencial en ese comercio internacional, significando hoy en día casi la mitad del intercambio global. Los avances, aunque lentos, han permitido que la pobreza global en los últimos 30 años se haya reducido probablemente mas de 40 %. El sistema financiero internacional ha comenzado desde el Consenso de Monterrey de la ONU a transitar por una reforma paulatina de las instituciones del sistema de Bretton Woods como el Banco Mundial y el FMI para encausar los beneficios de la globalización y las aspiraciones de los países en desarrollo.

La dimensión ambiental que tanto nos esforzamos en vincular al desarrollo económico y social por mas de veinticinco años en las negociaciones internacionales se ve amenazada si EUA se retira de la acuerdos alcanzados en París y de otros instrumentos. Si bien los países productores de petróleo como Venezuela (incluido EUA) tendrían menos presiones internacionales en el corto plazo para eliminar la producción y venta de ese tipo de energía, los daños acelerados al ecosistema global por los efectos de la actividad humanaque saltan a la vista hacen impredecible la supervivencia de la naturaleza y por ende, de la especie humana.

La pregunta crucial: ¿está el nuevo gobierno de Donald Trump en conocimiento del Leviatán que podría crearse por unas reformulaciones radicales de la política exterior con repercusiones estructurales en el propio sistema económico mundial?

Es francamente alarmante que no lo sepamos. El discurso en la toma de posesión reafirma las posiciones de la campaña, con mayor pasión aun.

Tal vez pasaremos los próximos años como aquellos asiduos y pacientes lectores de Ana Karenina, atentos a cada entrega para entender la trama y finalmente, después de varios años el desenlace. En la obra magistral de Tolstoi, el final es trágico. Pero después de todo esa maravilla narrativa pertenece al genero de la ficción realista, mientras que esta novela política publicada, no en periódicos, sino en Twitter, será del mas puro realismo y no precisamente mágico.

*Ex Embajador de carrera de la República