Los atajos de la tiranía, por Antonio José Monagas
Los atajos de la tiranía, por Antonio José Monagas

nicolasmaduro

El desbarajuste que afecta al alto gobierno en Venezuela, no tiene comparación en los anales de su historia política contemporánea. Hasta pernicioso le ha resultado al actuar sin coherencia alguna para imponer su revolución. Tan serio problema, no ha derivado totalmente de la improvisación asumida como criterio de gobierno. Aunque algo de ello, ha sido posible a consecuencia de la dinámica que viene exhibiendo el ejercicio de la política gubernamental toda vez que sigue determinaciones ordenadas por el influjo de intereses un tanto extraños al contexto de las realidades nacionales. De manera que muchas de las medidas gubernamentales tomadas en los últimos días, no terminan de ajustarse a las demandas de la estructura económica y social nacional. Pero sobre todo, política.

Por esta razón, la gobernabilidad del país no ha podido alinearse con el discurso político pronunciado no sólo por los factores gubernamentales en atención a lo que pauta su trillado “Plan de la Patria” o sus aludidos compromisos. Tampoco, por los factores representativos de la oposición democrática venezolana. Así ha podido encauzarse la tan cuestionada crisis.

Sin embargo el nivel de desarreglo que tiene al país encendido, al borde de su mayor descalabro, tiene otras causas. Causas éstas relacionadas con el imprudente, obstinado e incompetente manejo de la economía. Problema éste que igualmente tiene su fuente no sólo en la invención descontrolada y hasta casuística de lo que estos gobernantes dieron por llamar “socialismo del siglo XXI” y que pareciera ser del Paleozoico. Igualmente, en la conducción de la política. Dos áreas del conocimiento y de la vida que además están consustanciadas alrededor de intereses y necesidades inherentes a múltiples espacios existenciales.

Pero aunque la política y la economía son ámbitos cognitivos cuyas prácticas se cruzan, sus análisis obligan a considerar cada renglón según criterios, postulados y leyes particulares. Sin embargo, aunque el populismo demagógico haga aflorar la intención de “salvar la patria” de la contaminación ideológica propia de doctrinas políticas chapuceras, las equivocaciones no han faltado. Y hasta con mayor intensidad que de no haber tenido tal cuidado. Y en verdad, es el problema cuya respuesta no consigue dar “pié con bola”, tal como habla la jerga criolla, para que el régimen haya podido determinar la salida más inmediata a la profunda crisis que hoy tiene a Venezuela en el más recóndito de los marasmos.

Pero, ¿cómo? Si ni siquiera tiene economistas debidamente formados en macroeconomía o politólogos preparados en estudios de situaciones difusas. Mucho menos cuenta con planificadores capaces de enfrentar un sistema complejo, dinámico, creativo, resistente y plagado de elementos de incertidumbre.

Eso sí. Al régimen le sobran aduladores y furibundos, militares engreídos y corruptos. Asimismo, asesores de orilla que sólo buscan en el elogio el entusiasmo por recibir el ticket con el cual presumen su pase al Cielo. Al régimen, le sobran corruptos, saboteadores de oficio, engañadores de ocasión, bravucones de profesión, malhablados, analfabetos, y toda esa clase de arrimados que buscan o crean la oportunidad para arrebatarle a cualquiera el producto de su esfuerzo y hasta de su vida con la excusa del socialismo del siglo (XIX).

Por estas causas, el alto gobierno venezolano cayó en la desgracia de verse subordinado al dictamen de extraños. ¿Y cómo ocurrió tan torpe hecho? Pues todo fue producto del soborno en que cayeron los artífices del desdichado socialismo dada su mediocridad y debilidad intelectual para discernir entre lo posible y lo real, lo prioritario y lo urgente, y entre el deber ser y el poder hacer.

Estos gobernantes se hundieron en la trampa preparada por asesores embadurnados de perfume barato y ataviados de figurines tecnocráticos,. Pero además, deformados por la manipulación de ciencias y técnicas parciales, ya superadas, que no se compatibilizan con los exigentes ambientes en que se suscitan problemas propios de realidades tan enrevesadas y entreveradas como las que asedian y asfixian a Venezuela. Estos gobernantes, se vieron animados a fijar sus ideas sobre trazos que brinda el ejercicio de la micro-política toda vez que consiguieron en su praxis la suficiente justificación para alcanzar objetivos de “inerte calado” y que con el tiempo se convirtieron en el desvío que los alejó de los mismos. Pero que los acercó a transitar por rutas acicaladas por la represión en suma con el resentimiento necesario para desfigurar el país hasta su más atroz expresión. O sea, para conducirse por los atajos de la tiranía.