Vanessa Vota por Juan Manuel Raffalli
Jul 02, 2015 | Actualizado hace 9 años
Vanessa Vota por Juan Manuel Raffalli

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V[/dropcapanessa protesta, protesta fuerte. Es valiente. Está indignada y con toda razón. No comparto su estilo ni su verbo, pero tiene razón. Cuando el poder limita la vida a la gente común y en especial sus hábitos de consumo, se pierde no solo la calidad de vida sino la libertad plena. El derecho a la reacción, ese que práctica Vanessa y que el constitucionalista clásico Maurice Hauriou denominó el derecho a la rebelión, es consustancial al ser humano, es casi ateniente al derecho natural, es la sociedad misma tomando su cauce y ejerciendo sus derechos.

Sin embrago protestar no basta, lo crucial es la efectividad de la protesta y ello depende de a quién dirigirla y cómo hacerlo. El empleado que despacha en el mostrador no tiene culpa ni decide, solo sigue órdenes internas. El establecimiento comercial tampoco. La Superintendencia de Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde), está facultada amplia y abusivamente para incidir en las condiciones de comercialización de los bienes y servicios, es decir para determinar puntualmente mediante un acto administrativo dirigido a la Farmacia, cuántos tubos de pasta de diente puede comparar Vanessa. Pero no hay dudas, la Ley de Precios Justos que le da esa potestad y la forma cómo se ejercen los controles, terminan por vulnerar nuestros derechos constitucionales y por eso Vanessa tiene pleno derecho a protestar, como de alguna manera hago desde estas tribunas mientras estén abiertas y disponibles.

En efecto, la Constitución dispone en su artículo más incumplido que es el 117, que los venezolanos tenemos derecho al acceso constante y permanente a bienes y servicios de calidad y así debe asegurarlo la ley. A no durarlo si eso se cumpliera, Vanessa no estaría por allí celular en mano y gritos en cuello quejándose de lo que se ha convertido el abastecimiento de un hogar en este pobre país petrolero. Pero Vanessa a veces toma otra cara y otro estilo de vida y le da por protestar con un gesto o una acción distinta, digamos que lanzando mangos.

Las encuestas son claras, mucha gente piensa como Vanessa, podríamos decir que ocho de cada diez venezolanos son Vanessa en potencia, solo que no protestan de la misma manera ni tienen las mismas posibilidades o el valor para hacerlo como ella.

Llegamos entonces al tuétano de esta entrega. ¿Cuál es la vía más efectiva, homogénea, contundente y segura para protestar? el voto. Es una conquista de la humanidad votar para elegir y también para protestar. Digamos que el “voto castigo” es un acto pleno de inteligencia civilizada. Lo mejor de todo es que el voto castigo va directo al target, no falla, no golpea a quienes no son responsables del desastre sino a quienes tienen que asumir su responsabilidad política. No causa daños colaterales ni injusticias

Las elecciones parlamentarias nos concitarán en una protesta colectiva puntual y simultánea, pacífica y muy efectiva. Desde una nueva Asamblea Nacional, por ejemplo, se podrá interpelar a los Ministros sobre el desabastecimiento y sobre los controles. Podrán los Diputados opositores preguntar e increpar como lo hace Vanessa, pero no a un dependiente sino directamente a los responsables del desastre económico. Se imaginan a Vanessa en la Asamblea preguntándole al Presidente de la Sundee o al viceministro de la Suprema Felicidad, ¿por qué carajo no puedo comprar cuatro tubos de pasta de dientes? Vota Vanessa. O mucho más efectivo aún, se imaginan crear leyes para la inversión, el progreso y la seguridad jurídica que permitan que P&G o Colgate dupliquen su producción, Vanessa podría comparar tubos y tubos, como antes. Ni hablar de leyes de amnistía para los presos e investigaciones sobre escándalos de corrupción.

Me parece magnífico que Vanessa proteste y que mucha gente lo haga. Pero no podemos olvidar la consigna es  “calle y voto”.  El 6-D todos seremos Vanessa pero detrás del cartón y apretando el botón. El cambio se siente, Vanessa vota.

 

@juanraffalli

El Nacional