Editorial El Tiempo (Colombia): Una, dos y tres, Merkel otra vez - Runrun

Merkel logró ofrecer una imagen mixta que atrae a los alemanes. Por un lado, un ama de casa sencilla de 59 años. Por otra, una lideresa de acero que impone sus puntos de vista.

 

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Ángela Merkel construyó una imagen como conductora política de pellejo duro. Pero desde el arrasador triunfo que obtuvo el domingo con su partido, la Democracia Cristiana (y su hermano bávaro, el CSU), ha pasado a ser la mutti alemana, la Mamá Grande de un país que acaba de escogerla por tercera vez para que dirija desde el Parlamento (Bundestag) y la Cancillería (jefatura de Gobierno) sus destinos.

Destinos que hoy son también los de Europa, toda vez que la Unión Europea baila al son que toque Berlín, cuyas directrices orientan la precaria recuperación de la crisis por la vía de la austeridad y los recortes.

Merkel consiguió un gran triunfo (41,9 por ciento), pero no logró la mayoría absoluta. Necesitará que algún socio aporte los tres o cuatro escaños que le faltaron. No lo será el Partido Liberal, su aliado durante años, porque se hundió por debajo del 5 por ciento de la votación, lo que le impide tener sillas en el Congreso. Merkel podría optar por una gran coalición con el Partido Social Demócrata (SPD), su tradicional rival, con un resultado electoral del 25,7 por ciento. No sería la primera vez que se alíen las dos grandes agrupaciones políticas. También podría negociar con Los Verdes (8,3 por ciento), pero es improbable que lo haga con la izquierda (Der Linke), que obtuvo una cuota similar.

No sorprende la victoria de CDU/CSU. Las encuestas dan a su jefa un 74 por ciento de popularidad, y todos los cálculos la anticipaban como ganadora. Pero quizás ni ella misma había soñado con ese ascenso de ocho puntos respecto a la votación del 2009. Merkel logró ofrecer una imagen mixta que atrae a los alemanes. Por un lado, un ama de casa sencilla de 59 años, diplomada en física y casada con un químico, que la víspera de la jornada política acudió al supermercado a comprar la comida de la semana. Por otra, una lideresa de acero que impone sus puntos de vista.

La alegría de los democristianos alemanes contrasta con la preocupación de otros sectores europeos, que consideran un fracaso la política económica de Merkel para el continente, pues aprieta el cinturón e impide que crezca el consumo. La popularidad de mutti en su país no se extiende alegremente a otros.

Editorial El Tiempo