Prodavinci: El rosado también es contra la violencia por Willy Mckey - Runrun
Prodavinci: El rosado también es contra la violencia por Willy Mckey

1. Prensa rosa. La noticia puede resumirse así: el Deportivo Táchira y el Atlético Venezuela iban a disputar la Copa Senos Ayuda, a beneficio de una fundación que lucha contra el cáncer de mama. En un hermoso gesto de solidaridad, los once jugadores del Deportivo Táchira, equipo anfitrión, decidieron cambiar sus tradicionales colores –amarillo y negro- a favor de una causa. Salieron al campo uniformados de rosado, color universal con el cual se manifiesta la solidaridad en torno a lo que es la principal causa de muerte por cáncer en las mujeres.

Un grupo de hinchas del Deportivo Táchira manifestó que no quería que jugaran sin los colores del club. Lo hicieron con violencia.

Con la torpeza de quienes no saben lo que hacen, los violentos cambiaron el significado original del uniforme aurinegro, convirtiendo sus franjas en una anomalía, en una señalización, en esa combinación amarillo-negra universal con la cual se pinta el peligro. Lo hicieron con violencia.

Lograron que el juego no se llevara a cabo. Lograron que nadie ganara. Lograron convertirse en la noticia de los diarios, robándole el protagonismo a la gallardía de quienes dicen admirar. Lo hicieron con violencia.

2. El peligro de uniformarse por dentro. La fecha era significativa, aunque no se tratara de un juego de clasificación, ni del pundonor de la camiseta ni del absurdo de una batalla perfecta. Eran ganas de ayudar al otro con una intención hermosa que ponía al Carrusel Aurinegro a la par de clubes enormes del mundo que incorporan las causas benéficas al talento de sus jugadores.

Ni siquiera se trataba del negocio del balón. En esto que es el amor por el fútbol, que a muchas les parece de machos homosociales, la directiva del Deportivo Táchira decidió que las mujeres que vistieran una prenda rosada entraran gratis al juego. Incluso debo confesar que yo, que le voy al Caracas F. C. porque le voy a Caracas en todos los deportes, lo único que aborrecí del gesto de nuestro eterno rival es que no se nos hubiese ocurrido a nosotros primero.

Sin embargo, la violencia de unos pocos que creen estar igual de uniformados por dentro que por fuera cercenó la buena intención del club.

Mataron al gesto, al fútbol y a la posibilidad del encuentro. Lo hicieron con violencia.

Mataron el orgullo de Pueblo Nuevo. Lo hicieron con violencia.

Mataron unos colores que desconocen. Lo hicieron con violencia.

Su torpeza profanó al Templo Sagrado del Fútbol Venezolano con una actitud muy parecida a la de la tontería. Porque, ¿quién puede creer que un color lo define mejor que los gestos nobles de sus héroes? ¿Quién puede ser incapaz de ver que el gesto del Deportivo Táchira ponía su camiseta escalones más arriba de la tontería iconoclasta? ¿Quién va a un estadio a ver once uniformes y no a once atletas jugando el deporte más hermoso del mundo?

3. Paréntesis desde mi barra. En el año 2010, la galería de arte Oficina #1 montó una exposición llamada PEDAZOS DE PAÍS, que revisité porque tuve el gusto de escribir el texto de sala de su secuela PEDAZOS DE PAÍS (II), que inauguró precisamente este 28 de octubre de 2012 en el cual la barra del Deportivo Táchira se permitió esta violenta torpeza.

En aquella muestra colectiva de 2010, el artista Iván Candeo participó con una fotografía en la cual logró meter de contrabando en la barra brava del Caracas Fútbol Club la bandera del Decreto de Guerra a Muerte que Simón Bolívar conceptualizó junto a aquellas frases “Españoles y canarios contad con la muerte aunque seáis indiferentes” y “Venezolanos contad con la vida aunque seáis culpables”. Esa bandera histórica tiene los tres colores del club, como también los tiene la bandera de Egipto y la de Irak. Ésas también las he visto en las gradas del Estadio Olímpico.

En 2010 la intervención de Candeo me pareció entre osada y divertida. Hoy, en 2012, una nueva distancia hace que se me torne poderosamente alegórica: subraya cómo una violencia desconocida puede terminar puesta en nuestras manos por pactar con una insignia o, en la acera opuesta, por reclamar los colores que queremos que luzca nuestro ejército.

4. La insistencia de la guerra. La noticia de la suspensión del juego fue, por decir lo menos, siniestra. ¿Dos colores pueden significar tanto como para colarnos la guerra dentro? ¿Cómo en un mismo país hay 14 artistas plásticos exponiendo su crítica para colaborar con la titánica labor de desuniformarnos el pensamiento, mientras que a un autobús de distancia un grupo de violentos logra que un partido benéfico se suspenda por un capricho cromático?

¿Cómo es que imponen su capricho, incluso cuando son menos?

Lo hicieron con violencia.

Ésa es la insistencia de la guerra: hacerlo con violencia. Y así logra convencernos de que la nobleza puede disolverse, de que deponer un estandarte a favor de una causa mayor es inaceptable, de que un color es capaz de resumirnos.

Convencernos de que la batalla perfecta es un asunto de uniformes.

Convencernos de que con vencernos es suficiente.

Convencernos de llevar la guerra dentro.

No despertemos una mañana uniformándonos las ganas y dejando la ocasión de las causas que nos hacen fuertes en transmisión diferida.

Si nos convencen de eso, lo habrán hecho con violencia.

5.  La violencia enquistada. Si usted, como yo, ve fútbol, entonces seguramente tendrá en su memoria juegos culminados bajo nevadas extremas, aguaceros copiosos e incluso situaciones de duelo. Pocas cosas logran detener el conjunto de esfuerzos que hay detrás de la realización de un partido de fútbol. La violencia, al parecer, es una de esas pocas cosas.

El cáncer de mama es la principal causa de muerte en mujeres por cáncer. Es violenta. Y como todas las muertes no discrimina nacionalidades, credos ni clase: mata y punto. Lo hace con violencia.

La gente de Senos Ayuda hace su trabajo por la causa con mucho esfuerzo. La gente de marcas como Deportivo Táchira hace su aporte a la causa con mucho esfuerzo. Las madres, hijas y hermanas que asistieron a Pueblo Nuevo vistiendo una prenda rosada pudieron sentir que formaban parte de algo que tendría repercusión en la vida de otras madres, hijas y hermanas que intentan superar la enfermedad con mucho esfuerzo.

Es importante atender los síntomas que advierten la llegada de aquello que quiere ganarnos la carrera antes de tiempo. Es así como el simple asunto de “estar atentos” puede salvar vidas. Lo importante de esta causa hace que infinidad de figuras públicas alrededor del planeta apoyen a fundaciones y campañas que trabajan a favor de la detección temprana.

Debemos estar atentos a cada síntoma de aquello que quiere privarnos del goce de vivir. Sea el cáncer de mama, sea la violencia, sea nuestra indiferencia. Sea lo que sea.

PUBLICADO EN: PRODAVINCI.COM