Un balance Postelectoral - Runrun
Redacción Runrun.es Sep 30, 2010 | Actualizado hace 14 años

Antes del 26 de septiembre le presenté una guía para evaluar políticamente las elecciones parlamentarias y me comprometí a presentar mi ejercicio. He aquí mi balance estratégico:

¿Qué bando político estuvo más articulado? ¿Cuál de las fuerzas en pugna presentó mejores candidatos?

Las cifras que podemos leer en muchos circuitos revelan que la articulación del oficialismo no funcionó como ellos esperaban. La intención de voto que tenían, no se materializó ni en la cantidad proyectada y sin duda, la oposición supo mantener su caudal electoral de comicios anteriores, cosa que por sí sola ya entraña un gran valor. Aunque la articulación tiene que ver con muchas otras dimensiones, tiene una expresión final: el voto. El oficialismo se desarticuló lo suficiente como para que la oposición pudiera ser mayoría electoral el pasado domingo.

¿Mejores candidatos? Los resultados nos dicen que hay victorias muy claras debido a grandes liderazgos locales que en el momento crucial, marcaron una diferencia importante. Ilustro con varios ejemplos de circuitos reñidos donde finalmente hubo triunfos clarísimos: lo ocurrido en el C4 de Anzoátegui con Marcos Figueroa, el C1 de Aragua con Richard Mardo, el C3 de Sucre con Hernán Núñez, el C3 de Falcón con José Gregorio Graterol. Todos ellos líderes con mucho arraigo. Tengo la sensación de que el balance de los circuitos pudo haber sido superior para la oposición si se hubiesen presentado nombres más atractivos. La otra pregunta que me hago es si efectivamente habían otros rostros con mejores calificaciones en las regiones y localidades. Difícil de responder. Para ser justo, debo afirmar que del otro lado de la acera –nos guste o no– se presentó el mejor candidato posible para estos comicios: Hugo Chávez. Más allá de las consideraciones legales, que importan e importan muchísimo, piense por un momento si la imagen presidencial no hubiese sido empleada, cuál hubiese sido el resultado para el oficialismo. Probablemente trágico.

¿Quién desarrolló la mejor estrategia electoral?

Es una respuesta difícil porque habría que preguntarse ¿Quién ganó? ¿Quien obtuvo mayor número de escaños?, ¿quien obtuvo mayor número de votos nacionales? Voy a tomar partido: pienso que ambos ganaron y perdieron. Desde el punto de vista de la legitimidad, el ser mayoría nacional sin duda el resultado respalda finalmente a la estrategia opositora y golpea tremendamente al oficialismo de cara al futuro. Pero también el domingo se trataba de ser mayoría parlamentaria y ahí la oposición no fue exitosa. Sabemos que había un conjunto de “trucos institucionales” que lo hacían más difícil, pero la MUD conocía perfectamente el terreno en el que jugaba y no pudo cristalizar el número mágico de 83. En ese sentido, la tecnología electoral presentada por el chavismo fue superior, o al menos, no pudo ser neutralizada: De los 87 circuitos en disputa, pudo triunfar en 54. Un balance agridulce para ambos bandos.

¿Cuál de los bandos cometió más errores?, ¿Cuál de los bandos aprovecho mejor los errores del adversario?, ¿Cuál de los bandos desaprovechó los errores del adversario?

Creo que en esta pregunta hay una respuesta muy clara: el oficialismo se impuso metas muy altas y ése fue precisamente su mayor error. A la postré marcó la percepción general sobre los comicios. Decir: “mayoría calificada o nada” se convirtió al final del día en una herramienta que sí supo aprovechar la oposición y convertir en otro triunfo: “rompimos la mayoría calificada de las dos terceras partes” (aún siendo minoría parlamentaria). Otro error importante o finalmente traducido éste en incapacidad, se dio en la movilización de electores: el chavismo no pudo hacer lo suficiente. De ahí el número final. ¿Quién desaprovechó más los errores del otro? Creo que es justo decir que el oficialismo. Con problemas importantes de campaña, la oposición estaba en una situación más comprometida que el chavismo pudo haber explotado más y mejor.

¿Quién aprovecho mejor el tiempo disponible a su favor?

Ninguno de los dos. Especialmente la oposición. Por primera vez en mucho tiempo, con un relativo “silencio oficial”, la MUD pudo haber desplegado una precampaña de al menos tres meses antes de los comicios, que le hubiese permitido cosechar en las últimas cuatro semanas lo sembrado con mensajes clave durante los meses de junio, julio y agosto. Fue sólo el 1 de agosto cuando comenzamos a ver los primeros mensajes oficiales de la Mesa, fundamentalmente basados en el tan criticado “Pa´que coja mínimo”. Usted se preguntará: ¿Al final ese mensaje no fue exitoso? A ello le respondo: ¿Qué tal si el mensaje hubiese sido mejor, en positivo, con una propuesta clara que entusiasmara y movilizara más al electorado?

¿Qué bando le habló mejor a los indecisos? ¿Cuál de las opciones políticas le supo hablar mejor y persuadir al país que se encuentra en el medio?

Ninguno de los dos. Al final la campaña se “hiper-polarizó” y los mal llamados “ni-ni” fueron objeto de críticas por el sencillo hecho de no sentirse representados por alguno de los dos bandos. Estimo que si la oposición hubiese expandido su electorado, la abstención pudiera haber sido un poco menor y a la postre, quizás, hubiera podido imponerse en muchos más circuitos. Para ello, era indispensable este tercer sector.

¿Quién tuvo el mejor mensaje? ¿Hubo algún mensaje claro? ¿Quién desarrolló el mejor esquema de comunicación para desarrollar ese mensaje?

Sé que esto puede sonar polémico, pero personalmente estimo que el mejor mensaje y esquema de comunicación era el del oficialismo. En realidad, era algo difícil de mejorar, pero el “pequeño” detalle es que carecía de la necesaria verosimilitud para una buena parte del electorado. Sobre el mensaje opositor, le respondo con la segunda interrogante: ¿Hubo un mensaje claro en la oposición? Soy de los que mantiene su opinión emitida antes del 26: la dispersión comunicacional de los integrantes de la MUD fue muy grande. Si la oposición hubiese sido disciplinada y coherente comunicacionalmente, ¿no piensa usted que el resultado pudiese haber sido mejor? Vale la pena reflexionar sobre ello.

¿Quién estuvo más organizado para movilizar a sus electores? ¿Quién está en mejor capacidad para tener presencia en las mesas electorales y permanecer el tiempo que sea necesario para defender la voluntad expresada en las urnas?

Acá hay un importante avance para la oposición y lo afirmé (en el experimento 2.0 llevado a cabo en Twitter conocido como la “#twittertulia”), sin ninguna duda con la información disponible horas antes de los comicios: la oposición tuvo su mejor despliegue logístico posible en mesas y en movilización de electores, desde 2006. La presencia en mesas, la acreditación de testigos y la permanencia de los mismos hasta entradas horas de la madrugada del 27 de septiembre son la mejor evidencia. Un notable triunfo. Sin discusión. ¿Mejorable? Siempre es posible y de cara a los próximos eventos, es una necesidad estratégica

¿Esta campaña fue en realidad una contienda entre candidatos o un plebiscito sobre la figura presidencial? ¿A quién le convenía más que ocurriera una cosa o la otra?

Creo que la respuesta es bastante obvia. Salvo notables excepciones muy focalizadas en algunos circuitos, lo que vivimos el pasado domingo nacionalmente fue un evento electoral que se volvió a convertir en una nueva consulta plebiscitaria sobre el desempeño y la imagen del Presidente de la República. Chávez no tuvo otra opción que encuadrar la elección de este modo para lograr el mejor provecho posible y la Oposición –a juzgar por lo hecho– también se ajustó a este esquema. ¿A quién le convenía más esto? Al gobierno, sin ninguna duda, pero para lamento de ellos y beneplácito de muchos, la abstención en las propias filas del PSUV produjo un descalabro que terminó sembrando un mensaje que pavimenta el camino al 2012: “Chávez es derrotable”

Contrastando pronósticos contra resultados, no cabe duda, me equivoqué al asignarle mayor probabilidad de ocurrencia al escenario en el que el gobierno ganaba tanto la mayoría del voto popular como las dos terceras partes de la AN. Afortunadamente. Aunque a través de mi cuenta Twitter @gedgard advertí sobre el último estudio de Consultores 21 –muy poco difundido por la veda electoral– que presagiaba un final de fotografía, lo escrito, escrito queda.

Sin embargo, aprovecho para decir cuán útil sigue siendo esa técnica proyectiva, porque a pesar de que el escenario más probable en mi criterio no se materializó, otro de los 4 posibles sí: apunté a la posibilidad de que el 26S se produjera el curioso fenómeno de una “Mayoría Ineficaz”. Ojalá pueda releer el guión que escribí sobre ese futuro posible y contrástelo con esta declaración de Enrique Mendoza, al día siguiente de los comicios. Sobre cómo será la dinámica en lo sucesivo, podremos apreciar este fenómeno electoral/parlamentario con claridad sobre todo a partir del próximo 5 de enero. En su momento, será objeto de un análisis más profundo.

Por ahora, quizás el dato más relevante en este balance es que la abstención del chavismo volvió a ser tan determinante como lo fue en el 2007. No quisiera concluir esta columna sin proponerle otra tarea: si duda de lo que le estoy diciendo, compare los resultados del 2009 con los del 2010, no en términos de porcentajes, sino de votos absolutos. Allí yace la respuesta.