El factor Arabia Saudita: Lo electoral y lo petrolero en una misma operación por Pedro Benítez - Runrun

Por Pedro Benítez

Los próximos 24 meses serán decisivos para definir el desenlace de este ya largo drama en que ha devenido la vida pública venezolana. Tanto gobierno como oposición trazan estrategias de cara al choque político electoral previsto para 2012. Cada lado saca sus cuentas, calcula los riesgos y trata de adelantarse a la jugada del otro. Pero hay un factor que puede ser  decisivo: lo que el Reino de Arabia Saudita resuelva hacer con el suministro petrolero al mercado  mundial de hidrocarburos.

Por segunda vez en menos de un mes, los saudíes anunciaron públicamente su determinación de incrementar el bombeo de su petróleo, para evitar que los precios del barril suban demasiado. Incluso, el presidente ejecutivo de Saudi Aramco, Khalid al-Falih,  dijo que su país se dispone suplir toda la demanda adicional que pueda ocasionar la interrupción del millón de barriles provenientes de Libia a las refinerías europeas, todo el tiempo que sea necesario, hasta que regularice las exportaciones petroleras de ese país.

Con el 24% de las reservas probadas en el mundo, Arabia Saudita es el primer exportador mundial de petróleo con más de 8.000.000 de b/d de producción y el líder indiscutible de la OPEP. Además, posee la mayoría de los 5.000.000 de barriles de capacidad de producción cerrada del cartel. Es decir, es el dueño del grifo petrolero del planeta.

Por consiguiente, lo haga o deje de hacer, puede ser crucial para el desenlace político venezolano. No es la primera vez. En 1986 se desató una guerra de producción entre los países productores de petróleo del Medio Oriente (todos miembros de la OPEP); el resultado fue el colapso de los precios. El impacto fue directo en México y Venezuela. Particularmente doloroso para nuestro país, que por entonces era religiosamente respetuoso de su cuota en la OPEP, mientras los demás socios la violaban.

Avanzado los noventa Pdvsa y el Ministerio de Energía y Minas concluyeron que la mejor estrategia para compensar el ciclo de bajos precios petroleros era subir la producción. Esos planes aparentemente disgustaron a los saudíes que emprendieron una nueva guerra de producción. Y entonces, a fines de 1997, con Irene Sáez y Claudio Fermín punteando en las encuestas, sobrevino la crisis asiática, los precios del petróleo se hundieron (más de lo que ya estaban) hasta los 7 dólares el barril y lo demás es historia.

Ahora la cosa parece ser exactamente al revés. El gobierno venezolano necesita con desesperación que el precio del crudo suba a 100, 110, 120, 130 dólares y se mantenga allí. Pero los hermanos saudíes no parecen dispuestos a eso. Primero porque no lo necesitan. Luego, porque siendo uno de los grandes jugadores de la economía global, son conscientes de que detrás de los altos precios hay un gran componente especulativo y si la economía mundial llegará a resentirse, el siguiente capítulo sería un desplome de los precios del barril de petróleo. Y eso, es lo que menos necesita  la monarquía Al-Saud en las presentes circunstancias.

Claro, siempre es posible lo impensable, y que Arabia Saudita sea una de las próximas fichas en caer en el huracán revolucionario que se pasea por  el mundo islámico.

Ya veremos que ocurre. Por ahora, la alta cotización del barril de crudo en los mercados mundiales es lo que esta compensando (diga lo que se diga) el bajo nivel de producción de Pdvsa, y por lo tanto evitando el colapso de las finanzas públicas nacionales y de todo el aparato del poder chavista.

Ya lo dijo Maquiavelo: es la Fortuna, una diosa cruel que nunca cumple sus promesas.