La elección que rompió con el hechizo de Chávez
La elección que rompió con el hechizo de Chávez

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Original de Foreign Policy

El 6 de diciembre, los venezolanos acudieron a los distintos centros de votación para elegir a su nuevo parlamento nacional, y los resultados fueron devastadores para el Presidente Nicolás Maduro. La oposición afirma haber ganado una mayoría de dos tercios en la Asamblea Nacional; parte de estos resultados están aun por conocerse. Sin embargo, lo que está claro ya, es que la oposición ha logrado tomar el control de una institución política de suma importancia por primera vez en los últimos 16 años.

 

Esto marca un giro pronunciado para el país. Desde 1998, cuando el recién llegado Hugo Chávez se deslizó en su camino hasta la victoria, las tendencias han corrido fuertemente con el Partido Socialista Unido de Venezuela. Bajo distintos nombres, el partido ha logrado expandir continuamente su control sobre distintas instituciones políticas, gradualmente transformando a Venezuela en un estado semiautocrático. En primer lugar, cambiaron la Constitución Venezolana a gusto de Chávez. Luego, el mismo tomó control sobre todas las ramas del gobierno, incluyendo el Congreso, la Corte Suprema, la colosal empresa nacional de petróleo, la fuerza militar entera y el ente regulador de elecciones. Para el 2004, el Chavismo inició su control sobre organizaciones no gubernamentales tales como los sindicatos, empresas privadas, tierras y perfiló su mirada hacia universidades públicas.

 

Hasta que Chávez murió en el 2013, a la mayoría de los venezolanos no parecía importarles estar sacrificando la democracia liberal. Chávez se las arregló para conquistar los corazones de su gente con su retórica beligerante y con sus extravagantes gastos sociales. Entonces, ¿y qué si el Chavismo tomaba el control de todas las instituciones? Argumentaban aquellos que apoyaban a Chávez. Por lo menos, decían, puso en reversa dos décadas de contracción económica valiéndose de la renta petrolera para generar el boom de consumo más impresionante en la historia de Latino América. Como resultado, Chávez ganó casi todas las elecciones que organizó. Su sucesor, Maduro, también ganó (aunque con márgenes más discretos). Ambos expandieron los poderes del estado a nuevos niveles.

 

Los oponentes de Chávez no lo han tenido fácil. Las expectativas de cualquiera serían que los mismos pudieran haberse apoyado en el decadente colapso económico, pero, por lo contrario, tuvieron que enfrentarse a obstáculos extraordinarios. Para comprender por qué ha sido tan complicada la victoria para la oposición, debemos comprender la naturaleza de la bestia a la cual han tenido que enfrentarse.

 

En su nuevo y brillante libro, The Politics of Uncertainty, Andreas Schedler explica que las autocracias electorales, países en los que el gobierno permite elecciones pero usa su poder sobre instituciones claves para inclinar el balance pronunciadamente a su favor, se enfrentan a una incertidumbre permanente. Ya que estas elecciones no son medidores acertados de opinión pública y que el disentimiento no es alentado en las personas a través de métodos tanto legales como ilegales, estos regímenes nunca pueden tener certeza acerca de sus verdaderos niveles de apoyo público. A diferencia de autocracias convencionales, ellos no responden a esta incertidumbre con represión total, lo que podría disparar una reacción adversa (esto sin mencionar la condena internacional). Por otra parte, el régimen opta por una sutil manipulación de las instituciones y de censura en los medios de comunicación. Schedler muestra que esta respuesta hace que sea increíblemente difícil derrotarlos en las encuestas.

 

El régimen chavista ha seguido esta fórmula al pie de la letra. Bajo el mandato de Chávez, la manipulación institucional tomó la forma de lo que uno puede identificar como una “revisión de cuentas asimétrica”. Las autoridades aseguraron que las instituciones del estado estarían exentas de cualquier tipo de revisión, escrutinio, o límite, mientras que las instituciones no gubernamentales serían sujeto de toda clase de revisiones y controles extraordinarios.

 

Chávez y su sucesor confeccionaron un increíblemente elaborado sistema de control sobre las actividades privadas. Los precios fueron controlados. El acceso a cambio con el extranjero fue controlado. Las ganancias fueron controladas. De crecer mucho en cualquier ámbito, tanto como un ente privado o un político independiente, el gobierno colocaría al sujeto bajo intenso escrutinio. Empresas Polar, una de las más grandes empresas en la industria del alimento y bebida, venció en resistirse a la expropiación, pero no a los excesos de persecución. La misma se ha convertido en una de las empresas más perseguidas de Venezuela con casi 500 chequeos en los últimos años. A su vez, la oposición también ha sido objeto de enormes regulaciones, mientras que el partido gobernante quebranta las leyes a su gusto. A lo largo de toda la era Chavista, la Corte Suprema del país casi nunca ha regido en contra del estado.

 

Maduro trajo esta asimetría institucional a un nuevo extremo. La impunidad para los oficiales del gobierno incremento. Uno de los más grandes escándalos de corrupción en el país reveló que tanto el Presidente como su esposa recibían no solo información de suma importancia, sino también el beneficio de pasaportes diplomáticos, los cuales eran utilizados por terceros para el tráfico de drogas. Esto produjo un escándalo de gran magnitud, pero ningún seguimiento se mantuvo.

 

Mientras todo esto ocurría, Maduro expandió su persecución a nuevas esferas de la vida civil. Ahora no solamente perseguiría a importantes empresarios, pero también prominentes líderes de la oposición e importantes compañías mediáticas serían sometidos a investigación, llevados a juicio con cargos falsos y revocadas sus propiedades (y en algunos casos su libertad también). Bajo el régimen de Maduro, más de 70 presos políticos han sido enviados a prisión, incluyendo al ex candidato para la presidencia Manuel Rosales, el líder del partido opositor más grande, Leopoldo López y al alcalde selecto de Caracas, Antonio Ledezma. Las revisiones de impuestos fueron aumentadas en todos los candidatos de oposición. En algunas ocasiones, con poca evidencia, estas revisiones eran utilizadas para justificar penalidades, tales como multas a empresas o expulsiones de políticos para la postulación a diputados, por ejemplo, el caso de María Corina Machado.

 

Incluso ciudadanos comunes comenzaron a padecer de esta persecución del presidente Maduro. Con el crecimiento de la escasez, el gobierno respondió con un sistema de racionamiento. De pronto, los venezolanos no se encontraban solamente con interminables colas para comprar productos de primera necesidad, sino también con militares asignándoles números y vigilando su comportamiento a lo largo del proceso de cola y de pago.

 

Maduro también se ha valido ampliamente de una de las herramientas mencionadas por Schedler en su estudio: la censura de prensa. Las autoridades han traído a los medios más tradicionales del país bajo su control, especialmente los del interior. Como Franz von Bergen y yo hemos escrito en otros lugares, estos medios de comunicación serviles han efectivamente hecho que la oposición se vuelva invisible gracias a la negligencia de los medios a la hora de transmitir actividades opositoras.

 

Maduro ha llegado a extender la censura inclusive en el campo económico. De acuerdo con la economista Anabella Abadi, el gobierno de Maduro ha removido data económica básica para la vista pública. Las autoridades presentaron sus últimas figuras oficiales para GDP, importaciones y tasas de inflación para finales del año 2014. Números acerca de la escasez y el desempleo fueron publicados por última vez en enero del 2014; las más recientes estadísticas de desempleo son del año 2013. Aunque el gobierno ha podido mantener establecimientos oficiales acerca de la producción de petróleo, muchos expertos afirman que no creen en esta información y nadie se ha hecho responsable de los gastos del estado desde que Chávez se consolidó en el poder.

 

La abrumadora cantidad de votos por la oposición, y con la participación más significativa en elecciones legislativas en 16 años, los venezolanos han iniciado un proceso para re balancear la asimetría en el sistema de revisiones del país. Por primera vez desde que el Chavismo alcanzó el poder, los ciudadanos están demandando que aquellos que asumirán los nuevos puestos verifiquen que los ministros hagan su trabajo de forma justa, que el presupuesto del estado sea administrado bajo las reglas preestablecidas, que el presidente cumpla con la ley y que esta misma ley refleje algo más que los deseos de un solo hombres y sus camaradas.

 

Somos testigos de un alzamiento en contra de la información asimétrica. Los venezolanos han tomado de corazón las palabras de la economista y filósofa Amartya Sen, quien establece que la pura belleza de la democracia yace en su habilidad de generar información, pero no solo de lo que quieren los votantes, sino también de los quehaceres del estado. El hecho de que la oposición haya vencido inclusive en bastiones del Chavismo (por ejemplo Barinas, Falcón, Monagas y Trujillo) muestra el gran esparcimiento de este movimiento.

 

Poniendo a un lado este inmenso logro, es importante notar que las elecciones del 6 de diciembre también demostraron que existen millones de venezolanos que todavía apoyan al Chavismo, por lo menos el 40% de los votantes. ¿Cómo puede un régimen tener tanto votos conservando un record tan deprimente de manejo de economía y derechos humanos?

 

La respuesta para esto tiene mucho que ver con ambos nostalgia y temor. Muchos Chavistas todavía extrañan a su difunto líder y a otros les da temor lo que la oposición pueda hacerles. Sin embargo, hay otra poderosa razón: En el estado de bienestar de Venezuela, a diferencia de los estados de bienestar democráticos de Europa y Norte América, donde el bienestar social es suministrado en base a las necesidades, los habitantes reciben beneficios dependiendo del nivel de lealtad que le tengan al estado. El científico en política Michael Albertus recientemente ha demostrado que, por ejemplo, el estado garantiza y asigna tierras utilizando los resultados de los votos.

 

Charles Tilly argumentó acertadamente que el estado europeo moderno emergió en la Edad Media como resultado de una estafa. Un señor feudal fabricaba una amenaza externa de seguridad para luego ofrecer “protección” a los ciudadanos de esta amenaza, pero siempre con la condición de que pagaran impuestos e hicieran juramentos de lealtad. La aproximación de Maduro para proveer protección tiene el estilo de Tilly pero con un pequeño giro. El estado crea una amenaza (implementando políticas que poco a poco van arruinando la economía), más tarde crea un mito acerca de esta amenaza y luego ofrece bienes consumibles tales como la protección, bajo una condición: ¡El voto por el Chavismo!

 

Este sistema emergió en su totalidad en los últimos meses de la campaña electoral. Mientras que la inflación y la escasez alcanzan la cima, Maduro respondió entregando televisores pantalla plana, materiales de construcción, lavadoras e inclusive bolsas de alimentos. Las autoridades agregaron a extensos grupos de personas al sistema de pensiones. El salario mínimo fue aumento cuatro veces (pero siempre por debajo de los niveles de inflación, por lo tanto este modo de asistencia en particular no proporcionó un verdadero alivio).

 

Maduro también ha expandido el sistema de bienestar a las élites y no únicamente a ciudadanos con bajos ingresos. La científica política Dorothy Kronick demuestra como los especuladores han encontrado oportunidades para ganar económicamente en medio de la crisis explotando el control de cambio del gobierno. Todo lo que necesitas es una buena conexión con el gobierno para encontrar dólares a un increíblemente bajo precio. Y, en vez de devolver estos dólares a la economía, estos operadores privilegiados los dirigen a sus cuentas bancarias. ¿Por qué invertir en una economía arruinada? Es más seguro quedarse con el efectivo.

 

Para lo que concierne a la élite, la estafa de bienestar de Maduro es una oportunidad para los depredadores – y una que debe ser aprovechada con rapidez. Ya que la élite no sabe cuanto tiempo durará el partido dominante en oficio, su incentivo es saquear lo más rápido posible en lugar de invertir y la rama ejecutiva esta feliz de confabularse con ellos. No tienen intereses en ponerle fin a este sistema ya que las inequidades resultantes del mismo sirven para dispensar tanto castigos como favores.

 

En poco tiempo, Maduro se ha convertido en un líder de estado que no encara ningún tipo de chequeo a su poder inclusive mientras lleva a cabo una vigilancia implacable con actores no gubernamentales. Este estado responde a una creciente incertidumbre acerca de su poder político cerrando cada vez más sus actividades del escrutinio público. El mismo crea (y tolera) la ruina económica provocada por una serie de políticas mal guiadas tales como el control de precios mientras que ofrece bienes consumibles privados y subsidios a cambio de lealtad política.

 

Al final, ahora bien, como hemos visto, el deseo de información y de democracia ha truncado la habilidad del régimen de comprar votos y extraordinariamente, esta revolución por información ha sido asombrosamente pacífica. A pesar de la manipulación de las autoridades en el sistema electoral en su contra, la oposición eligió elecciones en vez de violencia, prefirió la unidad sobre el caos, participación sobre la abstención. Incluso el Ministro de Defensa reconoció que la noche de las elecciones, los venezolanos “se mantuvieron en calma”. El mismo país que en el año 2000 nos ofreció tantas lecciones acerca de cómo una autocracia populista electoral podía surgir, ahora nos ofrece lecciones acerca de cómo esta misma enfermedad puede ser contenida.