Si hay alguien que pareciera obsesionar por estos días al presidente Nicolás Maduro es el empresario Lorenzo Mendoza, a quien no para de llamar «diablo» y «pelucón del diablo». Lo hace recurrentemente, con desenfreno y vehemencia, como si fuera un libreto aprendido en un desesperado afán de buscar culpables. El blanco de las frases acaloradas de las últimas alocuciones presidenciales ha sido el hombre de la Polar.

Mientras conducía un autobús en Anzoátegui, el presidente se refirió a unas mujeres que se encontraban en un acto público en su apoyo y dijo: «Estas mujeres le van a dar una lección al pelucón del diablo (…) Son las mujeres las que le van a dar una lección por haber escondido los productos durante todos estos meses. Lorenzo Mendoza, prepárate para una derrota. Pelucón del diablo te dije y pelucón del diablo te quedaste. Y punto, pues. En combate estamos con el pueblo en la calle».

Para el presidente, Lorenzo Mendoza encarna la guerra económica. Recordando esto a los presentes, pidió seguir construyendo la patria «por encima de la guerra económica, perversa, malvada, que ha tratado de irritar, confundir al pueblo».

Maduro también aprovechó para preguntarse, en tono de campaña electoral, qué sería de los recursos de la Gran Misión Vivienda Venezuela ante un eventual triunfo de la oposición en los comicios parlamentarios.

«¿Ellos apoyarían la Gran Misión Vivienda Venezuela? La eliminarían, la privatizarían, la exterminarían, la acabarían. Así que tenemos que restearnos, y el 6 de diciembre hay que ir a votar para ir a defender el derecho a la vivienda del pueblo, y el derecho al futuro digno de cada familia».

Y de nuevo volvió a la carga contra Lorenzo Mendoza: «¿Esas viviendas se construyen para quién? ¿Para la oligarquía o para el pueblo? ¿Para los pelucones o para la familia del pueblo? ¿Para Lorenzo Mendoza o para Carmen Pérez? El pelucón del diablo, lo llamo yo a Lorenzo Mendoza, es responsable de todo el trabajo que les han hecho pasar a ustedes, mujeres, durante un año, escondiéndoles todos los productos. Es el pelucón del diablo. Reconócelo, pueblo».