En los últimos meses lo económico ha ganado un poco más de terreno tanto en discusiones en reuniones, de sobremesa y también en la opinión pública en general. No es sorpresivo ya que las consecuencias de una economía precaria ya empiezan a sentirse con fuerza en toda la población, especialmente en los más pobres a quienes la inflación y la escasez han golpeado sin piedad.

Hoy el gobierno y el país entero se encuentran en una encrucijada económica. Para conseguir resultados que puedan ser percibidos por la población, el gobierno necesita realizar cambios contundentes en su manera de hacer política económica. Si estos cambios no se materializan, entonces la situación actual pudiese complicarse mucho más de lo que hoy vivimos. Pero exploremos ambas opciones por separado.

Si el gobierno decide implementar cambios fundamentales y necesarios en su política económica, estos tendrían que traer una mayor disciplina fiscal, un gasto público más comedido, evitar los desórdenes monetarios incluidos los préstamos del BCV a entes del Estado (por ejemplo a PDVSA), disminuir en gran medida la sobrevaluación de la moneda, un cambio en la aproximación hacia el empresariado nacional, etc, etc, etc.

Estos cambios tendrían un impacto positivo en la economía venezolana, pero quizás en lo político la historia sea distinta. En primer lugar, este tipo de acciones tendrían el rechazo inmediato de buena parte del chavismo, quienes todavía piensan que el modelo que dejó el Pdte Chávez es viable y otros tantos se opondrían para no poner en riesgo esquemas de control necesarios para extraer riqueza del resto de los ciudadanos. Los efectos del ajuste también dejarían un costo político en lo que a popularidad se refiere, ya que viviríamos un período complicado en el corto plazo, pero que nos garantizaría dejar la economía encaminada en el mediano y largo plazo. Por otro lado, el gobierno tendrá que sobrepasar un muro de desconfianza tremendo que hoy embarga a buena parte de la población y que probablemente no pueda conseguirse, al menos en esta gestión.

El otro camino de la encrucijada sería seguir avanzando con el modelo actual, o realizar algunos cambios cosméticos e insuficientes. De ser esa la vía, las consecuencias serían temibles. Nos aseguraría un período prolongado de alta inflación, los problemas de desabastecimiento se agravarían, desde el gobierno se buscaría avanzar en el control político y hegemónico, el sector privado sería reducido al mínimo, el aparato industrial se contraería aun más, etc, etc, etc . Esta opción tampoco vendría ajena de un costo político importante y el descontento social podría acelerar un cambio de gestión.

Como verán, de la manera como planteo la situación el gobierno no tiene una elección sencilla. Ambas opciones tienen su lado negativo, pero a mi parecer la 1era alternativa es la que le garantizaría al chavismo alguna probabilidad de subsistencia. Sin embargo, creo que la opción que elegirán es la 2da; al chavismo le será prácticamente imposible aceptar que el modelo que nos plantearon es inviable, que se equivocaron y que necesitamos urgentemente un cambio rotundo.

Así pues, estamos en presencia del fin de un ciclo que no necesariamente comenzó 14 años atrás. El final ya se vislumbra y no será bonito, pero sí dejará el terreno abonado para que nazca una mejor República, una que canalice la voluntad y la visión de país que hoy tienen la mayoría de los venezolanos.

Henkel García

Analista e Instructor en Finanzas.

Presidente de Visión de Inversión

Director de @Econometrica IE C.A.

Maestría Administración, mención en Finanzas UNIMET

Twitter: @HenkelGarcia