El Índice Miseria en Venezuela: Hecho en Socialismo por Alexander Guerrero - Runrun

1.    El  Índice Miseria de A. Okun

The  Economist publica  esta semana el Índice de Miseria para 2011 en el mundo, nada de sorpresas respecto de Venezuela que no hayamos adelantado a principios de la revolución, un proceso político que en lo económico y social se caracteriza por reducir el ingreso promedio del ciudadano, fenómeno que ocurre por expansión ilimitada del sector público, entre otros, dirigido a crear  empleo.

El Índice Miseria fue construido por  A. Okun, un economista americano en los años 70 para evaluar el impacto socioeconómico de dos fenómenos económicos  de la época que caracterizaron un entorno económico que se conoció como estanflación; un ambiente económico e institucional capaz de mostrar fenómenos contradictorios -en apariencia- en una combinación de inflación con  estancamiento, un ambiente económico creador de pobreza.  Se pensaba en esos tiempos que algo de inflación generaba crecimiento y reducía el desempleo (hoy se experimenta nuevamente).  Así el Índice se forma agregando el desempleo y la inflación como componentes principales.

La preocupación por los efectos de la inflación y el desempleo por estancamiento llevo a muchos países en esos tiempos a financiar el estado de bienestar y seguridad social, parcialmente con deuda pública. En mucho la crisis fiscal de Europa, conocida como la crisis de la deuda pública tiene ese origen, pagar un estado de bienestar con impuestos, hasta que el fiscoreviente, como ocurre en la actualidad con

2.    El empleo y la perversión del mercado laboral

Esa intervención del sector público en el mercado laboral atrae, por la naturaleza social-populista del gobierno a una fuerza laboral no calificada, con lo cual se pervierten los incentivos naturales del individuo por progresas en base a las mejoras de su capacidad, entrenamiento, formación técnica, educación, etc., reduciéndolo a un asalariado en los márgenes del salario mínimo.  Es el caso de las misiones y otras estructuras de empleos dependiendo de la nomina del sector público, supernumerarios con ascendencia política, para expresarlo de alguna manera. Este fenómeno sociopolítico ha sido casi natural en las últimas décadas, sin embargo en el marco de la revolución actual es un objetivo político dirigido a someter las libertades del individuo.

Esta transformación del mercado laboral, comprime a la clase media, surgiendo -en su remplazo- una nueva clase -rentista- constituida por dirigentes políticos a todos los niveles, funcionarios públicos enlazados políticamente en las estructuras políticas y militares -nomenclatura- que controlan el Estado y empresas públicas, así como aquellas estructuras mercantilistas en manos de agentes privados con conexiones en los gobiernos.

Las estadísticas muestran que el ingreso salarial promedio cae, como es el caso en Venezuela con el salario mínimo medido en su paridad de poder de compra  (en relación a la divisa) extendiéndose a aquellos trabajadores no calificados que son enrolados en la nomina del sector publico/gobierno en actividades donde el salario se encuentra en los márgenes del salario mínimo vital.

Socialmente hablando, la caída del salario real promedio incrementa los niveles de igualdad, pero esta ocurre medida desde abajo, donde el salario mínimo emerge como el pivote del salario promedio.  Así se tiene por ejemplo, una sociedad de iguales como en Cuba, sistema que constituye un marco de incentivos que desestimula al individuo al trabajo creador, la revolución busca transformar al individuo en un asalariado del sector público, que lo transforme, políticamente, en régimen de servidumbre a cambio de un salario.

El mantra ideológico en lo económico era y es expandir el gasto del gobierno para crear bienestar; consecuencias no intencionadas, se produjo lo contrario, miseria. Ese indicador de miseria devela los efectos causados por la inflación y el desempleo, particularmente en los sectores de menores ingresos donde la inflación descarga su fuerza redistributiva negativa con mayor intensidad. Por ejemplo, en Venezuela en el 2011, la inflación de los sectores en los márgenes del salario mínimo estuvo -según data oficial- en un 33%, un 20% mayor que la inflación promedio por el IPC.

3.    Venezuela un país «miserable»

En ese Índice de Miseria, actualizado a 2011, Venezuela ocupa el 2do lugar en el mundo con mayor índice miseria en una cerrada disputa con Irán.  Que nos dice ese Índice de Miseria  y que señal nos transmite, particularmente en un país que en trece años el gobierno ha gastado más de un trillón de dólares de ingreso petrolero, impuestos y amasado una colosal deuda pública? Como conjugamos todo eso con el sentido común, además de apelar al análisis económico que nos ayude a comprender que ha pasado realmente?

Como ha sido posible que con un gobierno con un ingreso fiscal colosal, inédito en la historia económica venezolana,  el índice de miseria nos traiga en tope de países «miserables». Sin embargo, los números están allí: en trece años el bolívar se ha devaluado 1100 %, y una inflación pese a ser represada que en tres anos dobla los precios de los bienes esenciales , al mismo tiempo que se descapitaliza el capital humano, el activo con el cual el individuo busca ganarse la vida ? Veamos.

El gobierno del Presidente Chávez ha sido un fiel creyente, que la inflación induce crecimiento y este reduce el desempleo y de acuerdo a ese criterio se establece la estrategia económica de su revolución así, en los últimos cinco años nos toca vivir en una sociedad inflacionaria con elevado desempleo y desde luego sin crecimiento económico sostenible. Es posible entonces «sufrir «simultáneamente inflación y desempleo?  Sí, pero a cambio de una creciente pobreza, es lo que se ha producido en Venezuela; aunque los números macro del 2011 parecen decir lo contrario, son contradictorios en extremo porque en volúmenes -producidos y consumidos- la economía venezolana acumula cuatro años de contracción económica y caída del ingreso per cápita, incluido el 2011.

Como la inflación, sin lugar a dudas, es un fenómeno monetario causado por decisiones políticas, el estancamiento (desempleo creciente) que le sigue, es por reacción de los mercados que ven disminuir el poder de compra de los consumidores por la presión inflacionaria, creada por los gobiernos para financiar un creciente gasto público, independiente de las razones por las cuales las decisiones políticas trasgreden la naturaleza de los fenómenos económicos. En otras palabras, la expansión del gasto público por encima de sus «limites naturales», coadyuvado por una expansión monetaria para proveer al gobierno ingreso que no posee para expandir el gasto, acompañado de un fuerte endeudamiento público, induce en los mercados una reacción lógica y evidente de una caída de la inversión privada y el consumo y por lo tanto de una caída del ingreso per cápita.

4.    Índice Miseria en Venezuela: inflación más desempleo más escasez

El objetivo político de expandir el gasto público, a todo evento y costo, produce una red de efectos perversos, entre ellos, el más vistoso, presión inflacionaria acompañada de una caída de la inversión y el consumo privado, y en compuesto una caída de la calidad de vida, es decir, empobrecimiento.

En el caso Venezolano esta realidad es aun  mas protuberante porque la expansión del gasto público como expresión del colosal incremento en ingreso petróleo como base de la revolución socialista en curso, ha sido acompañada con el crecimiento de una voluminosa y costosa deuda pública que se consume un la mas de la tercera parte de los ingresos fiscales no petroleros, y que en el horizonte cercano muestra las dificultades fiscales para pagarla, razón por la cual una importante porción de ella tiene costos financiero del 12%, inédito por lo costoso en los mercados de deuda, como la contraída por la república y PDVSA – 12 mil Mill de dólares en nueva deuda- en el 2011.

Al caer el ingreso fiscal por caída de la exportación petrolera y estrechez del mercado de deuda en los últimos dos años, el gobierno en medio de una colosal crisis fiscal asumió posiciones aun mas heroicas y reformando la ley del BCV lo convirtió en su financista más barato, dejando en la calle una enorme presión inflacionaria, cuyos mecanismos de represión en INDEPABIS y en la Ley de Costos y Precios Justos no pueden esconderla. Esto genera otro efecto perverso en escasez. Así tenemos un índice miseria que suma desempleo e inflación, como es el clásico Índice de Okun, incorporamos la escasez para reflejar la situación en los mercados de carencia de bienes para el consumo diario.

5.    En la ruta del servilismo socialista: todo es del Estado, nada es de nadie.

Los efectos en Venezuela son aun más crueles en términos socioeconómicos porque ese proceso de expansión del gasto público ha ido acompañado de una agenda política legislada y decretada para empobrecer, en una palabra descapitalizar al sector privado, lo cual ha traído un costoso colateral de deterioro y empobrecimiento del capital humano. Ese empobrecimiento es muy sencillo de observar en las estadísticas laborales en la caída de los empleos de mejor remuneración  -empresas privadas cerradas, expropiadas y  migradas al exterior-  y el crecimiento de empleos no calificados (misioneros, buhoneros, supernumerarios empleados públicos) cuyos ingresos promedian salario mínimo.

Esta transformación social natural del socialismo es visible claramente en los índices de igualdad que dice que en términos de ingresos somos más iguales pero más pobres por la caída del salario real promedio. Las sociedades más pobres son las más iguales, veamos el caso de Cuba y Haití, esa parece ser la ruta a transitar por el Socialismo del Siglo XXI, un régimen socioeconómico dirigido a destruir la propiedad privada, descapitalizar a la gente, empobrecer su capital humano y convertir al individuo en un eslabón más de la cadena se servilismo que establece el Estado/gobierno como dueño de fábricas, tierras, petróleo, aguas, energía, cemento, alimentos, etc.

Alexander Guerrero E.
@AlexGuerreroE