El desprecio por Francisco Ibarra Bravo - Runrun


Es público y notorio el desprecio que siente la clase gobernante de aquella parte del país que no comulga con sus ideas. Esta parte del país puede, en algún momento, ser el ínfimo 8% que votó en contra de la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente en 1999 o más de la mitad de los que votaron en las pasadas elecciones. En este caso, el tamaño no importa, el desprecio es el mismo.

Todos tenemos la capacidad de sentir desprecio por algo o alguien, ese no es el asunto. El problema radica en sentir que ese desprecio justifica cualquier acción en contra de lo que se desprecia. Pero la verdad es que ese no es el asunto que nos ocupa. Sabemos de sobra los sentimientos de la clase gobernante contra el sector opositor como para perder tiempo discutiendo eso. Nos ocupa un desprecio mucho más sutil pero no por ello menos profundo. Nos referimos al desprecio que siente la clase gobernante incluso por aquellos que dice defender.

Este desprecio no es fácil de comprender. Después de todo, si hay algo en que la actual clase dirigente no escatima esfuerzos en gritar a los cuatro vientos el amor que siente por los más desfavorecidos, llegando incluso a niveles de cursilería que avergonzarían hasta a una miss. Este desprecio no es evidente. La máxima de este gobierno es que el Estado debe hacerse cargo de todos porque sin el Estado los venezolanos no podemos valernos por nosotros mismos. Un gobierno que pretenda inmiscuirse exhaustivamente en la vida de sus ciudadanos, que pretenda legislar sobre lo humano y lo divino, que ambicione administrar los todos los recursos y dirigir las vidas de todos, en el fondo lo que siente es un redomado desprecio por la capacidad de elegir que tiene cada individuo. No los siente capaces, no los mira como ciudadanos. Este gobierno hace gala del más absoluto desprecio del pueblo que dice defender puesto que pretende terminar de convertirle en un pueblo servil y dependiente, en lugar de empoderarlo para que pueda ser el dueño de su propio destino. Estos señores ven a aquellos que dicen defender como seres insignificantes que requieren de la ayuda, control y tutelaje de tan magnánimos dirigentes y ellos, cómo no, están dispuestos a entregarse a tan sacrificada tarea.

A Este gobierno no le interesa generar ciudadanos, les teme. Tanto les teme que desprecia a aquellos que osen sentirse como tales y que además pretendan vivir en un país de ciudadanos. No hay mejor manera de destruirle la moral ciudadana a alguien que hacerle sentir dependiente, hacerle sentir que su única posibilidad de mejora en la vida, para él y para los suyos, es ser obsecuente con el poder constituido.

La política económica que ha implantado el gobierno no busca otra cosa que destruir el aparato productivo privado para implantar un esquema de dependencia colectiva hacia el Estado. Este es el sueño de estas personas:  que todos aquellos que no merezcamos mandar seamos mandados, mejor dicho, que todos aquellos que no tengamos la capacidad de mandar y de decidir nuestro futuro estemos a merced de estos bonachones, honestos y magnánimos que hoy en día pretenden dirigir cada ápice de nuestras vidas. Hay veces donde se tiene que decir: no me quieras tanto.

Francisco Ibarra Bravo

@franibar10