Las muchas veces comentada dinámica noticiosa -que sin exagerar podríamos señalar sacude al país- la cual incluye intentos de magnicidio, venta de dólares a viajeros, asilo a espías de la CIA y otras hierbas similares, de alguna manera no ha permitido dar la importancia que se merecen a las fantasiosas afirmaciones del exvicepresidente venezolano y exministro de la Defensa José Vicente Rangel. Debemos recordar que este ladino personaje señaló con tono grave que la oposición venezolana adquirió dieciocho aviones de guerra a los Estados Unidos de América, los cuales serían trasladados a una base militar norteamericana en Colombia. Al respecto altos voceros oficiales del gobierno han dado por ciertas tales elucubraciones y señalado que Venezuela debe tomar medidas al respecto.
La pregunta inicial que se nos presenta es determinar cuál es el objetivo que persigue el gobierno venezolano al lanzar a la palestra nacional e internacional tal afirmación. Decimos el gobierno nacional porque no tenemos la menor duda que tales declaraciones están finamente orquestadas entre José Vicente Rangel y el ejecutivo venezolano. Aquí no se trata de que un valiente periodista haya sacado a relucir un importante hecho noticioso, sino de la confección en vivo, directo y en cámara lenta, de algún sórdido plan con fines desconocidos y que bien podría afirmarse de seguro no le traerá ningún beneficio al país y/o a los dirigentes de la oposición democrática.
En principio podría haberse pensado que con estas declaraciones el inefable periodista quería obtener algún centimetraje en la prensa nacional e internacional, pero al insistir posteriormente en tal disparate y ser avaladas tales afirmaciones por el propio Nicolás Maduro, el hecho adquiere una dimensión diferente que como mínimo debe ser analizada desde una perspectiva más amplia.
Una de las cuestiones que más nos llama la atención es la muy tímida respuesta que ha dado el gobierno colombiano a tales aseveraciones. En principio, estimamos, la casa de Nariño debería haber dejado muy en claro que los norteamericanos no cuentan con “bases” en su territorio. En segundo lugar, deberían, también, dejar muy en claro que ellos no permitirían utilizar su territorio como un santuario para que elementos opositores realicen actividades para desestabilizar al gobierno venezolano, cosa que por cierto si hace el régimen bolivariano con sus socios de las FARC.
Debemos resaltar que no hay ninguna contradicción con respecto a que las acusaciones de Rangel sean disparatadas, con nuestra afirmación que deben evaluarse con mucho cuidado. Tampoco se trata de contrarrestar una teoría de conspiración con otra del mismo signo. Insistimos que lo relevante es determinar cuáles son los objetivos de esta farsa montada por el régimen venezolano.
Centro Latinoamericano de Estudios de Seguridad.
Universidad “Simón Bolívar”
Por: Leopoldo E. Colmenares G.
