El pasado 11 de noviembre, el Consejo Permanente de la OEA aprobó exigir a Nicaragua el retiro de su Ejército de la isla Calero, orilla del río San Juan, ubicada en territorio costarricense. La aprobación contó con 22 votos a favor, dos en contra y tres abstenciones.
Lo infortunado hasta ahora ha sido la actitud tanto de Nicaragua al catalogar al Consejo Permanente de la OEA de dictatorial, como la posición de Venezuela en defender que las soluciones entre las partes, deben ser solventada y procesadas exclusivamente a través del diálogo bilateral. Según la posición del embajador Roy Chaderton, una intervención de la OEA podría complicar la posible solución al conflicto.
Si todos arremeten a su antojo contra la “credibilidad” de la OEA, ¿para qué seguir sosteniendo estructuras como estas, o lo que es peor comenzar a crear otras como el proyecto Mancomunidad de Naciones Latinoamericanas y Caribeñas, cuyas bases se asentarán en Caracas- 2011?
Nicaragua ya amenazó con su retiro del organismo interamericano por la votación recibida en el Consejo Permanente, lo que ha levantado sospechas sobre las verdaderas intenciones de Nicaragua en el diferendo territorial. ¿Realmente su molestia con la decisión de la OEA se debe a la falta de credibilidad que le confiere al organismo, o a las ambiciones de construir un canal interoceánico con participación venezolana, iraní y nicaragüense, precisamente en el río San Juan?. Este proyecto tiene tiempo desarrollándose, siendo reclamado anteriormente por japoneses en la década de los años ochenta, por el propio ex presidente Enrique Bolaños en 2006 para construir un canal interoceánico con un costo aprox. de $18.000.000. 000 o por Rusia en 2008. Lo malo aquí no es que se cree un canal interoceánico, sino que se burle y se juegue al antojo de cada gobierno y cada presidente, el escenario de la institucionalidad política interamericana para conseguir los proyectos ideológicos y geoestratégicos en la región.
Adriana Boersner Herrera
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