Aviación internacional y el caso venezolano por Omar Hernández - Runrun
Aviación internacional y el caso venezolano por Omar Hernández

La renovación de la flota aérea de la aerolínea estatal venezolana, cuando finalmente se concrete en la práctica tras el reciente anuncio de la adquisición de nuevos aviones de la brasileña Embraer, es un producto concreto de un tratado bilateral suscrito con el gigante amazónico, que vendría a significar una importante modernización de la aviación civil venezolana. A lo anterior, podrían sumarse los Superjet 100 de Sukhoi, corporación rusa que no hace mucho comenzó a explorar fuera de su tradicional nicho de mercado: el militar.

Lamentablemente, es una modernización que viene tarde, en la retaguardia del resto de los países de la región latinoamericana cuyas líneas banderas (de propiedad pública o privada) y sus competidoras inmediatas hace tiempo ya, iniciaron un proceso de sustitución de sus obsoletos o vetustos aparatos por unos más confortables, más rendidores y en particular, más seguros. La aviación civil de nuestro país parece haberse quedado en el tiempo y en donde los esfuerzos de mantenimiento sumados a las pericias de los pilotos se convierten en los pilares de tan importante medio de transporte, por encima de la idoneidad de las aeronaves. La explicación de lo anterior puede ser múltiple: falta de voluntad política o empresarial, dificultades o trabas financieras o para trámites de divisas, y un largo etcétera al cual sumaría, falta de demandas al respecto por parte de los usuarios aéreos.

En 1944 se adoptó en Chicago el Convenio de Aviación Civil Internacional que marcó dos hitos claves en la evolución de este sector. En primer lugar, reguló las denominadas «libertades del aire», de carácter técnico y comercial. Además, creó la Organización de la Aviación Civil Internacional con la finalidad de establecer estándares y regulaciones aeronáuticas, imprescindibles para el desarrollo de la aviación civil. La Organización, ICAO por sus siglas en inglés, se convirtió luego en una agencia especializada dentro del Sistema de Naciones Unidas. Por cierto, orgullosamente podemos decir que es una de las pocas instancias multilaterales dirigidas por un latinoamericano: el mexicano Roberto Kobeh González, quien preside el Consejo de la organización.

En 1996, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la resolución 51/33 que viene a ratificar lo que establece el preámbulo del Convenio antes mencionado: «el desarrollo futuro de la aviación civil internacional puede contribuir poderosamente a crear y a preservar la amistad y el entendimiento entre las naciones y los pueblos del mundo». Ciertamente, el transporte aéreo es una pieza fundamental del ajedrez global y según estimaciones diversas, alrededor de cien mil vuelos internacionales tienen lugar todos los días.

El turismo global, la diplomacia, los vínculos comerciales y financieros, la movilidad del capital humano, los procesos migratorios, y los intercambios académicos, culturales y deportivos, son parte de ese conglomerado de relaciones que llevan consigo la carga de «internacionalidad» de la que suelen hablar los teóricos de las Relaciones Internacionales. Sin la aviación civil internacional el avance que hoy experimentan sería imposible y el aumento exponencial del tráfico aéreo así lo demuestra. De allí la relevancia meridiana de impulsar a nivel de Venezuela, una modernización de la infraestructura aeroportuaria y claro está, de las aeronaves que surcan los cielos más allá de nuestras fronteras. Mucho dice de la imagen de un país en el exterior, la imagen de sus aerolíneas.

 

Omar Hernández
Internacionalista