Siria bajo la lupa de la ONU… y su amiga, Venezuela por Omar Hernández - Runrun

El “eje del mal” del que llegó a hablar George W. Bush pasó al cabo de cierto tiempo a incluir a Siria, un país con quien nos hemos empeñado en estrechar vínculos a pesar de las críticas. Visitas de alto nivel y un sinfín de acuerdos bilaterales dan fe de estos lazos que se han tercamente establecido con Damasco.

El nacionalismo árabe de al-Assad no le ha dejado muchos amigos. Más allá de la injerencia siria en asuntos domésticos del Líbano y la relación amor-odio que mantiene con Turquía, Siria hoy forma parte de la agenda global por su situación de derechos humanos.

La “primavera árabe” en Siria nació el 26 de Enero del año en curso y no cesa. La respuesta de un régimen que gobernaba bajo un anacrónico decreto de emergencia desde hace cuatro décadas no podía ser otra que la antítesis del Derecho Internacional.

El Consejo de Seguridad de la ONU se ha reunido tres veces para tratar el asunto sirio. Primero fue el 27 de Abril, y un largo debate estuvo precedido por una exposición del Lynn Pascoe, de la Secretaría General, quien subrayó que “la represión no es la solución”. El representante sirio consideró que el hablar sobre su país lo que hacía era darle alas a los “extremistas” que cometían “acciones ilegales”.

La represión aumentó y el 3 de Agosto el Consejo se reunió para adoptar una Declaración donde se “condena las violaciones generalizadas de los derechos humanos y el uso de la fuerza contra civiles”. Luego, el 4 del mes pasado se presentó un proyecto de resolución contra el Gobierno de al-Assad que encontró el veto de Rusia y China. Dicho proyecto, si bien no hablaba de un embargo de armas como tal, exhortaba a los Estados para que ejercieran “comedimiento respecto del suministro, la venta o la transferencia a Siria (…) de armas y materiales conexos”. A pesar de su voto, Rusia habló de un “cambio pacífico” -pero cambio de régimen al fin-. Y Siria pues, habló de “colonialismo” y “pensamiento esclavista”.

Al pie de los Alpes, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU también ha discutido el tema sirio dos veces. El 29 de Abril adoptó la resolución S-16/1 donde se “condena inequívocamente el recurso a la violencia letal contra manifestantes pacíficos” y se solicita al ACNUDH el envío urgente de una misión al terreno para “investigar todas las presuntas violaciones” de derechos humanos. Ante el aumento de la violencia y la renuencia de Damasco a dialogar -y mucho menos a investigarse a sí mismo-, el Consejo decide aprobar la resolución S-17/1 el 22 de Agosto, que además de “deplorar los continuos ataques indiscriminados contra la población siria” asume como válidas las conclusiones de la misión de la ONU enviada al país.

Esta resolución crea una comisión internacional de investigación que debería dar resultados antes de que culmine este mes y, se le da un mandato para que identifique a los responsables de violaciones de derechos humanos “incluyendo aquellas que puedan constituir crímenes contra la humanidad”. De comprobarse la comisión de tales crímenes se podría: 1) aplicar el recurso a la fuerza como lo prevé el capítulo VII de la Carta de la ONU (invocando la Doctrina de la Responsabilidad de Proteger) y 2) remitir el caso a la Corte Penal Internacional. En cualquier caso habrá que pasar por el Consejo de Seguridad, donde ya sabemos las dificultades que hay para aprobar decisiones de tal envergadura.

Cuando uno oye a algunos defender a un personaje como al-Assad, es menester recordar el mandato constitucional en materia de política exterior. La Carta Magna dice que las relaciones internacionales de Venezuela tienen dentro de sus principios el “respeto de los derechos humanos” (art. 152). La defensa de los derechos humanos no puede ser una prédica ocasional sino una constante de nuestra Diplomacia. Es imposible hablar de libertades fundamentales mientras se produce un alineamiento con países con los peores récords de derechos humanos. ¿Está eso en sintonía con nuestro interés nacional? Un no, es la respuesta obvia.

Quizás la razón se halle en el Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2007-2013 en el que se plantea como objetivo, en lo que atañe a los vínculos con Irán, Siria y Bielorrusia: “Consolidar la alianza política integral emergente con base en los intereses comunes antiimperialistas” (sic). Cabe preguntarse entonces si el alineamiento político está por encima de los derechos humanos…

Omar Hernández

@omarhUN