El portaaviones chino y el declive americano por @vmijares - Runrun


Por fin, luego de más de doce años de ingeniería inversa y experimentación, el portaaviones Varyag (aún sin nombre oficial chino conocido) de construcción soviética y vendido por Ucrania a China en 1998, zarpó de modo experimental en el Mar Amarillo. Nada de esto sorprende, pues los trabajos sobre el Varyag comenzaron en 1999, siempre bajo el secreto que caracteriza a gobiernos autoritarios como el chino, pero que también se le puede adjudicar a todo Estado en cuanto al tema de armas se refiere. China, además, tiene soberanía y problemas en tres complejos mares, el Amarillo, el de China Oriental y el de China Meridional. En el primero se encuentra una de las situaciones más críticas de la seguridad internacional contemporánea, la tensión entre las dos Coreas. El Mar Amarillo ha sido escenario reciente de violencia y en éste la poderosa flota del Pacífico de los EEUU realiza periódicos ejercicios navales con su aliado surcoreano. El Mar de China Oriental representa otro reto para Beijing, nos referimos al diferendo territorial entre China, Japón y Taiwán por las islas Senkaku (Diaoyu para los chinos de Beijing y de Taipei), en cuyas aguas han sido apresados pescadores chino por parte de guardacostas japoneses, y submarinos de la Armada del Ejército de Liberación Popular de China han realizado incursiones furtivas, presumiblemente para llevar estudios geológicos que confirmen la existencia de vastas reservas de gas natural (ubicadas justo entre el segundo y tercer consumidor de hidrocarburos del mundo). Por último, y no menos importante, está el Mar de China Meridional, que se ha recalentado en los últimos meses por la reactivación de la rivalidad sino-vietnamita sobre las Islas Paracel y sobre el archipiélago de las Spratly (sobre este último también hay reclamos de Brunei, Taiwán, Malasia, Singapur y Filipinas). El Código de Conducta sobre el mar de China Meridional, tratado de concordia entre las naciones en disputa, firmado en 2002, parece cada vez menos útil para contener las ansias chinas de controlar, no sólo los recursos energéticos de la zona, sino además la vital ruta comercial que va desde el estrecho de Malaca hasta el de Formosa.

Lo descrito nos proporciona una visión panorámica de la situación geoestratégica china en el plano naval. A ello sumamos el natural patrón de las grandes potencias, que al alcanzar un significativo poderío económico, tienden a transformarlo en poderío militar para construir las bases de la hegemonía regional y el protagonismo político mundial. Resulta interesante la reacción estadounidense ante el portaaviones chino. Washington posee catorce portaaviones de propulsión nuclear, y supera en una proporción de cuatro a uno a China en materia de aeronaves (sin considerar aspectos tecnológicos que dejarían aun más en claro la supremacía militar norteamericana). No cabe duda que el Varyag está muy lejos de romper el balance de poder favorable para los EEUU, pero no es el hecho puntual de que China cuente con un portaaviones lo que perturba a los planificadores del Pentágono, sino los acelerados cambios que se están dando en materia de poderío relativo mundial. EEUU verá recortado su presupuesto militar en un 50% en el corto plazo, y su esfera de influencia no abarca a tres mares, sino a todo el planeta, lo que constituirá una importante contracción de su influencia y limitará su presencia militar en zonas en las que ha cultivado alianzas por más de medio siglo, y que, además, poseen riquezas significativas. La solicitud de mayor transparencia naval por parte de los EEUU a China nos recuerda la carrera naval europea entre el Reino Unido y la Alemania Imperial. El problema para los británicos, potencia que comenzaba un lento declive (acelerado por dos guerras totales), no estaba en ser superados -pues los EEUU lo habían hecho económicamente una generación antes del estallido de la Gran Guerra-, sino en las presuntas intenciones expansionistas alemanas y sus consecuencias para el Imperio Británico. Un siglo después vemos como año a año el Pentágono publica informes públicos en los que señala a China como amenaza en un futuro inminente. Los acelerados cambios en la distribución del poder mundial se están haciendo sentir, y los resultados históricos de procesos como el actual han sido  y la inseguridad y la violencia.