Las piezas se siguen moviendo en el ajedrez que juegan Venezuela y Colombia. El último episodio fue la captura de Joaquín Pérez Becerra, quien manejaba la agencia de noticias de las FARC en el exterior, Anncol, con sede en Estocolmo. Era una especie de canciller para el grupo guerrillero en Europa, se dedicaba a justificar la lucha terrorista y empañaba la imagen de los colombianos. Era solicitado por las autoridades de su país y la Interpol por financiar y administrar recursos vinculados al terrorismo.
Según el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, su homólogo venezolano, Hugo Chávez, “no titubeó” para apresar al guerrilero. «Le di el nombre y le pedí que si nos colaboraba para su captura», dijo Santos. La respuesta del gobierno venezolano fue inmediata y Pérez Becerra se encontraba detenido en Maiquetía después de llegar de Frankfurt, Alemania.
Varios medios colombianos han reseñado que la visita del guerrillero a Caracas era con motivo a una supuesta reunión que tendría con su compañero de armas, “Timochenko”, quien según varias publicaciones se encuentra en territorio nacional.
Venezuela no solo contribuyó con la captura, sino también con la extradicción. Hoy Pérez Becerra se encuentra en Bogotá y el gobierno colombiano celebra otro triunfo en su lucha contra el terrorismo, con la particularidad que recibió una colaboración importante de Chávez, a quien siempre se ha vinculado con simpatizar y contribuir con las FARC.
En las filas revolucionarias hay molestia. Basta con leer el portal aporrea.org para conocer las acusaciones de traición que le hacen al primer mandatario venezolano por la extradición del guerrillero. Intelectuales de izquierda extrema, colectivos y algunos opinadores se sienten defraudados y acusan al comandante de “Poncio Pilatos”. Y no es para soreprenderse. ¿A quién se le olvida el minuto de silencio que se hizo en la Asamblea Nacional cuando murió Manuel Marulanda? ¿Se recuerdan del busto del ex jefe de las FARC develado en el 23 de enero en Caracas?
Pareciera que a Chávez aún le agobian las computadoras de Raul Reyes. Quizás es Makled o quizás sea miedo. Lo que sí está claro es que mientras Santos juega con el cinismo de negar campamentos guerrileros en Venezuela y dice que el presidente venezolano es su “nuevo mejor amigo”, su gobierno avanza en contra de la guerrilla y Chávez ahora se enfrenta a sus propios seguidores.
David Smolansky U.
@dsmolansky
