Manuelita Sáenz y el tungsteno por Mauricio Pombo - Runrun

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El jueves 8 de agosto, por solicitud de una amiga, fui a ver unos manuscritos con miras a un avalúo. Se trataba de la correspondencia que recibió su ancestro, un científico español que se vino a vivir al Nuevo Reino de Granada a finales del siglo XVIII. El día siguiente, el viernes 9, en La W salió por primera vez la noticia de que las Farc vendían a grandes empresas multinacionales el tungsteno extraído ilegalmente en las selvas del Guainía. El sábado, EL TIEMPO ampliaría la información sobre el negocio con el tal metal, número atómico 74, y cuyo símbolo, curiosamente, es la W, pues también se le conoce como wolframio.

En la biografía de Manuela Sáenz leo lo siguiente: “Manuela Sáenz, a los 17 años, huyó del convento, en un episodio del que se conocen pocos detalles y del cual ella no hablaba, pues al parecer fue seducida y luego abandonada por Fausto D’Elhuyar, oficial del Ejército Real, sobrino de Juan José D’Elhuyar e hijo de Fausto D’Elhuyar (los descubridores del tungsteno)”. Pues sí, el tatarabuelo de mi amiga, depositaria de la correspondencia mencionada, don Juan José, fue codescubridor del tungsteno, primer elemento químico descubierto sin ser extraído directamente de la naturaleza, antes de venir a estas tierras donde moriría en Bogotá en 1796. El ilustre historiador bogotano don Bernardo J. Caycedo (q. e. p. d.) escribió un trabajo biográfico sobre su pariente, el científico D’Elhuyar, que infortunadamente no se consigue.

Antes de venir a Colombia, D’Elhuyar estudió en París y luego fue enviado a Suecia en 1781, país que estaba a la vanguardia de la química; además, el gobierno español se interesaba entonces por los métodos suecos para fabricar cañones. Estuvo en Upsala, en cuya universidad investigaba e impartía clases Olof Bergman; más tarde, haría lo propio en Köping junto con Carl W. Scheele. Con ellos estudió los métodos modernos de laboratorio para la obtención de elementos químicos, y sería el propio Bergman quien le trasladó a D’Elhúyar la sospecha de que existía otro elemento metálico.

Sin embargo, al gobierno español no le agradó que D’Elhuyar dedicase más tiempo a sus investigaciones científicas que a la misión encomendada y fue enviado en 1784 a Santa Fe de Bogotá para trabajar en la minas de plata de Mariquita. Allí colaboró en su condición de mineralista con el botánico José Celestino Mutis.

Fuente: El Tiempo (Colombia)