Breve historia del poder civil - Runrun
Sendai Zea Feb 01, 2013 | Actualizado hace 11 años
Breve historia del poder civil

La historia del poder civil en Venezuela se inició en los últimos minutos del 17 de diciembre de 1935, con el ascenso al poder de un militar, el general Eleazar López Contreras. No sólo fue el gran estadista de la transición y el hombre que condujo al país de la dictadura a la democracia; fue, además de todo eso, el fundador del poder civil en el siglo XX venezolano. Si se observa una paradoja en el hecho de que un militar instaurara el poder civil, no son extrañas las paradojas en la historia de los pueblos. Antes, connotados civiles hicieron justamente lo contrario: se desvelaron para consagrar la figura del gendarme necesario. López Contreras desmintió las teorías de los civiles; demostró que Venezuela podía y quería vivir en democracia y en libertad.

¿De dónde venía aquel hombre? Fue, simplemente, uno de los más jóvenes tachirenses que llegaron con el general Castro en 1899. Contra viento y marea, mantuvo su equilibrio a través de innumerables crisis. En esta hora menguada del poder civil, vale la pena revisitar sus peripecias. En abril de 1931 fue encargado del Ministerio de Guerra por el presidente Juan Bautista Pérez. Cuando el dictador padeció su penúltima enfermedad, el general Eustoquio Gómez le planteó al gran primo (a través de don Antonio Pimentel) la necesidad de que el ministro de la Guerra fuera «un familiar, y ninguno con más títulos que él». El dictador le contestó a Pimentel que «López era bueno, en tanto que Eustoquio, con su carácter, le iba a acabar con todos sus oficiales».

Elegido Gómez por el Congreso para continuar el período 1929-36, lo designó como ministro de Guerra y Marina, en propiedad, el 13 de julio del 31. A partir de entonces, paso a paso, el general va construyendo su poder personal. Cuando Gómez muere el 17 de diciembre de 1935, López tiene el poder en sus manos. Si esto fue un designio de Gómez o un designio de la Providencia, la cuestión pertenece al mundo de la cábala. En todo caso, el dictador fue benévolo al descartar a su primo Eustoquio, quien no sólo habría acabado con «todos sus oficiales», sino también con el propio general Gómez, y quién sabe qué habría quedado de Venezuela.

De 1936 a 1941, López Contreras ejerció la presidencia de la República con un criterio democrático, civil y civilista, muy poco usual en la historia venezolana, tan poco usual que uno tendría que remontarse al tiempo de José María Vargas o de Carlos Soublette para identificar algún paralelo, con la diferencia de que López Contreras era su propio Páez. Inicia su Presidencia en medio de las tempestades, de los gomecistas que no se rendían y no se rendirán a lo largo de su período, y de las nuevas generaciones que representaban al país que entonces estaba surgiendo. «Piloto de un mar erizado de escollos», lo llamó Picón-Salas. «Para cualquiera que no hubiese tenido su prudencia y sensatez, su benévola diplomacia y su habilidad política, labsituación era terriblemente conflictiva. Venezuela -agregó el escritor- estaba a punto de dividirse en bandos de desatado rencor».

El de 1936 fue un año convulso, de ministros que duraban 30 días, como Caracciolo Parra Pérez, o 70 como Rómulo Gallegos. El Presidente incorporó a su Gabinete a antiguos exilados. Se quitó el uniforme, usó el traje civil, dialogó con el país. En una tierra donde los presidentes no se resignaban a sus términos constitucionales, él se obstinó en reducir su período de siete a cinco años. Quiso que lo sustituyera un civil, pero no lo logró. La transición, en fin, de la más férrea dictadura a una democracia respetable, fue una de las grandes proezas de la historia venezolana, comparable quizás a la que convirtió a la España medieval del generalísimo Francisco Franco en una de las democracias más dinámicas y avanzadas de Europa.

Entregó el poder en 1941 y no en 1943, para apresurar la transición civil, para protagonizar la democracia que él había creado, a través de las reglas del juego vigentes. Lanzó su candidatura presidencial para el período 46-51. En su discurso de proclamación pidió el voto universal, directo y secreto para elegir a los presidentes de la República. Todo parecía indicar que López Contreras tenía, para el último trimestre de 1945, los votos necesarios para ser elegido por el Congreso en 1946. De modo que el 18 de Octubre le quitó unos meses al presidente Medina, pero todo el período al general López. Como la historia lo demostró, a López Contreras era mejor tenerlo de amigo que de enemigo. Hubo posibilidades de tenerlo como amigo, y otro gallo habría cantado. Sin embargo, como escribió el gran pensador Octavio Paz, «muy pocas veces la historia es racional…».

No son pocos quienes han escrito sobre López Contreras y su papel como civilizador de la política. Entre ellos estuvo Rómulo Gallegos, su ministro de Educación en 1936, candidato de oposición a la presidencia de la República en 1941, pero «candidato simbólico», porque era aún el Gran Elector, el propio López Contreras, el que decidiría el desenlace del proceso. Con todas las discrepancias que pudieran darse en ese momento entre el Presidente y el candidato, Gallegos trazó su perfil en términos inequívocos, privilegiando la verdad histórica y la ética política. Al presentar su candidatura presidencial, el 5 de abril de 1941, habló de esta manera:

«Cuando en 1935 la muerte quitó de nuestro escenario político al general Juan Vicente G6mez, la República atravesó días azarosos de expectativas dramáticas, de las cuales salió afortunadamente con la buena suerte de que el poder hubiese quedado con toda su eficacia en manos de un hombre en quien no podría reencarnar el tremendo espíritu que a aquel otro había animado, porque la naturaleza no lo dotó de temperamento proclive a la violencia y porque adquiridas disciplinas espirituales no lo inclinaban al brutal ejercicio de la fuerza de que ya estaba revestido (…) de donde, aun con todas las imperfecciones que podrían anotársele a su régimen político-administrativo, han resultado estos cinco años constitucionales que ya terminan y que no pasarán a la historia con los sombríos caracteres de aquellos otros…».

Al civilizar la política, López contribuyó a civilizar el lenguaje entre los adversarios. A lo cual contribuyeron, sin duda alguna, hombres como Rómulo Gallegos. Con el paréntesis de la dictadura (1948-1958), el civilismo predominó en Venezuela desde 1936 hasta estos tiempos en que, como en el XIX y en los primeros 35 años de éste, retorna el imperio militar con todas sus implicaciones de discrecionalidad y autocracia.

Simón Alberto  Consalvia

@consalvi2013